Jonay cursa cuarto de Enfermería, estudia una carrera de las denominadas de ‘chicas’ (en su clase son ocho hombres por un total de 28 alumnos) y no entiende ni comparte la propuesta que contempla el programa común progresista planteado por el PSOE. Es decir, que las estudiantes no paguen la matrícula del primer año en las carreras donde haya de media menos de “un 30% de mujeres”. Eso, entre otras propuestas –no detalladas– que buscan acabar con la brecha de género. Pero, ¿es una medida equitativa o discriminatoria? El debate, entre los estudiantes, es una realidad en este comienzo de curso.

El propio Jonay (Fuerteventura, 1987), que comparte aula de cuarto de Enfermería con su mujer en Fuerteventura (Universidad de Las Palmas de Gran Canaria), es muy crítico. Él empezó a trabajar hace ocho años y lo tiene claro: “Las ayudas podrían ir destinadas a otras cosas. Yo, por ejemplo, tengo que ir al trabajo, estoy casado, tengo hijos, tengo que pagar el coche… Es muy duro. Y, sin embargo, no obtengo ninguna facilidad”, explica, indignado, a EL ESPAÑOL. “Si las chicas no pagan matrícula en las Ingenierías, yo tampoco debería hacerlo en Enfermería por ser chico”, añade.

En su caso, optó por estudiar una carrera de las denominadas de ‘chicas’. Así lo indica la Estadística de Indicadores Universitarios de 2018 publicada por el Ministerio de Educación –y que hace referencia al curso 2016/17–. En él queda reflejado que en las carreras de Salud y Servicios Sociales hay un 71’3% de mujeres. Es decir, Jonay es parte de esa minoría que no recibiría ninguna ayuda por su condición.

Los alumnos hacen los exámenes de selectividad. EFE

Sí las recibirían las estudiantes que decidieran cursar carreras denominadas de ‘hombres’: Ciencias, aunque en menor medida (52’3%); Informática (87’9%); Ingeniería, Industria y Construcción (73’8%). En estas últimas, las estudiantes no pagarían el primer año de carrera por el simple hecho de ser mujeres.

“No me parece muy equitativo”, apostilla Jonay. Él nunca ha tenido problemas por ser hombre en una carrera de ‘chicas’ y cree que al contrario ocurre lo mismo. “Yo preferiría que se lo dieran a los que menos tienen. Tengo compañeros de clase que lo pasan mal. Esos son los que necesitan dinero para estudiar. Ese dinero se podría invertir en mejores becas u otras cosas”, finaliza. Ese sería su deseo. Ya no por él, que terminará en 2020, sino por los que vienen por detrás.

Magisterio, otra carrera sin ‘regalo’

José Javier Pérez (Madrid, 1997) vive algo parecido, aunque él añade matices a lo que opina Jonay. Quería estudiar psicología, pero, tras hacer un curso de monitor, empezó a dar clases particulares. Eso le despertó el gusanillo y, a partir de ahí, vino todo lo demás. Se matriculó en Magisterio de Primaria en la Autónoma de Madrid y, aunque cursa cuarto, sí que durante años ha sido minoría: “El 70% eran chicas en clase”, explica a EL ESPAÑOL.

Sabía que se matriculaba en una carrera de las denominadas de ‘chicas’, pero eso no le echó demasiado para atrás. “En Infantil, de hecho, la diferencia es mayor. En algunos cursos, como en el de un amigo mío, estaban cuatro hombres y el resto mujeres”, explica. Él entiende la necesidad de que la brecha de género se tenga que combatir de alguna manera, pero quizás no así. “No me parece que sea una medida que vaya a hacer que más mujeres se matriculen en las carreras técnicas y ciencias. Yo no hago algo porque me lo regalen. No va a funcionar”, prosigue.

José, en una foto de carné.

José no quiere que le regalen la matrícula. Ni a él ni a nadie. Pero entiende que las mujeres se han podido ver limitadas y que por eso se han refugiado en carreras donde son mayoría. Según datos del Ministerio, en Arte y Humanidades (59’5%); Ciencias Sociales, Periodismo y Documentación (61’3%); Negocios, Administración y Derecho (51’7%); Salud y Servicios Sociales (71’3%); y Agricultura, Ganadería, Silvicultura, Pesca y Veterinaria (50’3%).

“La solución es darle más valor a las chicas de Ciencias”

Peré Cortés (Barcelona, 1996) tampoco está de acuerdo con la medida. Él empezó psicología, pero decidió matricularse en Magisterio de Educación Física porque “veía cosas en la educación de los niños” que no le gustaban. En su caso, no hay tanta diferencia entre hombres y mujeres: “Estaremos 40%-60% o así”. Su receta para mejorar la brecha de género: “Hay que darle más valor a las estudiantes que decidan hacer Ciencias. De esta forma, habrá más que se quieran apuntar”, predice.

¿Y si la medida sale adelante, te gustaría la medida? “No, no me parecería bien. No creo que la solución sea que regalen la matrícula -tampoco a los chicos-”, opina. Y repite su tesis como lo primordial para que la igualdad entre mujeres y hombres en la educación fuese real: “Los hombres, por ejemplo, ahora estudian Magisterio porque ser profesor está valorado”, puntaliza.

A todos ellos, de una u otra forma, les ha llegado tarde. No recibirán la matrícula gratis. “Al final, lo ideal sería que toda la educación fuera gratuita para todos”, finiquita Pere Cortés. Sin duda, eso sí sería equipar a todos.

Peré Cortés, estudiante de Magisterio de Educación Física.

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