El escritor Rubén Amón.
Rubén Amón: "Veo a Morante toreando la Goyesca de Ronda, pero no puede desmentir una despedida tan perfecta"
"El empresario tiene la obligación de explotar el legado de Morante, la afluencia masiva de jóvenes a los toros".
"La emulación a Joselito no es solo estética, sino también la responsabilidad de la tauromaquia. Es un torero de masa, pero no populista".
"A Morante hay que entenderlo desde su oscuridad, desde su tragedia psiquiátrica, porque de ahí viene su luz".
El periodista Rubén Amón (Madrid, 1969) no quería arrepentirse de no contar la historia cuando estaba pasando delante de sus ojos.
La cornada que sufrió Morante de La Puebla el pasado mes de agosto en Pontevedra, que dejó coja a la temporada taurina, le hizo tomar conciencia de que tenía obligación de hacerlo.
Tenía que contar que el diestro cigarrero es el torero de arte que más ha mandado en la tauromaquia y que deja el mejor legado que podía dejar, los mimbres para que la Fiesta sobreviva.
La imagen de todos esos jóvenes con la edad en la boca arrojándose al ruedo para sacarlo en volandas, en la que se supone que fue la última tarde sobre el albero de su vida, arroja muchas esperanzas y un futuro prometedor para la Fiesta.
Amón es habitual en el programa de Carlos Alsina, en el de Susanna Griso y en El Hormiguero y presenta La Cultureta en Onda Cero, donde cada vez que puede mete la cuña taurina.
El periodista cree que los empresarios taurinos tienen la obligación de aprovechar esa corriente que Morante ha dejado. "No la pueden dejar escapar", remarca en conversación con EL ESPAÑOL de Sevilla.
Sin embargo, el escritor se moja y asegura que ve al torero toreando la Goyesca de Ronda o en alguna tarde esporádica, pero no de nuevo en una temporada al uso.
Es más, cree que Morante no puede desmentir una despedida tan perfecta como la que tuvo el pasado 12 de octubre en Madrid. "Con tanto dolor y tanta gloria". No obstante, sus caminos, como los de Dios, son inescrutables. Por eso escribe este ensayo Morante, punto y aparte porque no podía ser testigo de la historia y no contarla.
¿Cuándo surge la idea de escribir este ensayo?
Lo tenía pensado antes de que se despidiera por sorpresa el pasado 12 de octubre en Las Ventas. El libro coge conciencia cuando un toro en Pontevedra le pegó una cornada el pasado mes de agosto. Pensé que esa connotación trágica se añadía a una dimensión estética descomunal.
Pensé que lo que estaba sucediendo ese verano -una temporada excepcional en una carrera descomunal- había que plasmarlo en una gran crónica porque cuando tienes la historia delante es obligatorio contarla.
Como aficionado ¿ve a Morante haciendo de nuevo el paseíllo enfundado en un vestido de luces?
Espero que sí, deseo que no. Morante se despidió el pasado 12 de octubre de una manera tan perfecta, que si tuvieras que diseñar un final, no podría diseñarse mejor con el clamor de esa salida sobre los hombros de cientos de adolescentes. Esa despedida no tiene vuelta atrás.
Puede hacer cosas puntuales, pero no puede desmentir esa despedida de tanta gloria y tanto dolor. Su gesto saliendo a hombros tenía una expresión dramática en un final perfecto.
¿Lo ve más como José Tomás cuando ha toreado una o dos corridas al año?
Veo a Morante toreando la Goyesca de Ronda, por ejemplo, pero la dimensión que ha dejado de sí mismo y ese final legendario, no le conviene ni a su salud ni a su categoría, desmentirlo.
¿Tenía la sensación de que si a Morante lo cogía un toro, por el sitio que estaba pisando, lo mataba?
Con los adelantos médicos que hay hoy día que te mate un toro es una gran fatalidad. Morante no quería que lo cogiera, pero la sensación era que le daba igual. Eso explica la cantidad de volteretas que ha sufrido.
