Taberna sevillana.

Taberna sevillana.

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La plaza más auténtica de Sevilla para tapear al sol: sin muchos turistas y con tapas por menos de 4 euros

Esta plaza sevillana, alejada del circuito turístico tradicional, ofrece el ambiente local que muchos buscan y una oferta de tapas generosa y asequible.

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Sevilla es una ciudad que lo tiene todo: historia, sol, carácter y, por supuesto, tapeo. Cada rincón del casco antiguo, cada barrio, alberga bares con encanto donde compartir una caña y una tapa es más que una costumbre: es una forma de vida. Pero en una ciudad tan visitada, encontrar un lugar donde disfrutar de todo eso sin grandes multitudes de turistas puede parecer misión imposible.

Sin embargo, existe una plaza que ha conseguido mantenerse al margen del turismo masivo, donde los precios no se han disparado y donde sigue siendo posible tomar una tapa casera al sol por menos de 4 euros. Nos referimos a la Plaza del Pumarejo, en pleno corazón del barrio de San Gil, junto a la Macarena. Un lugar con historia, con vecinos de toda la vida y con bares donde los camareros te conocen por tu nombre si vas más de dos veces.

Lejos del bullicio de la Catedral o del glamour de la Alameda, esta plaza conserva un ambiente auténtico, andaluz y popular, donde se puede comer bien, sin pretensiones, y con el bolsillo contento. Aquí, los bares sirven platos generosos, el vermut es barato y el sol cae directo sobre las terrazas casi todo el año.

La Plaza del Pumarejo es una de esas joyas que Sevilla guarda con discreción. Rodeada de edificios antiguos, con una arquitectura que respira historia y un pasado ligado a la vida obrera, la plaza sigue siendo punto de encuentro para vecinos y curiosos que prefieren lo real a lo “instagrameable”.

Aquí no hay cadenas ni locales somatizados. En su lugar, hay bares donde las tapas siguen costando entre 2,50 y 3,80 euros, y donde una ración de espinacas con garbanzos, un salmorejo o un buen plato de chicharrones te puede dejar más que satisfecho sin superar los 10 euros por persona.

El ambiente es local: jubilados que leen el periódico al sol, jóvenes del barrio, músicos callejeros, estudiantes, familias... todos conviven en una plaza viva y tranquila, en la que se escucha más sevillano que inglés. Es un lugar perfecto para sentarse en una terraza y dejar que pasen las horas, sin prisas ni poses.

Uno de los grandes atractivos de la Plaza del Pumarejo es que mantiene precios de barrio en una ciudad donde cada vez cuesta más tapear barato. Aquí, por menos de 4 euros puedes pedir una tapa bien servida de carne con tomate, bacalao con tomate, tortilla campera, ensaladilla o montaditos de pringá.

El vermut casero y la cerveza bien fría acompañan una carta en la que aún se puede comer “como antes”. Hay opciones para todos los gustos: platos vegetarianos, guisos tradicionales, chacinas andaluzas y postres caseros. Algunos bares incluso ofrecen menús del día por menos de 9 euros, algo casi insólito en el centro de Sevilla.

Además, la orientación de la plaza hace que reciba sol durante gran parte del día, lo que la convierte en un lugar muy agradable incluso en invierno. Sentarse en una de sus mesas, con un vino o una manzanilla, rodeado de acento andaluz, es una experiencia que combina lo mejor de Sevilla: buena comida, sol y autenticidad.

La Plaza del Pumarejo no solo es un buen lugar para tapear: es también un espacio con identidad y memoria. Aquí se organizan mercadillos, actividades culturales, encuentros vecinales y debates sociales. El edificio del antiguo Pumarejo, que preside la plaza, ha sido rehabilitado por iniciativas ciudadanas y sirve como centro social autogestionado.

Esto añade al lugar un carácter único: no es solo una plaza donde comer barato, sino un símbolo del espíritu comunitario que aún pervive en algunos barrios de Sevilla. Y quizá por eso, precisamente, ha logrado mantenerse al margen del turismo masivo.

Si buscas una plaza donde sentarte al sol y disfrutar de tapas sabrosas, bien servidas y con precios justos, la Plaza del Pumarejo es tu sitio. No tiene la fama de otras zonas de la ciudad, pero ofrece algo más difícil de encontrar: autenticidad.

Y eso, en tiempos de colas para entrar a los bares y menús diseñados para turistas, es oro. Porque en Sevilla, la verdadera esencia se esconde a veces en las plazas pequeñas… y en las tapas de menos de 4 euros.