
María Soledad Lagüéns.
María Soledad Lagüéns, médica estética: "Hay que tratar de forma diferente al hombre para no feminizarlo"
La especialista sevillana pone el foco sobre el "intrusismo que denigra" la profesión y lucha por conseguir la especialidad MIR en su disciplina.
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La médica sevillana María Soledad Lagüéns Cobos acaba de ser galardonada con el premio Top Doctors Awards Andalucía en la categoría de Medicina Estética, un reconocimiento que ha recibido con "orgullo y felicidad".
Con más de 35 años de trayectoria profesional, Lagüéns Cobos tiene claro cuál es el foco del problema en su gremio: el intrusismo. Como miembro de la Junta Directiva de la Sociedad Española de Medicina Estética, lucha para conseguir la especialidad MIR en su ámbito y, así, poder acabar "con el intrusismo que denigra" la profesión.
Más de 30 años de experiencia dan para mucho. Ha sido protagonista en primera persona de la evolución de la Medicina Estética y sus avances hasta el punto de llegar a una actualidad en la que los hombres también participan de forma activa de estas prácticas. Eso sí, la experta tiene claro que "hay que tratarlos de forma diferente para no feminizarlos".
Ha recibido recientemente el premio Top Doctors Awards Andalucía por su trayectoria en la medicina estética. ¿Cómo se siente?
Para mí ha sido un honor, y estoy muy contenta por dos motivos. Primero, porque me han escogido. Segundo, porque entre otras especialidades médicas han escogido medicina estética, lo cual tiene una importancia en este momento enorme, ya que estamos viviendo mucho intrusismo por parte de profesionales no médicos. Para mí ha sido un doble reconocimiento.
¿Existe en la actualidad algún tipo de connotación peyorativa respecto a la medicina estética?
No lo creo. Cada vez, gracias a Dios, la medicina estética está siendo mejor reconocida y valorada por otras especialidades. El problema es que aún no somos una especialidad MIR, que es a lo que aspiramos.
Yo, al menos desde mi puesto, como miembro de la Junta Directiva de la Sociedad Española de Medicina Estética, sé que nuestra lucha es ahí, en conseguir la especialidad oficial. Mientras no tengamos esa especialidad oficial, sufriremos todo este tipo de intrusismo que denigra mucho el acto médico.
Comenzó con la medicina estética a finales de los 80, ¿cómo ha evolucionado esta disciplina en más de 30 años?
Pues, en primer lugar, no existía. Fuimos cogiendo algo de cada especialidad, al igual que, por ejemplo, hizo Oncología. Cuando nace Oncología, fue cogiendo de todas las especialidades su trocito hasta que dio lugar a una nueva especialidad que lo unificó todo. Hoy nadie comprende un tratamiento oncológico sin ir al oncólogo aunque esté coordinado con cualquier otra especialidad.
Lo mismo ocurre con la medicina estética, que nació como respuesta a esta inquietud que tiene la sociedad de mejorar su imagen. En ese sentido, la medicina estética ha ido incorporando disciplinas sin prescindir de la colaboración de otras especialidades.
Hay muchos tratamientos no quirúrgicos que está realizando el médico estético con total ciencia y rigor. Y no por eso vamos a prescindir del servicio de un cirujano plástico cuando hace falta o de la coordinación con un dermatólogo cuando consideramos que la lesión no es benigna.
¿Qué tratamientos se demandaban más entonces y qué se demanda más ahora?
A comienzos de los años 90, los tratamientos más demandados en medicina estética eran las dietas de adelgazamiento, los primeros rellenos de silicona y los tratamientos contra la celulitis, ya que era lo poco que existía entonces. No fue hasta 1994 cuando empezaron a desarrollarse los primeros peeling superficiales y rellenos más seguros.
En la actualidad, más de la mitad de los tratamientos se realizan con aparatología. Esta tecnología ha ganado protagonismo por su baja tasa de efectos secundarios, la escasa necesidad de baja laboral y la posibilidad de aplicarla en varias sesiones. Los rellenos faciales y el tratamiento de las arrugas de expresión es lo más demandado ahora.
