Volver a un restaurante en el que se han pasado momentos memorables hace que disfrutemos aún más que si visitáramos uno nuevo.

Hace unas semanas, comí en El Cairo, bar y restaurante ubicado en Reyes Católicos esquina con Pastor y Landero, y tanto me gustó mi vuelta a uno de mis lugares favoritos de Sevilla que regresé a su salón comedor dos días más.

Yo había frecuentado El Cairo con mi amigo Miguel Polaino y otros comensales a partir del año 2015 al igual que iba asiduamente a comer a Bodega Salas, de la misma familia y ubicado en la calle Almansa, la calle de atrás.

La cocina es muy parecida en ambos locales, tradicional y mediterránea, destacando los pescados, mariscos y arroces.

La decoración es distinta pero ambos negocios coinciden en el exquisito trato de los hermanos Salas y su personal, ya que nos reciben como amigos.

Cuando reservé El Cairo para comer hace un mes aproximadamente, invité a una alumna que había hecho las prácticas en mi bufete y colabora con nosotros. Y aunque últimamente frecuento más los restaurantes más cercanos al despacho, tomando un taxi estamos allí en cinco minutos.

Llegamos muy temprano tras salir de unas declaraciones en los juzgados del Prado, sobre la una de la tarde, coincidiendo en que ninguno de los dos habíamos desayunado, así que nos acomodamos en la barra del bar vacía en ese momento.

Y degustamos el exquisito arroz del día y un poco de jamón. Poco a poco fue llegando más gente pero nosotros estábamos en un lugar privilegiado apoyados en la barra de madera maciza y brillante en su estratégica esquina desde donde se divisa todo el bar.

Cuando eran ya las dos de la tarde, pasamos a una mesa del salón de las que a mí me gustan con vistas a la entrada junto al bar y también al ventanal de Pastor y Landero que ilumina poderosamente la sala.

Fue una grata sorpresa que una de las primeras personas que entraron al salón fuese Mario Conde, quien se acercó muy galantemente a saludarme al mismo tiempo que yo me levantaba para apretarle la mano y darle un abrazo.

Un poco de marisco y un buen pescado hizo que recordara aquellas largas comidas de antes de la pandemia, incluso con algunos amigos que ya no están, ayudado por las vistas a los botelleros y el pequeño mostrador que aparece en tantas fotos tomadas allí de recuerdo.

Y como siempre en todos los lugares donde uno repite, es esencial el trato dispensado por el dueño, Iván Salas, así como por su hijo Iván. Ambos son dos personas que saben cómo hacer que un cliente esté cómodo y bien atendido en su casa. Cómo no, el encargado y las camareras que amablemente nos atendieron.

Su sabroso helado de turrón y sus galletitas sirvieron para dejar un grato recuerdo de esta vuelta a uno de mis restaurantes preferidos en la ciudad, así que regresé los dos días siguientes primero con una abogada de mi bufete y después con Miguel Polaino, profesor de Derecho Penal, Vicedecano en la US y uno de mis mejores amigos.

Con Miguel almorcé muchas veces en El Cairo, compartiendo mesa en alguno de los encuentros con Noel Rivas, profesor de Teoría de la Literatura fallecido hace más de dos años, quien con sus relatos sobre la vida, los libros y las mujeres nos mantenía atentos a su fina conversación literaria y filosófica. Siempre sonriente y perspicaz, no podíamos dejar de contagiarnos con su risa espontánea y sincera.

Algunas abogadas y abogados también fueron mis compañeros de mesa allí en ese maravilloso lugar entre el Arenal y el centro de Sevilla, comidas que a veces coincidían con señaladas fechas como las Navidades o Semana Santa.

Igual que cuando iba a comer con mis hijos, mi mujer y mi madre. También con amigos como Jaime Contreras, amigo desde hace más de treinta años y que aún atiende mis invitaciones para acompañarme en la Clínica Legal Penal de Derecho con sus lecciones sobre oratoria y liderazgo.

Ir a El Cairo es como comer en Robles de Álvarez Quintero, Las Teresas o el Mesón de Don Raimundo, mis restaurantes favoritos en Sevilla, sin olvidar la cocina y la atención de Los Cuevas y el Periqui Chico.

Tengo amigos a los que les gusta variar continuamente de restaurante y conocer sitios nuevos, pero yo prefiero repetir donde como bien y me siento a gusto. Igualmente me ocurre en Madrid, Córdoba y otras ciudades de España, o cuando viajo al extranjero.