Muro fenicio aparecido durante las obras para recuperar la histórica taberna de la Cueva del Pájaro Azul, un templo subterráneo en la calle San Juan de Cádiz, junto a la Catedral.

Muro fenicio aparecido durante las obras para recuperar la histórica taberna de la Cueva del Pájaro Azul, un templo subterráneo en la calle San Juan de Cádiz, junto a la Catedral. EFE

Educación

Científicos sevillanos desmontan el mito de una de las civilizaciones que más tiempo estuvo asentada en Andalucía

El análisis de los genomas antiguos demuestra una escasa huella genética directa de las comunidades fenicias orientales sobre las poblaciones púnicas más occidentales.

Más información: Aceitunas para despegar de Sevilla a Londres: científicos sevillanos convierten basura en combustible para aviones

Publicada

La Universidad de Sevilla ha participado en un estudio internacional que replantea la herencia genética del mundo púnico. La investigación concluye que, a pesar de las profundas conexiones culturales y comerciales entre fenicios y púnicos, las poblaciones púnicas del Mediterráneo central y occidental apenas heredaron material genético de los fenicios del Levante.

Esta conclusión, inesperada para la comunidad científica, aporta una nueva perspectiva sobre cómo se expandió la cultura fenicia: no tanto por migraciones masivas, sino por procesos de transmisión y asimilación cultural.

El análisis de los genomas antiguos demuestra una escasa huella genética directa de las comunidades fenicias orientales sobre las poblaciones púnicas más occidentales. Esta es la idea que subraya el investigador principal del estudio, Harald Ringbauer.

La investigación, que ha estudiado restos de 210 personas enterradas en necrópolis fenicias y púnicas de todo el Mediterráneo, revela que estas últimas eran mucho más diversas genéticamente de lo que se pensaba.

En el caso de la Península Ibérica, el estudio ha incluido restos hallados en enclaves arqueológicos de relevancia como Villaricos (Almería), Almuñécar (Granada), Málaga, Cádiz y la isla de Ibiza.

Península Ibérica

En este ámbito, la Universidad de Sevilla ha tenido un papel destacado en el análisis sistemático de la necrópolis fenicio-púnica de Gadir, en la bahía de Cádiz.

De las diez muestras genéticas proporcionadas por la US, solo dos han ofrecido material apto para el análisis genómico, debido a las limitaciones de conservación del ADN antiguo. Proceden de los yacimientos de San Bartolomé / Chinchorros (en la actual Cádiz) y Torre Alta (en San Fernando), datadas entre el siglo VI y el II a.C.

En este sentido, el científico de la Universidad de Sevilla Antonio Sáez ha reconocido a este periódico que uno de los mayores retos que se han encontrado a la hora de ejecutar esta investigación es que "el ADN se suele conservar bastante mal".

Además, "reunir una cantidad tan elevada de muestras no es sencillo", ha insistido.

Origen variado

Según los investigadores, los perfiles genéticos encontrados en estos yacimientos indican un origen variado, con influencias del norte de África y del Mediterráneo central —principalmente Cerdeña y Sicilia—, así como de comunidades locales previas al asentamiento fenicio en la zona.

Esta diversidad de ascendencia refuerza la idea de que el mundo púnico era profundamente cosmopolita. Las pruebas demuestran que personas con orígenes muy distintos convivían y se mezclaban, incluso en lugares como Cartago, considerada uno de los principales centros del poder púnico.

El estudio apunta también a la existencia de vínculos familiares entre individuos enterrados en distintos puntos del Mediterráneo. Uno de los casos más llamativos es el hallazgo de dos personas —probablemente primos segundos— localizadas en yacimientos de África del Norte y Sicilia, lo que demuestra la magnitud de las redes de movilidad en esta época.

El caso de Cádiz

Además del estudio, publicado en la revista Nature, la Universidad de Sevilla lidera un proyecto más amplio sobre los fenicios en Cádiz, titulado El ADN de los antiguos fenicios en Cádiz. Una aproximación a su estudio a partir de las necrópolis insulares.

Coordinado entre 2022 y 2023 por la arqueóloga Dalit Regev en el Museo de Cádiz, este proyecto ha implicado a un equipo multidisciplinar, con participación destacada de los profesores Antonio Manuel Sáez y Eduardo Ferrer, del grupo HUM-152 de la US, así como expertos de centros mediterráneos y de la Harvard Medical School.

En este trabajo más ambicioso se han analizado más de medio centenar de individuos de distintas épocas, combinando el estudio genético con el análisis de objetos funerarios y tipos de enterramiento.

El objetivo es comprender cómo evolucionaron los perfiles genéticos en Cádiz desde el periodo fenicio hasta los primeros siglos de dominio romano, y cómo se relacionan esos cambios con identidades culturales y materiales.

El estudio subraya el papel clave del Mediterráneo como espacio de intercambios humanos, culturales y económicos. Como señala Ilan Gronau, profesor de la Universidad Reichman de Herzliya y uno de los coordinadores del trabajo, estas sociedades antiguas estaban profundamente conectadas entre sí.

La genética ofrece ahora una herramienta poderosa para desentrañar la historia de esas conexiones, especialmente en civilizaciones como la fenicia, de las que apenas se conservan registros escritos.