¿Era antes la medicina estética más exclusiva que en la actualidad?
Cuando comencé en la profesión, la única opción real fuera de la estética básica era la cirugía plástica. Había un salto enorme entre hacerse una limpieza facial o una depilación con cera y pasar directamente por quirófano, sin alternativas intermedias.
Hoy en día, ese escalón intermedio sí existe. Los tratamientos médico-estéticos se han popularizado, son más asequibles, financiables y están al alcance de todas las clases sociales. Esto ha permitido que cualquier persona pueda acceder a ellos, del mismo modo que ocurre con muchos tratamientos odontológicos.
¿Es una percepción errónea, o cada vez más personas jóvenes están recurriendo a la medicina estética?
Es cierto, y es un problema. El médico estético creo que lo orienta muy bien. Quizás lo orientan peor los profesionales no médicos, ya que solo les interesa hacer el tratamiento. Si a nosotros nos viene una paciente muy joven y detectamos alguna dismorfofobia o detectamos alguna percepción anómala en su comportamiento, lo primero que hacemos es redirigirla.
Sí tratamos a las personas muy jóvenes que demandan tratar cicatrices de acné o las estrías cuando existe un desarrollo muy rápido. Esto sí hay que tratarlo, pero rutinas faciales, pues no. Y tratamientos inadecuados, tampoco.
¿Qué ocurre con la moda de los labios? Es lo más demandado entre la gente joven. Nosotros realzamos la belleza natural, que es diferente a poner unos labios desproporcionados con la cara y que realmente lo que indican es una patología estética de esa persona. Esto también lo hace muy bien el médico estético. No tanto así otros profesionales que nos desprestigian.
Cuando se habla de medicina estética, lo que viene a la mente es una paciente mujer. ¿Los hombres también participan de ella?
Justamente, de entre 5 y 10 años para acá ha aumentado hasta un 30 por ciento el volumen de pacientes masculinos que vemos en las clínicas. Los chicos cada vez quieren cuidar más su imagen porque también tienen inestetismos como, por ejemplo, de marcas de acné, casi más que las chicas.
Los hombres alrededor de 40 años quieren mantener la imagen que tenían con 30. Sí les hacemos pequeños retoques con total tranquilidad y sin caer en el exceso. También hay que tratar de forma diferente al hombre que a la mujer para no feminizarlo.
Aunque, por supuesto, el público mayoritario sigue siendo femenino.
¿Qué condiciones debe cumplir alguien para que un médico estético la acepte como paciente?
Lo primordial es que tiene que aceptar las limitaciones de su tratamiento. Es decir, no crearle al paciente una falsa expectativa, sino ponerlo en el plano real. Por ejemplo, un paciente que tiene un exceso de piel en los párpados. Se le indica que lo primero que tiene que hacer es acudir a un cirujano plástico que valore la intervención quirúrgica, porque nunca con ningún tratamiento de medicina estética vamos a conseguir quitar el 100 por ciento del exceso de piel. Jamás aceptamos a un paciente si no acepta las limitaciones de su propia necesidad.
¿Dónde termina la medicina estética y empieza la obsesión por la perfección y las expectativas?
Es muy sencillo: cuando un paciente acude desde el principio dejando claro que no quiere operarse, pero sí desea mejorar, y accede a iniciar un tratamiento, hay que observar su evolución. Si tras varias sesiones o tratamientos esa persona nunca queda satisfecha con los resultados, estamos ante un caso problemático.
Ese tipo de paciente, que constantemente muestra insatisfacción pese a las mejoras objetivas, suele tener un componente obsesivo. Desde la primera consulta dejamos claro que lo que ofrecemos es una mejoría, no la perfección. Por eso, cuando alguien no acepta esa premisa y persiste en su descontento, lo más probable es que el problema no sea estético, sino emocional o psicológico.