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Una dependienta (32 años) de Sevilla no se esconde y lo deja claro: "Los turistas complican la venta, pero dejan mucho dinero"

La trabajadora cuenta cómo es cada día el trato con el público internacional: "Los clientes extranjeros son más especiales que los nacionales".

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Sevilla
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Cristina Verdute, de 32 años, es encargada en la joyería PDPAOLA, ubicada en el casco histórico de Sevilla. Lleva diez años trabajando en el comercio y sobre los clientes extranjeros explica que "los turistas complican la venta, pero son los clientes que más dinero se dejan".

"Los clientes extranjeros son más especiales que los nacionales, pero no me puedo quejar de mis turistas porque vienen a dejarse el dinero", confiesa desde el mostrador.

Cristina recuerda con frecuencia situaciones en las que el idioma condiciona la atención. "Mexicanos que me hablan en inglés y no cambian hasta que me doy cuenta y les pregunto si pueden hablar español. Si no lo digo, siguen hablando en inglés", señala.

La misma situación vive con clientes procedentes de Italia. "Prefiero que hablen en italiano, porque lo entiendo mejor, pero muchos se dirigen directamente en inglés", afirma.

Durante su jornada laboral, Cristina destaca que, en ocasiones, hay famosos que se pasan por la tienda. "Por aquí vemos pasar a algunos famosos. Con la celebración de la Velada de Ibai, por ejemplo, vino la novia del streamer Thegrefg y se probó un anillo de diamante, pero finalmente no lo compró", aclara.

Trabajar en verano en Sevilla

La encargada también destaca las dificultades de trabajar en el centro de la ciudad durante los meses de verano. "Julio baja mucho, pero agosto es aún peor. La gente se va de vacaciones y el día se hace muy largo", cuenta.

Ante este problema, Verdute propone "un horario reducido de 12:00 a 20:00 horas para todos los comercios en verano, ya que no hay ni turistas ni vecinos".

Relación con los clientes

Cristina subraya el papel del personal de tienda como principal referente para el cliente. "Somos la cara visible, para lo bueno y para lo malo. Si surge un problema, esperan que tú lo resuelvas.

También reconoce que el trato con el público no siempre resulta sencillo. "Hay días en los que no nos apetece escuchar las quejas de los clientes, pero les intentamos atender de la mejor forma posible".

"Algo muy curioso que a mí me pasa y que desde que estoy trabajando aquí lo he aprendido, es que nunca sabes quién va a entrar. Hay clientes que he infravalorado por cómo va vestido y pensaba que no se iba a gastar dinero y me ha terminado comprando una colección completa", afirma.

En cuanto a la seguridad, asegura que nunca ha tenido problemas. "Me siento tranquila. La policía pasa constantemente por esta zona. Eso me da confianza. Es verdad que, al trabajar en una joyería, prestamos atención si alguien se queda mirando demasiado, pero no he tenido sustos".

Finalmente, Cristina confiesa que, tras llevar 10 años trabajando en tiendas, desde los 22 años, ya se siente "un poco cansada de la rutina del comercio".