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"En nuestro centro todo el mundo tiene cuatro patas sanas. No hay tetraplejias, no hay una persona que se quiera suicidar, porque estando encima del caballo todos somos iguales". Quien habla es Anja Hoschsprung, neurofisioterapeuta del Hospital Virgen Macarena y colaboradora en la Asociación Hispalense de Terapias Ecuestres.

Lo dice con convicción, porque lo ha visto: pacientes con ictus que vuelven a sonreír, personas con esclerosis lateral amiotrófica que recuperan el equilibrio, adolescentes con parálisis cerebral que montan a caballo ante la mirada atónita, y transformadora, de sus compañeros de clase.

Las terapias ecuestres no son solo rehabilitación física. Son también consuelo, autoestima, una razón para levantarse. Y por eso el Hospital Virgen Macarena ha firmado un convenio con la asociación sevillana que las imparte, para que sus pacientes, especialmente aquellos del área de Neurología, puedan beneficiarse de estas sesiones.

"El caballo nos ofrece un movimiento tridimensional que activa el control del tronco, estimula la musculatura y mejora el equilibrio", expone. Pero lo más importante es lo que pasa por dentro: que una persona con una enfermedad que le ha cambiado la vida vuelva a sentirse capaz", explica Hoschsprung.

Las sesiones pueden desarrollarse en el lomo del caballo, pero también en el suelo, sobre colchonetas, siempre al aire libre, en contacto directo con la naturaleza y con animales que viven en estado de semilibertad.

Se organizan de forma individual o en grupo, y pueden incluir desde fisioterapia pura hasta actividades sociales y deportivas como la equitación o la doma adaptada.

Una de las cuestiones que más subraya Anja Hoschsprung es el trabajo de la autoestima. "Las terapias con caballos consiguen mejorar la autoestima de los pacientes", sostiene.

Una historia de superación

Un ejemplo para ella es el de una niña con parálisis cerebral. La pequeña, que comenzó con estas actividades en la Asociación Hispalense de Terapias Ecuestres, sufría aislamiento en su centro educativo.

"Dentro del colegio la trataban como una marginada", asegura la experta. La chica, por tanto, comenzó con las terapias ecuestres con el objetivo de mejorar el equilibrio, y allí empezó en terapia de grupo "para que se dejara ayudar por los demás y para que se diera cuenta de que ella podía también ayudar a los demás".

Cuando invitaron a los compañeros del colegio para una exhibición, "la visión que tenían sobre ella cambió", reconoce. "No todo el mundo es capaz de estar encima de un caballo, y consiguió impresionar a sus iguales".

La especialista en neurología también pone el foco sobre el contacto directo con la naturaleza y en la ayuda mutua que se genera en las terapias grupales.

"Todos valemos"

"Que una persona tenga una discapacidad no quiere decir que no pueda ayudar a otros, todos valemos", razona. En este sentido, explica que "todos tenemos una posición en la vida" y que se producen situaciones en las que la vida da un giro.

"Puedes pasar de llevar el dinero a casa todos los meses a tener que usar pañales", se lamenta.

Se trata, por descontado, de situaciones muy difíciles "de llevar y de gestionar", y defiende las terapias ecuestres como una "forma de dar ilusión, un motivo por el que levantarse todos los días".

Además, apunta a que hay pacientes que tienen prohibido salir del hospital por la patología que padecen. "Cuando el médico nos deja una tarde sacarlos un par de horas, cuando vuelven al hospital la situación ha cambiado muchísimo", relata.

Atención a profesionales y familiares

La asociación no trabaja solo con pacientes, sino también con quienes los rodean. "El que cuida también tiene que estar bien. De hecho, tiene que estar bien en primer lugar, porque, de lo contrario, le será imposible cuidar", razona.

"Ya sea una madre, un hermano o una pareja, si esa persona se hunde, todo se cae", por ello también ofrecen sesiones para los familiares.

Y no solo eso: el equipo está trabajando para extender las terapias al personal sanitario. "Muchos compañeros lidian con la muerte de pacientes o con historias muy duras. Necesitan un lugar donde soltar ese peso".

El convenio firmado con el Hospital Virgen Macarena se enmarca en su plan de humanización de la atención sanitaria y persigue difundir entre los pacientes esta posibilidad terapéutica complementaria.

No se trata solo de una derivación médica, sino de una invitación a vivir algo que cambia perspectivas, ánimos y cuerpos.