No te haces rico de la noche a la mañana, pero es un trabajo estable, indica el lotero.

"No te haces rico de la noche a la mañana, pero es un trabajo estable", indica el lotero.

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Enrique (62 años), lotero: "Si tuviera que traspasar mi negocio, tendría que pedir 400.000 euros"

"Una administración de loterías no es solo un local con un mostrador; es una concesión del Estado", recuerda el sevillano.

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Enrique tiene 62 años y lleva más de tres décadas detrás del mostrador de su administración de loterías. Su rutina diaria está marcada por horarios largos y conversaciones con clientes habituales que siguen acudiendo a un negocio que, aunque tradicional, se ha visto obligado a adaptarse a los cambios tecnológicos y de consumo.

Con la hora de la jubilación pisándole los talones, este sevillano está empezando a poner precio al trabajo de toda su vida. "Si tuviera que traspasar mi negocio, tendría que pedir 400.000 euros", sopesa.

La cifra no es arbitraria. Según explica, responde al valor acumulado de años de trabajo, a la ubicación del local y, sobre todo, a la licencia administrativa, uno de los elementos más cotizados del sector.

"Una administración de loterías no es solo un local con un mostrador; es una concesión del Estado, con una clientela fidelizada y una facturación estable", señala.

En su caso, el negocio se encuentra en una zona consolidada, con mucho paso de gente y una cartera de clientes fija que compra décimos y participa en sorteos de forma habitual, tal y como señala a este periódico.

Cambios generacionales

Enrique reconoce que el sector vive una paradoja. Por un lado, la Lotería de Navidad, El Niño o la Primitiva siguen siendo productos profundamente arraigados en la cultura española, capaces de generar colas y ventas millonarias en momentos puntuales del año.

Por otro, el día a día se ha vuelto más complejo porque "cada vez hay más gastos, más obligaciones y más competencia indirecta, sobre todo con el juego online", afirma.

Aun así, defiende que una administración bien gestionada continúa siendo un negocio rentable. "No te haces rico de la noche a la mañana, pero es un trabajo estable", asegura. De hecho, insiste en haber sacado adelante a su familia con el negocio.

Traspaso

Preguntado por la jubilación, Enrique admite que es una cuestión que cada vez tiene más presente. "Tengo 62 años y no sé cuántos más quiero seguir al mismo ritmo. Pero traspasar no es tan fácil como parece", subraya.

El precio que estima para su negocio, esos 400.000 euros, responde también a una realidad del mercado: el alto coste de entrada para nuevos titulares. "No cualquiera puede permitirse esa inversión, aunque luego sea un negocio seguro", añade.

El lotero también apunta a la falta de relevo generacional. "Muchos jóvenes no están dispuestos a asumir un traspaso tan alto ni a trabajar tantas horas en un local físico", comenta. A su juicio, esto podría convertirse en un problema a medio plazo para el sector, pese a su fortaleza histórica.

Aun con las dudas, Enrique no se arrepiente de su trayectoria. "Ha sido mi vida. Aquí he visto crecer a familias enteras, he dado premios y también he consolado a quien se ha quedado a un número", relata. Y es que, cuando llegue el momento de traspasar, tiene claro que no regalará el esfuerzo de tantos años.