Es 7 de julio, San Fermín. Recuerdo aquellos cinco años de estudiantes en los que viví en Pamplona, aunque en realidad de lo que más me acuerdo es de aquellos viajes interminables en autobús o tren desde la estación de Plaza de Armas hasta la Plaza del Castillo. “Ya podría haber llegado a Nueva York”, pensaba entonces cuando llegaba a mi destino. De los Apeninos a los Andes. Preparado para pasar las 24 horas de adaptación de los once metros sobre el nivel del mar de nuestra ciudad a los 450 metros de la capital navarra… ¡Qué maletones! Sobre todo el de la última vuelta, que incluía dos caballetes y un tablero en el que había hincado los codos durante muchas horas.
En la ciudad se mueven las muñecas. Desde primeras horas de la mañana los abanicos comienzan a abrirse por las calles ¡Qué calor! “Ahora sí que ha llegado el verano”, comentan. Esa sensación de tener las piernas en el brasero cuando caminamos con pantalones largos por el sol… Soy de los que defienden las bermudas aunque cumplas más de 12 años, ya que no entiendo que en la playa puedas llevarlas y aquí, que hace 20 grados más, no. Hay bermudas y bermudas, como corbatas y corbatas.
“Los vecinos del centro tenemos derecho a hacer deporte” digo siempre a quien se extraña porque nos encontramos cuando voy camino del gimnasio. Es verdad. Eso de que al centro hay que venir elegante ya no se lleva. Y si no, fíjense en los turistas. Siempre hay que saber adónde se va…
Sevilla en el mes de Cayo Julio César ¿Una ciudad medio llena o medio vacía? Hay quien dice que ya se nota, aunque yo todavía no lo percibo. Tampoco lo han notado quienes el otro día tuvieron que hacer cola durante toda la noche para reservar hora para casarse en la iglesia de la Magdalena. Abrían a las nueve de la mañana y hubo gente que pasó la noche en la acera.
Lo de las bodas se ha ido de mano para convertirse en el set de rodaje de una película de efectos especiales. Todas las novias no son Madonna. Los que llevan los pinganillos no son guardaespaldas, sino empleados de la empresa de wedding planner; si ves al del vídeo grabando planos extraños podrás imaginar que son para el teaser de un minuto de duración que aparecerá a los pocos días en los perfiles de las redes sociales de los novios; y dile a la abuela que aquello que vuela no es un platillo volante, sino que se trata de un dron con gran angular que ofrecerá una visión del cortijo nunca antes vista. ¡Ay madre! ¡Qué estrés! ¿Con qué canción entran los novios?, ¿Quién cantará el salmo?, ¿Y las peticiones? “Todo tiene que terminar antes de las nueve que si no nos sentarán a cenar a las doce de la noche”. Organizar un evento de este tipo tiene más peligro que modificar el orden de las piezas de loza o cubiertos de un lavaplatos ajeno. O lo de la peluquería ¿en qué momento no pediste cita?
Otro año que pasa. Por SMS me llegó la de la ITV. Aunque en principio pensé que se trataba de un pishing, la verdad es que funcionó correctamente y la cerré con un mes de antelación. Lo de la Inspección Técnica de Vehículos es como lo del examen de Selectividad. Cuando te incorporas a la cola de la línea que te han asignado empiezas a sudar pensando que a lo mejor este año no lo pasas. En el fondo, todos tememos más la hora de la mano de obra del taller mecánico posterior que la seguridad que aporta la bombilla de un piloto fundido cinco minutos antes ¡Qué mala suerte!
Elige muchacho, “¿volante o maletas?”. Maletas van y maletas vienen. Es como lo de los tronkitos de Panrico: “Tronco va… Y tronkito viene”. Maleta para el campamentos de los niños, maletas para pasar el fin de semana en la playa, mochila para la piscina, neverita, sombrilla... “Yo no viajo para ir a alguna parte, sino por ir. Por el hecho de viajar. La cuestión es moverse” (Robert Louis Stevenson).
Dulce verano. A las nueve cierran la piscina. Agotados damos la primera cabezada en el sofá. Mañana será otro día. Hay jornadas en las que ya no encuentras tu edad en los termómetros de las calles. Mañana volverán los cuarenta a nuestras sombras. Al final, bien. Mucho ánimo. El otoño queda a la vuelta de la esquina...