Angy, de 28 años, explica que en Tokio "puedes vivir perfectamente con 20€ de comprar a la semana"
Angy, 28 años, española que se mudó a Japón desde un pueblo de Sevilla de 3.000 habitantes: "Tardé 4 meses en adaptarme"
La joven se fue sola a Japón en mayo de 2025 para cumplir su sueño y trabaja actualmente en una cadena hotelera de lujo.
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Angy, una sevillana de 28 años, tomó una decisión radical en mayo de 2025. Dejó Los Molares, su pueblo natal de apenas 3.500 habitantes para irse a vivir a Japón, concretamente a Tokio.
Según explica, tardó "4 meses en adaptarse" a un lugar que, hasta hace poco, era la ciudad más poblada del mundo. Actualmente ocupa la tercera posición con 33.413.000 residentes.
La joven cuenta que la transición desde una localidad donde "ni siquiera hay semáforos o bloques de pisos" y "solo transitan dos o tres autobuses al día", hacia Tokio supuso un "absoluto shock".
La sevillana se mudó al país nipón completamente sola, sin conocer a nadie en el destino asiático. Su entorno reaccionó de forma diferente ante la noticia: mientras sus amigos "saltaron de alegría", su madre llegó a llorar y sus abuelos temieron por no volver a verla por la lejanía.
Angy confiesa que la adaptación estuvo marcada, inicialmente, por el jet lag -con amaneceres a las 04:30 horas- y, sobre todo, por las diferencias en la forma de socializar entre los japoneses.
La residente en Tokio cuenta que su deseo de vivir en Japón viene desde muy joven. "Siempre había sido mi sueño", afirma, aunque no se sintió preparada para dar el paso hasta "estos últimos meses".
Asegura que su decisión tiene un origen claro: "Siempre me ha gustado el anime, los videojuegos y sabía que aquello sería un sueño para mí", afirma.
Diferencias culturales
La joven relata cómo la vida en el país asiático se hace "cuesta arriba" para alguien del sur. Detalla un entorno donde no conoce a sus vecinos, la cajera del supermercado no se dirige a ella con términos como "cariño" y el ocio está orientado a personas solas.
"La gente no se da los buenos días cuando llega a la parada", lamenta. Esta dinámica cultural le ocasionó una "crisis de soledad" inicial. A pesar de definirse como una persona extrovertida, admite haber "llorado mucho" al verse "muy sola" e imposibilitada para hacer amigos al principio.
Para integrarse, reconoce que optó por una estrategia de "perfil bajo". La joven sevillana decidió observar, oír y callar para aprender las normas de cortesía local y evitar conductas o vestimentas inapropiadas.
Aunque califica a los japoneses como educados, correctos y serviciales, percibe una falta de apertura en comparación con Sevilla, donde el trato es más cercano y acogedor. No obstante, entiende que esa diferencia se debe a la cultura de cada lugar.
Economía del país
En el apartado económico, Angy desvela que los sueldos son "algo más bajos" comparados con España --en algunos puestos poco más que el Salario Mínimo Interprofesional--, pero el coste de la vida es "irrisorio".
La sevillana asegura que puede vivir con 20 euros de compra a la semana. El ocio también resulta asequible: comer en un restaurante cuesta entre 5 y 10 euros y un karaoke con barra libre ronda los 8 euros. "Solo el transporte y la telefonía superan los precios españoles", cuenta.
A pesar de cumplir su sueño de ir a vivir a Japón, Angy echa de menos a su familia y la gastronomía local. "Nunca cambiaría el sushi por un puchero con hierbabuena del patio de mi abuela", reconoce.
No obstante, destaca la "admiración mutua" entre ambas culturas, ejemplificada en la existencia de grupos flamencos formados íntegramente por japoneses y la presencia de productos españoles en los supermercados en Tokio.