Álvaro Domecq Romero montado a caballo en una imagen de archivo en Jerez.
Adiós a "don Alvarito" Domecq, el visionario ecuestre que 'bailó' con sus caballos e hizo de su legado un patrimonio cultural
En 1975 fundó la Real Escuela Andaluza de Arte Ecuestre y su famoso espectáculo 'Cómo bailan los caballos andaluces'.
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Don Álvaro Domecq Romero, aunque para muchos seguía siendo Alvarito a sus más de 80 años, ha fallecido en su localidad natal, que estará tres días de luto por la muerte de uno de sus vecinos más laureados.
En sus últimos años, el médico le aconsejó que no montara a caballo, pero no lo acató. Desde que nació se crió a lomos de los de su padre, el famoso rejoneador don Álvaro Domecq y Díez, en la finca de Los Alburejos.
Sabía que el final iba a ser el mismo tarde o temprano y prefirió siempre disfrutar. Rejoneador y también ganadero y bodeguero, fue un visionario en muchos sentidos.
En 1975 fundó la Real Escuela Andaluza de Arte Ecuestre y convirtió la vocación y el legado que le dejó su padre en patrimonio cultural.
Suya fue también la idea de ponerlos a bailar en el espectáculo 'Cómo bailan los caballos andaluces', que le sirvió como vehículo para mostrar a todo el mundo desde Jerez su capacidad para mezclar la doma tradicional con una visión moderna e internacional de los caballos de pura raza española.
Pero antes también marcó un antes y un después en el mundo del rejoneo. Durante la década de los 60 y 70 no hubo feria taurina en España, Francia, Portugal y América que se les resistiera a los 'Cuatro jinetes del Apoteosis'.
Álvaro Domecq fue uno de ellos, junto a los hermanos Ángel y Rafael Peralta y José Samuel Lupi. Juntos fueron capaces de consolidar el toreo a caballo como una disciplina con entidad propia.
El jerezano debutó en público el 13 de septiembre de 1959 en la plaza de toros de Ronda y se despidió el 12 de octubre de 1985 en la plaza de toros de Jerez de la Frontera, tras una carrera brillante en el toreo a caballo.
También destacó en su faceta como criador de toros bravos del hierro de Torrestrella, que fundó su padre, íntimo amigo de Manuel Rodríguez 'Manolete', y que él impulsó con criterio firme llegando a lidiar en las principales ferias del panorama taurino en ese paraíso terrenal ubicado en Medina Sidonia llamado Los Alburejos.
Toros de su hierro permitieron triunfar a toreros de la talla de Curro Romero, Francisco Rivera 'Paquirri', Espartaco, Enrique Ponce, El Juli y muchos más.
La venta de Los Alburejos
Sin embargo, en la última década el número de corridas que lidiaba menguó y se vio abocado a principios de 2020 a vender su emblemática finca de más de 600 hectáreas a unos propietarios ajenos al mundo taurino por 20 millones de euros.
En aquellas fechas, en una entrevista a ABC, al ganadero no le tembló el pulso. "Las figuras solo quieren cuatro ganaderías . No se salen de ese circuito. Y claro, así es muy difícil que nosotros podamos sostener, por ejemplo, una finca así".
Sin embargo, siguió con su vocación por la crianza del toro bravo, junto a sus sobrinos Luis y Antonio -él no tuvo hijos-, en la finca El Carrascal, en Benalup, con el mismo espíritu que ha definido a este hierro desde que fue fundado en la década de los 50.
El polifacético jerezano también fue bodeguero. Lo que es hoy Bodegas Álvaro Domecq se remonta a 1850, año en el que se funda Bodegas Pilar Aranda. Ella fue la primera mujer bodeguera del Marco de Jerez y el ganadero la adquirió en 1998.
Por su manera de andar por la vida, tanto en el ámbito profesional como personal, ha sido reconocido en multitud de ocasiones.
Es Medalla de Andalucía 2024 en la categoría de 'Proyección de Andalucía'; Hijo Predilecto de Jerez; medalla de oro de la Asociación de Escuelas Taurinas de Andalucía; premio del Clúster turístico; premio Augusto Ferrer-Dalmau de la Academia de la Diplomacia, y premio Internacional del Caballo.
Su cuerpo se ha velado en su casa, donde cientos de amigos, familiares y representantes institucionales han podido despedirse de su ilustre vecino, que será enterrado este mismo miércoles en la Catedral de Jerez, donde empezó y acabó todo, aunque su obra perdurará en el tiempo.