Así pasaban los apagones en la Sevilla antigua.

Así pasaban los apagones en la Sevilla antigua.

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Así pasaban los apagones en la Sevilla antigua: las comidas frías que tomaban y sus curiosas formas de iluminarse

Cuando Sevilla antiguamente sufría cortes de luz, las comidas frías eran una solución perfecta para lidiar con las altas temperaturas y la falta de luz.

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El 28 de abril de 2025, España experimentó el apagón eléctrico más grave de su historia, afectando a toda la Península Ibérica, incluida Sevilla. El corte de suministro comenzó a las 12:33 horas y dejó a millones de personas sin electricidad durante varias horas

En la Sevilla antigua, los apagones eran un fenómeno relativamente frecuente, especialmente antes de la llegada de la electricidad a las casas, allá por el siglo XX. En un clima tan caluroso como el de la ciudad, lidiar con los apagones de luz suponía un desafío, tanto a nivel práctico como social. Sin embargo, la gente encontró formas ingeniosas de adaptarse y continuar con sus actividades diarias, incluida la comida y la iluminación

El calor veraniego de Sevilla, especialmente en los meses de julio y agosto, hacía que fuera casi imposible cocinar a fuego lento durante el día, incluso con la electricidad disponible. En los días de apagón, las comidas frías eran una solución perfecta para lidiar con las altas temperaturas y la falta de luz.

Entre las comidas más comunes que se preparaban en estos días estaban el gazpacho y el salmorejo, en tanto que estos platos fríos, elaborados con tomates, pepinos, pimientos, pan y aceite de oliva, eran la opción perfecta para refrescarse en el calor sevillano. Además, al no requerir fuego, eran ideales en tiempos de apagón. Se servían bien fríos, acompañados de trozos de pan o jamón.

También las ensaladas de verano eran muy populares, con ingredientes como tomates, pepinos, cebollas, aceitunas y, a veces, atún o huevo duro. Estas comidas eran ligeras, fáciles de preparar y, por supuesto, no requerían electricidad ni calor.

Asimismo, los embutidos y carnes frías: la charcutería, como el jamón ibérico, chorizos, salchichones y lomo embuchado, era muy común en las mesas sevillanas, sobre todo cuando el calor o los apagones impedían cocinar. Se acompañaban con pan fresco y aceite de oliva.

Algunos pescados, como el bacalao, se conservaban en salazón. Era común comerlo en ensaladas o de forma simple, acompañado de tomate y aceite de oliva. El bacalao a la sevillana es un ejemplo de cómo se aprovechaban estos recursos sin necesidad de cocinar.

Sin la electricidad, las familias sevillanas debían ingeniárselas para iluminar sus hogares durante la noche. Aquí es donde entraban en juego métodos tradicionales, muy curiosos y pintorescos. Las velas eran una de las fuentes de luz más comunes en los hogares sevillanos. Se utilizaban tanto para iluminar las habitaciones como para crear una atmósfera más cálida y acogedora. Las familias solían tener velas a mano para cualquier apagón y, de hecho, la luz de las velas era muy común durante las cenas o reuniones sociales, incluso cuando no faltaba electricidad.

Los faroles de aceite, conocidos en algunas zonas como candiles, también eran muy populares. Estos faroles funcionaban con aceite y un algodón o mecha que se mantenía encendido para proporcionar luz durante la noche. Se usaban tanto dentro de las casas como en las calles para iluminar el camino.

En las casas con chimeneas, el carbón o los tizones encendidos seguían siendo una fuente de luz. Aunque la principal función de la chimenea era calentar la casa en invierno, su fuego también proporcionaba algo de luz en la oscuridad.

Y para quienes podían permitírselo, las lámparas de petróleo eran otra alternativa para iluminar los hogares. Estas lámparas se alimentaban con petróleo y proporcionaban una luz más fuerte y duradera que las velas, aunque eran más caras y requerían un cuidado especial.

En una ciudad como Sevilla, donde la vida social tiene una gran importancia, los apagones no eran vistos solo como una incomodidad, sino también como una oportunidad para reforzar la comunidad.

Las familias se reunían más cerca alrededor de la luz de las velas o el fuego, aprovechando para compartir historias, cuentos o simplemente disfrutar de la compañía. Además, cuando ocurrían apagones en varias casas o barrios, los vecinos solían ayudarse mutuamente, encendiendo las lámparas de aceite o velas, e incluso cocinando juntos si los recursos lo permitían.

En resumen, los apagones en la Sevilla antigua, lejos de ser una gran dificultad, se convirtieron en parte del encanto y la tradición de la ciudad. Las comidas frías, la creatividad para iluminarse sin electricidad y la conexión social durante estos tiempos, reflejan la capacidad de adaptación de los sevillanos y la resiliencia de una ciudad que, aún hoy, conserva mucho de ese espíritu de antaño.