Sería una frivolidad pensar que toreaba para que lo matara un toro, pero es cierto que corría todos los peligros.
Usted es morantista de siempre, pero ahora parece que muchos se han apuntado a ese carro...
Quien dude de mi morantismo puede mirar todas mis crónicas. Claro que los toreros de arte son irregulares porque la reunión del toro ideal con la faena cumbre forma parte de lo excepcional, pero es que Morante es el torero más perfecto e imperfecto que hay porque la perfección sería casi un defecto.
Habla de la última temporada de Morante, pero ya durante la Covid-19 se echó el toreo a la espalda...
La emulación de Joselito no es solo estética, sino también por la responsabilidad de liderar la tauromaquia. Cuando hablamos de su talla histórica también es por el compromiso que adquiere cuando la tauromaquia está más amenazada.
Y por saber despertar el interés de un público sin conceder ni un solo guiño populista. Es un torero de masa, pero no populista. Hacer que la gente entre en tu tauromaquia siendo tan exigente es muy difícil siendo el emblema de la pureza.
No le quito méritos a Roca Rey, pero Morante ha logrado que los jóvenes le observen como un personaje genuino. Morante no es el flamenquito, sino el cante jondo.
Si tuviéramos que explicar a un publicista de Hollywood un caso de comunicación como el de Morante, sin página web ni estrategia de marketing, no sé lo que dirían, pero es por todos esos motivos.
El nuevo empresario de Sevilla, José María Garzón, asegura que "hace falta la ayuda de Dios para confeccionar una feria sin Morante"... Como aficionado ¿piensa igual?
El tamaño de su ausencia es tan gigantesco como el hueco que deja, pero el empresariado taurino tiene la obligación de aprovechar su legado y es la máxima afluencia de jóvenes a los toros, a los que ha educado en su canon de la tauromaquia. Tienen que aprovechar esa herencia.
Hablando de empresarios ¿qué le parece la elección del nuevo empresario de la plaza de toros de Sevilla?
Garzón ha demostrado que tiene ingenio, capacidad de trabajo e inteligencia para rehabilitar plazas que estaban condenadas al fracaso, pues imagínate lo que supone poner ese talento al servicio de una plaza tan relevante como la Maestranza.
Garzón es un emblema del nuevo empresario taurino y las incomodidades del viejo avalan aún más su trayectoria. Si alguien puede gestionar a la Maestranza de Sevilla es él desde luego.
A lo largo de la historia la tauromaquia ha pasado por muchos estados, ¿cree que parte de sus horas más bajas se debe a su gestión desde dentro?
La tauromaquia está mal gestionada. La idea que prevalece en algún empresario de que hay que saquear los últimos años que quedan y no aprovechar la actual afluencia masiva de jóvenes, es una cuestión absolutamente cortoplacista. Por eso digo que la clase empresarial tiene ahora una gran oportunidad.
A nivel político también se ha visto muy amenazada ¿cree que Ernest Urtasun, ministro de Cultura, por su política contraria es el que más la está favoreciendo?
A los toros le ha convenido siempre los partidos de la izquierda, que la han dejado en la contracultura. Los toros son el emblema de la provocación y le conviene un gobierno censor.
Por ejemplo, a Morante se le percibe como una figura política de la ultraderecha y es una expresión cultural de vanguardia.
Tampoco nos debe preocupar que los toros no estén en los medios de comunicación tradicionales, ya que la afluencia a las plazas y las audiencias en las televisiones autonómicas son un reflejo de lo que está pasando también por la información que circula a través de canales no convencionales, que consumen mucho los jóvenes.
Por último, ¿hay alguna parte del libro que le haya costado más expresar?
No. Lo he escrito en cuatro semanas, quizás la parte más intensa ha sido la oscuridad de Morante, su tragedia psiquiátrica. A Morante hay que entenderlo desde esa oscuridad porque de ahí viene su luz. Y de todo ello hemos sido testigos y he tenido que contarlo.