Era 22 de noviembre de 1994 y el Parlamento andaluz llevaba muchas horas de sesión; pero aquel día no se tomaron un receso por el cansancio de sus señorías, sino por un ataque de risa incontrolable que fueron contagiándose unos a otros. En las imágenes del momento, el presidente de la cámara, Diego Valderas, empezaba diciendo que comprendía que a esas horas de la noche hubiese "cansancio" por el "intenso debate" y pedía orden para seguir con la votación, pero no fue posible.

Aunque se ha venido haciendo viral a lo largo de sus más de 26 años de recorrido, lo cierto es que el vídeo ha vuelto a aterrizar en Twitter estos días provocando un auténtico revuelo al suponer una imagen nada convencional en la política actual. Por aquel entonces, acababa de ganar de nuevo el PSOE en Andalucía y gobernaba Manuel Chaves con tan poco margen que tuvo que pactar con Izquierda Unida su investidura. De hecho, Valderas era de esa formación política. 

En las imágenes también se pueden ver las carcajadas de un rejuvenecido Javier Arenas liderando el Partido Popular. Fueron años tensos, como recuerda la hemeroteca, pero este incidente supuso la nota cómica y discordante. Precisamente, el PP presentaba aquel día una enmienda a la totalidad a los presupuestos de Chaves y llevaban más de ocho horas de debate cuando, al fin, se disponían a votar por tercera vez.

Contagiados de risa

La secretaria de la Mesa del Parlamento, Hortensia Gutiérrez del Álamo, estaba en el estrado pasando lista cuando empezó a reírse sin un motivo aparente. Algunos hablaron en su momento de que se le escapó un bostezo, pero no se recogió nada concluyente en los medios de la época. El trance, a su vez, hizo gracia al resto de parlamentarios y empezaron a contagiarse a pesar de los intentos de Valderas por pedir orden. 

Este se dirige a la secretaria para preguntarse si puede continuar y esta lo intenta en vano. Le toma el relevo el vicesecretario, el popular Juan Santaella, y no puede ni acabar de pronunciar el primero de los nombres de la lista para retomar el llamamiento. Se da la vuelta, mira al presidente que también había sucumbido a la risa, y decide decretar un descanso de cinco minutos que se recibe con una sonora y unánime carcajada de toda la cámara:

La verdad es que resulta muy difícil de imaginar algo así en cualquiera de los parlamentos autonómicos en la actualidad y más aun en el Congreso de los Diputados, pero seguro que venía bien para liberar tensiones.

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