Caballistas en la Feria de Abril.

Caballistas en la Feria de Abril. EP Sevilla

TRIBUNA ABIERTA

Votación de la Feria de Abril: Lo que el destino nos tenía reservado

Arquitecto y profesor universitario
24 abril, 2024 05:45

Hace ya algunos años que la magistral revirá de Montserrat en Molviedro se convirtió en tradición. De boca en boca, como las buenas costumbres. Seguro que les viene a la cabeza alguna marcha de Semana Santa rompedora, que resultándoles al principio un quebradero de cabeza, han acabado tarareando. Y apuesto a que ya les parece “de toda la vida”.

A este fenómeno lo bautizaron dos historiadores británicos, Hobsbawn y Rangers, como la “invención de la tradición”. Algo parecido a lo que les ocurre a los estampados de las faldas escocesas, los vestidos blancos de novia o las artes marciales, símbolos que son en realidad productos del XIX y el XX que, a fuerza de repetirse, parecen haber estado eternamente en el imaginario colectivo. Aquí, en Sevilla, no se habla siquiera de erradicar el pescaíto (Dios nos libre), sino de moverlo de sitio, recuperar la “milenaria” (léase la ironía) costumbre del “Lunes de Pescaíto”, lo que supone extender la Feria dos días más. A pesar del intento de boicotear los últimos días del actual modelo, la realidad supera la ficción: ni calles vacías, ni cáterings disgustados ni deslucimiento del Real.

La conocida capacidad narrativa de Sevilla, como escritora de mitos y leyendas, hay que respetarla y conservarla. Utilizarla como instrumento de campaña, invertir recursos públicos para llevar a los sevillanos a las urnas por algo ya votado y hacer que Sevilla aparezca en telediarios y programas de radio nacionales -con sus gramos correspondientes de una despreciable sorna- resulta cuanto menos extraño. Con la ciudad repleta ambos fines de semana, récords de actividad económica y la generosidad sevillana de compartir la alegría con el foráneo, uno se pregunta qué afán de ciudad pequeña, encerrada en sí misma y -quizás- elitista embriaga a ciertos dirigentes.

Este ayuntamiento no tuvo a bien consultar públicamente sobre el modelo de Festival de Cine Europeo (“tradición” consolidada para muchos) o el del premio literario Almudena Grandes, ni parece plantearse consultas sobre la tasa turística, la proliferación descontrolada de alquileres turísticos, la necesaria culminación de la SE-40 o la ignominia de las líneas de metro ausentes. Sin embargo, previa promesa electoral y como en un revés tenístico a la consulta de Juan Espadas de 2016, sí consideró oportuno y urgente abrir un debate, inexistente en la calle, sobre el modelo de Feria.

Durante su celebración, hace pocos días, se publicó lo que es un secreto a voces: el número de trabajadores andaluces en el extranjero se ha duplicado en la última década, a los que habría que sumar los 1,5 millones que viven en otras comunidades, y el difícilmente calculable número de sevillanos repartidos por la provincia. Entre esos emigrantes forzosos, muchos sevillanos abanderan nuestra ciudad y aguardan con celo la llegada de sus dos fiestas, trapicheando días sueltos de vacaciones con jefes desalmados y rutinas gélidas en el norte de Europa. Parece sensato devolverles la faena dándole ciertas facilidades para retornar. Su ciudad se lo debe. Como les debe el “derecho a la alegría” -concepto bautizado por el filósofo Johan Huizinga en 1938-, tan necesario en tiempos pospandémicos, y que por cierto tiene más años que el famoso Pescaíto. En concreto 35 más. Con un único fin de semana las posibilidades de pisar el albero se reducen a la mitad, aunque parece que en ciertos sectores interesa más un Pescaíto “de toda la vida” que compartir el alumbrao con sus hijos, sobrinos o hermanos expatriados.

Sevilla nunca fue tradicional, aunque sí soñadora y algo novelera: de aquí partieron los “astronautas” del quattrocento hacia las Indias, Magallanes y Elcano iniciaron un viaje hacia lo imposible (nuestro Muelle de las Mulas sería algo así como el Cabo Cañaveral de la época), y aquí se obró el milagro de construir una ciudad entera (¡y qué ciudad!) en los cinco años previos al 92. Nunca hubo miedo a cambiar, ni a renovarse, ni a innovar, mostrando una capacidad de adaptación y valentía que pocas ciudades tienen.

De hecho, la Feria es conceptualmente una fiesta cambiante, dinámica. Cuando tenía pocos años ya cambió su semblante ganadero por el lúdico. La valentía del traslado a los Remedios en 1973 sería hoy considerada por muchos una osadía digna de ser votada previamente en Estrasburgo. Si fuese por esos mismos, estaríamos todavía enlatados como sardinas en el Prado de San Sebastián. Nada habla más de la salud de una tradición que su capacidad de evolucionar y adaptarse. La vigorosa Feria será exitosa siempre y cuando sea capaz de digerir todo lo que le viene. Y el actual modelo, en millones de euros, litros de rebujito y número de sevillanas bailadas, por ahora, no tiene competidores.

El destino nos tenía reservados algunos momentos excepcionales, conservados en las mejores bodegas de la incredulidad: ver a San Benito abucheado en la Alfalfa, al Cristo de Burgos suspendiendo su estación de penitencia seis horas antes de salir o al antiguo alcalde de Tomares haciendo campaña por un voto contrario a la voluntad de hosteleros y restauradores.

Si no obedece al interés de los empresarios, ni de los exiliados, ni de muchos trabajadores que hacen su abril -el agosto sevillano- con horas extra, ni de aquellos que nos visitan, ¿qué explica la posición oficialista de la vuelta al mal llamado modelo “tradicional”?

La única razón posible es la de guardar y hacer guardar las esencias, evitando la llegada masiva de “los de fuera”. Una razón tan cuestionable como peligrosa (¿no colonizan acaso los sevillanos los Carnavales de Cádiz o las carreras de caballos de Sanlúcar?). No olviden que las esencias, como las sábanas, túnicas y trajes de flamenca, hay que orearlas de vez en cuando. El dilema no es más que ese: elegir entre una Sevilla que abraza, acoge y comparte universalmente el gozo de su Feria o una ciudad que, torpemente, se hace trampas al solitario reclamando un imberbe pasado glorioso. Ustedes dirán.

Sevillanos en el Real.

Votación de la Feria de Abril: El resultado de la votación será el show de ser sevillano

Anterior
Instalación de las vías de la nueva línea del Metro de Sevilla.

Nuevo hito en la línea 3 del Metro de Sevilla: ya están puestas las primeras vías

Siguiente