En 2023 decidió cerrar el local y adaptar una parte de su vivienda como espacio de trabajo.
Aurora (35 años), peluquera: "Tengo que trabajar en mi casa porque solo pagar el alquiler del local me quitaba 700 euros"
"Entre alquiler, cuota de autónomo y trimestrales, he llegado a trabajar para ganar solo 200 euros", comenta la sevillana.
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La historia de Aurora, una peluquera sevillana de 35 años, refleja una realidad asentada entre los profesionales autónomos: la dificultad de mantener un negocio abierto ante el encarecimiento de los alquileres, los suministros y las cuotas mensuales.
Tras unos años regentando su propio salón, decidió dar un giro radical a su carrera y trasladar su actividad a casa. "Solo pagar el alquiler del local me quitaba 700 euros cada mes, y eso sin contar la luz, el agua o los productos. Era imposible seguir así", explica.
Durante 5 años, Aurora mantuvo un pequeño negocio de barrio en Sevilla Este. Su clientela era fiel, pero la subida constante de los gastos fijos la obligó a replantearse la forma de trabajar.
"Llegó un punto en el que trabajaba muchas horas y no me salían las cuentas. Entre la cuota de autónomos, las trimestrales y el alquiler, apenas me quedaba margen para vivir", lamenta. "He llegado a trabajar para ganar solo 200 euros", se lamenta.
En 2023 decidió cerrar el local y adaptar una parte de su vivienda como espacio de trabajo. Una decisión arriesgada, pero que, asegura, le ha permitido mantener su oficio sin endeudarse.
"En casa tengo todo lo necesario y la gente lo entiende. Mis clientas vienen con cita previa, como siempre. La diferencia es que ahora no tengo que preocuparme por pagar un alquiler desproporcionado", señala.
Aurora pertenece a ese grupo creciente de profesionales del sector servicios que han trasladado su actividad al entorno doméstico para reducir costes. En su caso, la transformación fue sencilla: un pequeño espacio acondicionado con lavacabezas, espejo profesional y productos de peluquería de uso habitual.
El cambio, según comenta, ha tenido un impacto positivo en su calidad de vida. "No es que trabaje menos horas, pero gano más porque tengo que pagar menos", razona.
Sin embargo, reconoce que no fue fácil renunciar a su local. "Me daba pena cerrar, lo había montado con mucha ilusión y, en parte, lo consideré un fracaso", aunque ahora, con la distancia, entiende que el cambio le ha traído "tranquilidad".
El caso de Aurora ilustra un fenómeno que se ha acentuado tras la pandemia, es decir, el auge del autoempleo flexible y el trabajo desde casa en sectores tradicionalmente presenciales. Cada vez más peluqueras, esteticistas y profesionales de la belleza optan por espacios reducidos y citas concertadas, una fórmula que minimiza gastos y fideliza al cliente.
No obstante, Aurora también señala la falta de apoyo institucional. "Nos exigen lo mismo que a una gran empresa, pero no tenemos las mismas posibilidades. Si el alquiler sube y los impuestos también, muchos autónomos no podemos resistir", critica.
Esta sevillana no pierde la esperanza de poder llegar a regentar un gran negocio. "Ojalá algún día pueda volver a abrir mi peluquería, pero con unas condiciones más justas", dice.
Su historia resume el sentir de muchos trabajadores por cuenta propia en Andalucía, profesionales con una gran vocación que luchan por seguir adelante en un contexto económico cada vez más difícil.