
La Feria de Abril.
No eres andaluz, pero eso no importa: así puedes vivir la Feria de Abril como un sevillano de toda la vida
Descubre cómo disfrutar la Feria de Abril como un sevillano, aunque no seas andaluz: consejos para integrarte, vestir, bailar y saborear la fiesta más emblemática de Sevilla.
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Si nunca has pisado el Real de la Feria de Sevilla, quizás pienses que es un evento reservado para quienes han crecido bailando sevillanas, comiendo pescaíto frito y vistiéndose de corto o de flamenca cada primavera.
Pero nada más lejos de la realidad. La Feria de Abril, aunque profundamente enraizada en las costumbres andaluzas, abre sus puertas (y sus casetas) a todos los que estén dispuestos a vivirla con respeto, alegría y ganas de integrarse. Y no, no hace falta haber nacido en Triana ni llamarte Carmen o Antonio para sentirla como propia.
La Feria de Abril es mucho más que una postal colorida o una cita turística: es una forma de celebrar la vida. Durante una semana, Sevilla se transforma. En el barrio de Los Remedios, el Real de la Feria, una ciudad efímera construida sobre albero y farolillos, se convierte en un lugar donde la música, la comida, la tradición y el reencuentro se funden.
Y aunque muchas casetas son privadas, gestionadas por familias, empresas o peñas, cada vez hay más espacios abiertos al público, como las casetas de los distritos o asociaciones municipales, donde cualquier persona puede entrar, pedir una copa de manzanilla y disfrutar como uno más.
Si quieres vivir la Feria como un sevillano de toda la vida, aunque no lo seas, hay algunas cosas que puedes hacer para meterte de lleno en el ambiente. En primer lugar, vístete para la ocasión (aunque no sea obligatorio). No es necesario llevar traje de flamenca o de corto para ir a la Feria, pero sí es buena idea vestirse con cierto esmero. Las mujeres pueden optar por vestidos de fiesta o conjuntos veraniegos elegantes; los hombres, por camisas, pantalones de vestir o incluso americana. Ir arreglado forma parte del ritual.
Igualmente, debes aprender lo básico de las sevillanas. No necesitas ser un experto, pero saber dar cuatro pasos o por lo menos intentarlo con una sonrisa te abre muchas puertas. En la Feria se valora más la actitud que la perfección.
Prueba lo auténtico: empieza con un rebujito bien frío, sigue con una tapa de jamón ibérico o un plato de gambas cocidas, y no te vayas sin pedir pescaíto frito o una tortilla de camarones. Comer y compartir forma parte del alma de la fiesta.
Déjate llevar por el ritmo: la Feria se vive a todas horas: hay ambiente desde la mañana, pero alcanza su esplendor por la tarde y se prolonga hasta bien entrada la madrugada. Baila, ríe, canta y disfruta sin mirar el reloj.
Sé educado y agradecido: si entras en una caseta privada por invitación, recuerda que estás en un espacio compartido: agradece, saluda, intégrate. La hospitalidad andaluza es legendaria, pero la educación es clave para ser bien recibido.
No es solo fiesta: es cultura viva. Vivir la Feria como un sevillano no implica solo divertirse. También significa comprender que estás formando parte de una expresión cultural colectiva, que combina raíces históricas, vínculos sociales y costumbres que se transmiten de generación en generación.
Desde la noche del alumbrado, cuando se encienden miles de bombillas en la portada de entrada al Real, hasta el domingo de fuegos artificiales, la Feria es un ciclo simbólico que Sevilla repite año tras año, como un rito que renueva su identidad.
La Feria también es para ti. No hay un carné de sevillano que te dé permiso para disfrutar la Feria. Lo único que necesitas es una actitud abierta, ganas de pasarlo bien y respeto por las tradiciones. Porque lo que realmente hace sevillano a alguien durante la Feria no es el acento, ni el árbol genealógico, sino la manera en que se entrega a la fiesta: con alegría, generosidad y sentido de comunidad.
Así que si estás pensando en ir por primera vez o temes no encajar, no lo dudes. Sevilla te espera con las casetas abiertas, el albero listo y una copa en alto. Y una vez que la vivas… quizás nunca vuelvas a verla como un visitante, sino como un habitual más.