"Hace apenas veinte años, amamantar se consideraba algo propio de mujeres de clase social baja", sostiene Ana Román, pediatra en la planta de neonatología del Hospital Virgen Macarena.
El imaginario colectivo vinculaba el biberón con el progreso, la leche artificial con el bienestar y dar el pecho con la falta de recursos.
Hoy, esa percepción ha cambiado radicalmente, según asegura la experta. La evidencia científica y la concienciación social han devuelto a la lactancia materna el lugar que le corresponde: el de un acto natural, poderoso y beneficioso tanto para el bebé como para la madre.
"La mayoría de las mujeres que dan a luz en el Virgen Macarena desean amamantar a sus hijos", insiste Román. Pero, aunque el cuerpo está diseñado para ello, dar el pecho no siempre es fácil ni automático. Es un proceso por aprender. Y como tal, también requiere preparación, acompañamiento y apoyo.
En el mencionado centro hospitalario lo saben bien. Allí, un equipo multidisciplinar de profesionales -matronas, pediatras, enfermeras y asesoras en lactancia- se encarga de acompañar a las madres desde el primer instante para que la lactancia se inicie de forma adecuada.
Ana Román defiende que confiar en el cuerpo y en la naturaleza está bien, pero no es suficiente. "Amamantar es un proceso que también se aprende. Es importante pedir ayuda y estar informadas antes de que nazca el bebé", explica.
Primera toma
Por eso, en el hospital sevillano se facilita que la primera toma al pecho se realice lo más precoz posible, siempre que las condiciones clínicas de la madre y el recién nacido lo permitan.
Las matronas son las encargadas de ese primer contacto, y durante la estancia en planta el seguimiento lo asumen también pediatras y personal de enfermería. Para los casos más complejos, existe la figura de la asesora de lactancia materna, especializada en resolver dificultades y en desterrar mitos, que todavía siguen muy presentes.
Uno de los más comunes aparece en los primeros días de vida del bebé. Muchas madres creen que no tienen leche suficiente para alimentar a su hijo porque la leche no "sube" nada más dar a luz.
"Es una duda muy frecuente y por eso es tan importante explicarlo desde el principio", apunta Román. La producción de leche no se activa automáticamente. Es la succión del bebé y el contacto con el pecho lo que estimula su aparición.
Por eso, en los primeros días se ofrecen tomas frecuentes, a demanda, sin obsesionarse con la cantidad. "No es que algo vaya mal, es que el cuerpo necesita ese tiempo. Y precisamente por eso, el bebé permanece esos días en el hospital", aclara.
Por otro lado, la experta sostiene que no hay una única postura correcta para dar el pecho. Cada madre y cada bebé deben encontrar la que mejor se adapte a su situación, su comodidad y su momento.
No es lo mismo amamantar en los primeros días, cuando el cuerpo aún se recupera del parto, que hacerlo semanas más tarde, cuando la lactancia está establecida.
Pero la lactancia materna es mucho más que un acto instintivo. Es también una herramienta poderosa para la salud. No solo alimenta, sino que protege. "Es como una vacuna, pero sin efectos secundarios", afirma Román.
"Nuestro deber es informar"
A través de la leche, la madre transmite anticuerpos que fortalecen el sistema inmunológico del bebé y lo protegen de infecciones.
Por eso, en el marco de la Semana Mundial de la Lactancia Materna, que se celebró hace unos días, los profesionales insisten en recordar su valor: "Nuestro deber es informar. Mostrar los beneficios, explicar las opciones, pero sin imponer nada", añade.
Porque la decisión de amamantar es siempre personal. Existen mujeres que, por razones médicas, emocionales o prácticas, deciden no hacerlo. Para ellas, la medicina cuenta con una pastilla que impide la subida de la leche y que debe ser prescrita por el ginecólogo.
Aun así, optar por no dar el pecho es hoy la excepción en opinión de la neonatóloga. "La mayoría de las madres quiere intentarlo, y muchas lo consiguen con el apoyo adecuado", informa.
Esa tendencia es fruto de años de divulgación y acompañamiento, pero también de un cambio cultural. Hace dos décadas, la población no era plenamente consciente de los beneficios de la lactancia, apunta la facultativa.
Hoy, en cambio, existe un consenso médico y social que defiende su importancia. La Organización Mundial de la Salud recomienda lactancia materna exclusiva hasta los seis meses, y mantenerla como alimento complementario hasta al menos los dos años, o tanto tiempo como madre e hijo deseen.
El problema, como tantas veces, está en los tiempos. La baja por maternidad en España es de 17 semanas seguidas -más otras dos que se pueden coger hasta que el bebé tiene ocho años-, muy por debajo de los seis meses mínimos recomendados para la lactancia exclusiva.
De ahí que el lema de la campaña de este año sea claro: 'Apoyar la lactancia materna, construir sistemas de apoyo sostenible'. Porque el éxito de la lactancia no puede recaer únicamente sobre las madres, sino que precisa del respaldo familiar y laboral.
"Póntelo y que agarre"
En el caso concreto de María Rodríguez ha dado a luz a sus tres hijos en un hospital privado de la capital. Asegura que para ninguno de los tres recibió instrucciones sobre cómo amamantarlos en sus primeras horas de vida. Simplemente, "póntelo y que agarre".
El problema es que una gran parte de los lactantes suelen hacer mal ese primer agarre por la postura y esto tiene consecuencias desagradables para la madre por la aparición de las grietas en el pezón.
"Eso es dolorosísimo", asegura Rodríguez a EL ESPAÑOL de Sevilla, quien entiende que muchas mujeres abandonen la lactancia por este motivo.
Ella si amamantó a sus tres hijos más de los seis meses que recomienda la OMS, pero porque se formó por su cuenta. Incluso realizó un curso online, que pagó de su bolsillo, para conocer cómo se almacenaba la leche cuando se la tuvo que extraer para volver al trabajo.
Como anécdota cuenta que su hija pequeña no hacía bien el agarre desde un principio, pero como tenía experiencia previa sabía que algo no iba bien. La niña tenía frenillo tipo 3, lo que le impedía succionar correctamente.
Una vez que se lo quitaron en una clínica privada -su pediatra no lo apreciaba-, ya mamó perfectamente. No obstante, reconoce que si esta circunstancia le hubiera ocurrido con su primer hijo, quizás hubiera desistido.
En cualquier caso, la lactancia materna exclusiva durante los seis primeros meses de vida sigue dependiendo de lo que pueda sostener cada mujer por sí sola.
Es decir, su red familiar, sus condiciones laborales y su resistencia mental y física a la hora de afrontar el posparto, el mayor cambio que puede experimentar su cuerpo durante su vida.
Por eso, es fundamental que desde un principio haya formación casi instantánea durante las primeras horas de vida del bebé para que el proceso termine siendo exitoso.
