La sevillana reconoce que no es tanto el dinero como el daño psicológico.

La sevillana reconoce que no es tanto el dinero "como el daño psicológico".

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Nuria, afectada por un despido improcedente: "Me deben 5.000 euros y una vida de psicólogos por el acoso laboral"

"La situación se volvió insostenible y un día mi jefe mi pilló llorando en la oficina cuando todos se habían ido", recuerda la sevillana.

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Nuria cuenta que la peor experiencia de su vida ha sido en el ámbito laboral. Después de vivir lo que define como "acoso laboral", la empresa la despidió de forma improcedente sin pagarle todo lo que le debían. "Me deben 5.000 euros y una vida de psicólogos", asegura.

Esta sevillana empezó a trabajar con 24 años en el sector editorial, que, asegura, había sido el sueño de su vida. Sin embargo, cuando entró en la empresa "comenzaron los problemas uno tras otro".

"Mi responsable era una chica algo mayor que yo, y desde el primer día que entré por las puertas me trató muy mal", recuerda. Los gritos y los requerimientos en público, delante del resto de los compañeros, eran continuos. "Me afectaba a mi carácter y a mi día a día, me levantaba todos los días con ansiedad porque no sabía por dónde me iba a salir ese día".

Esta sevillana reconoce que jamás había vivido una situación así, y venía de trabajar en otra empresa dos años. "La situación se volvió insostenible y un día mi jefe mi pilló llorando en la oficina cuando todos se habían ido", recuerda. En aquel momento habló con él y le expuso la situación.

Según apunta, a su jefe pareció no sorprenderle lo que Nuria le estaba contando. "Era una persona especialmente problemática y había pasado por todos los departamentos de la empresa, pero de todos la habían relegado".

Su jefe le solicitó que lo dejara por escrito y así lo hizo. "Le envié un correo a la persona responsable explicándole la situación, pero el acoso no solo no disminuyó, sino que, tras hablar con ella, los gritos y las burlas fueron a más".

Nuria estuvo sosteniendo esta situación durante más de tres años, y, un día, sin previo aviso, la llamaron al despacho para comunicarle que no estaba rindiendo y que iban a prescindir de su puesto de trabajo.

"Por algún motivo, a esta chica no la echaban, y yo tenía claro que iban a terminar por echarme a mí", insiste la sevillana. Y así fue. El problema, según apunta, es que se quedó en shock y firmó un documento que le pusieron por delante.

Al día siguiente, cuando intentó acceder a su correo para buscar los email que había mandado a su superior, se percató de que le habían quitado el acceso de todo. "No pude acceder ni a mi correo ni a mi usuario del sistema de trabajo, por lo que no tenía pruebas de lo que había ocurrido", se lamenta.

Asegura que quiso denunciar. "Fui a un abogado para que me asesorara, pero entre que yo había firmado un documento y que no tenía pantallazos de los correos que había mandado, me dijeron que no había nada que pudiera hacer", comenta.

Sin embargo, con el tiempo invertido en el puesto de trabajo, el abogado le informó que la empresa se había ahorrado una indemnización de 5.000 euros. Aunque la sevillana reconoce que no es tanto el dinero "como el daño psicológico" que le causaron.