El pasado mes de septiembre celebrábamos que Paco y su hijo Paquito, un chaval con diversidad funcional, podían volver al fin a su casa de Tarragona después de cuatro años luchando contra unos okupas. Le habían alquilado el piso, pero dos meses después dejaron de pagar y se negaron a abandonar la vivienda mientras sus legítimos dueños vivían en un coche aparcado enfrente.

Fue gracias a sus vecinos, hartos de la injusticia, que les ayudaron a recuperar su casa cortando la luz e intentando entrar en ella. Parece de película de terror, pero la legislación vigente no resulta útil para combatir a las personas que llevan a cabo estas prácticas en un momento en que estos ataques a la propiedad privada aumentan a diario en nuestro país.

Uno de los últimos casos que han saltado a la palestra es el de la familia de Pablo, que han visto cómo en los últimos días unos desconocidos se han hecho fuertes en su piso de Barcelona sin que los Mossos pudieran hacer nada para echarlos sin una orden judicial.

Ante su desesperación, ha querido explicar todo en Twitter e incluso apelar a la alcaldesa, Ada Colau, para que tome cartas en el asunto:

[Más información: Estas personas tienen nombre de refrán y este hilo lo demuestra]

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