El 24 de noviembre de 1992, durante un banquete en su honor por el cuadragésimo aniversario de su ascenso al trono, Isabel II calificó su ano como annus horribilis —un año terrible—, y consiguió recuperar así la confianza de los británicos. Su hija Ana había conseguido el divorcio, Carlos y Lady Di se tiraban los trastos a la cabeza y Sarah Ferguson aparecía en toples en las revistas mientras un millonario estadounidense le chupaba los dedos de los pies. Días antes un incendio se llevó por delante parte del castillo de Windsor. Casi nada, vaya.

Y la reina de Inglaterra, ante esa tesitura pública, no disimuló y cogió el toro por los cuernos, dijo a su manera que había tenido un año de mierda y se propuso enmendar algunas cosas para mostrarse más transparente: ella y el príncipe de Gales empezaron a pagar impuestos por sus ingresos privados, aceptaron que el Parlamento hiciese un control más exhaustivo de sus cuentas, disminuyeron los sueldos públicos de la familia y ella misma se comprometió a mantenerlos de su bolsillo. Su franqueza y sus decisiones inclinaron la balanza popular de su lado una vez más.

Durante estos días previos al discurso más difícil del rey Felipe VI son muchas las voces que apelan a que emule la actitud de Isabel II, declare que este no ha sido un año para recordar —como lo ha sido, también, para el resto de los mortales— y llame a las cosas por su nombre sin querer esquivar las polémicas que envuelven al Emérito. No obstante, hasta que el monarca salga en nuestras pantallas no sabremos por qué modalidad habrá optado.

De hecho, es esta una de las incógnitas que el país entero está deseando despejar:

Lo cierto es que la situación en la que le ha dejado su padre es un cebo perfecto para que este sea el discurso navideño más visto de la historia. Por el momento, ya se hacen todo tipo de cábalas:

Sin embargo, los tuiteros se han compadecido del Rey y han querido echarle un capote para que sepa cómo hacer el discurso perfecto y meterse a España entera en el bolsillo. Las conjeturas hechas desde el humor se han sucedido en las últimas horas:

Ojalá Felipe VI apunte algunos de estos consejos de Twitter, al menos nos reiríamos. 

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