Guiso de papas con choco.

Guiso de papas con choco.

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Así hace mi abuela andaluza las patatas con choco: el secreto por el que reúne a la familia los domingos

Lo habitual es elegir choco fresco, limpio y troceado —o tocará trocearlo de forma manual—, y combinarlo con ingredientes sencillos que forman parte del recetario popular andaluz.

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N. N.
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En muchas casas andaluzas, el domingo no se entiende sin cocina tradicional. Lejos de las modas y las prisas, todavía sobreviven recetas que actúan como puntos de encuentro familiar. Una de ellas, especialmente arraigada en la zona occidental de Andalucía, es la de las patatas con choco, o papas con choco, tal como se las conoce popularmente.

Este guiso marinero, típico de provincias como Huelva, Cádiz o Sevilla, ha dejado de ser una comida del día a día para convertirse en símbolo de identidad doméstica. Y hay quien afirma que su preparación tiene algo de ceremonia y, sobre todo, de secreto. Según las abuelas de Andalucía, el truco está en el 'chup chup' de la olla.

En algunas cocinas, la elaboración de este plato comienza temprano, sin que haya prisa pero tampoco pausa. Lo habitual es elegir choco fresco, limpio y troceado —o tocará trocearlo de forma manual—, y combinarlo con ingredientes sencillos que forman parte del recetario popular andaluz.

Estos son cebolla, pimiento, ajo, tomate, laurel, pimentón y, por supuesto, patatas chascadas, cortadas de forma irregular para que suelten el almidón y espesen el caldo de manera natural. El aceite de oliva virgen extra, presente en casi toda la cocina del sur, es imprescindible para arrancar el sofrito.

La clave, según muchas voces expertas, sobre todo de las abuelas del sur, las que más saben, está en el ritmo. El guiso no admite atajos. Primero se pochan las verduras con cuidado, hasta que el sofrito adquiere un tono dorado y un aroma profundo.

La banda sonora de la cocina andaluza

Después se incorpora el choco, que debe rehogarse hasta que empiece a soltar su jugo. Solo entonces se añaden las patatas, las especias y el agua justa. A partir de ahí, el fuego lento hace el resto. El sonido del 'chup chup' de la cazuela al hervir es una constante en la cocina andaluza, una especie de banda sonora que acompaña a generaciones enteras.

El resultado es un plato humilde pero lleno de matices. Ni seco ni caldoso del todo, con una textura melosa que invita al pan y a la conversación pausada.

No es casualidad que muchas familias elijan este guiso como excusa para reunirse en torno a la mesa los fines de semana. En pueblos y ciudades, las papas con choco no solo alimentan: también recuerdan. Son testimonio de una manera de vivir la cocina en comunidad.

Más allá de su sabor, hay un componente emocional que convierte a este plato en parte del imaginario colectivo. En la cocina de muchas abuelas andaluzas, el guiso se convierte en memoria viva.

Cada gesto, cada truco —como chascar las patatas o añadir azafrán en vez de colorante— guarda una historia detrás. Por eso, aunque existan cientos de versiones, todas las recetas comparten algo: el respeto al tiempo y a la tradición.

En un mundo que avanza a velocidad de microondas, las papas con choco mantienen su lugar como un símbolo de resistencia cotidiana. Y si siguen uniendo a las familias los domingos, es porque cada cucharada conserva ese equilibrio entre sabor, recuerdo y afecto que solo la cocina popular andaluza sabe ofrecer.