Una camioneta embarrancada en un camino rural de Nombela (Toledo). Lleva toda la noche ahí atascada. No sale ni hacia delante ni hacia atrás. Dentro de la cabina esperan dos hombres: el conductor y el copiloto. Despunta el alba en el pueblo y aparece la Guardia Civil. Mientras los agentes deciden cómo sacar el vehículo del atolladero, les preguntan a los dos varones qué hacen allí. Ellos no saben qué contestar.

Les siguen interrogando, hasta que la puerta de la caja del camión se abre un poco. Lo suficiente para que empiece a manar un hilo de sangre desde dentro. Silencio y sorpresa general. El camino da a una finca donde se practica la caza, por lo que los agentes creen que transportan algún tipo de ganado muerto y ese es el origen de la sangre.

"¿Lleváis cochinillos?", pregunta uno de los guardia civiles. El conductor de la camioneta, sin demasiada fe, responde que sí. Que lleva cochinillos. Que de ahí procede la sangre. Finalmente abren la compuerta para salir de dudas. Lo primero que aparece es una pierna humana. Es el cadáver de Rosa, la mujer de 66 años que contrató a ambos (y aún se investiga si a un tercero) para que le ayudasen con la mudanza. 

Sangrienta mudanza

En Nombela siguen en shock. Es un pueblo que no llega a los 900 habitantes. "Aquí nunca pasa nada. Yo me dejo el coche abierto en la calle todas las noches y ahí está", asegura un vecino que todavía no da crédito a lo sucedido. Lo cuenta justo enfrente de la finca de Rosa, la víctima. La puerta está precintada por la Guardia Civil. En el asfalto, los restos de un enorme charco de sangre que a duras penas han podido limpiar. 

"En Nombela nos conocemos todos. Y a ella no la conocía nadie. Es decir, sabíamos quién era, pero no vivía en el pueblo. De Nombela era su madre y aquí vivía su padre, que era un militar al que le decían el 'Tío Limón'. Pero ella vivía en Madrid desde hace años. Hace mucho tiempo que rompió el contacto con su familia del pueblo", nos aclara otra vecina, que se confiesa "aún asustada por el crimen y por tantas cámaras que han venido aquí estos días".

La puerta sigue acordonada por la Guardia Civil DLF

La víctima mortal era Rosa Limón, de 66 años y residente en Madrid. Una rica heredera. Su padre, el militar, le dejó varios inmuebles en Vallecas que le permitían vivir de las rentas. En el pueblo de Nombela también le legó propiedades: varias hectáreas de tierra y una finca que ella ahora quería rehabilitar. Tal vez para vender, tal vez para alquilar, tal vez para establecerse en el pueblo. Por ello había contratado a tres hombres que le tenían que ayudar con la mudanza.

Mucho alcohol

Con tal fin llegaron los cuatro al pueblo el domingo por la tarde. Eran tres varones, de origen latinoamericano, y Rosa, que vestía una gorra hacia atrás. En lugar de ponerse manos a la obra, lo que hicieron los cuatro fue meterse en un bar de la plaza del pueblo.

Momento de la detención por parte de la Guardia Civil

Cuentan testigos presenciales a EL ESPAÑOL que el grupito se pasó toda la tarde bebiendo cervezas. "No montaron jaleo. Hablaban entre ellos y si pidieron 15 cervezas, las pagaron", explica uno de los que estuvo allí toda la tarde y que en un momento dado se hizo un selfie. Justo detrás aparecen los 3 hombres y Rosa, todos de espaldas y sentados en torno a una mesa. 

De los 3 varones, uno se retiró antes de tiempo. Quedaron dos: un venezolano y un cubano (con nacionalidad española) llamado Roberto que se dedica a hacer mudanzas y a llevar material de conciertos de un grupo de música cubana radicado en Madrid. El tipo, con la alegría de las birras, repartió tarjetas de visita a todos los parroquianos del bar. Roberto hace mudanzas, traslados al aeropuerto y otros servicios a la carta (y sin factura). En una de las tarjetas, su eslogan: "Seriedad y puntualidad". Todos los que recibieron tarjetas lo recuerdan: "Sí, serios sí que son esos tíos", suelta uno, aún con el susto en el cuerpo. 

El tono de la conversación que mantenían estos dos individuos con Rosa era amistoso. Demasiado empalagoso en ocasiones. Tanto, que uno de los parroquianos se fue en un momento dado para Rosa: "No somos amigos, pero la tengo vista y le fui a preguntar si habia algún problema. Ella me contestó, riendo, que "estos se creen que aún tengo 30 años", pero la cosa no pasó de ahí", concluye ese vecino.

Matar y cargar

Poco antes de la medianoche se fueron los tres hacia la finca. Sólo ellos saben lo que pasó allí dentro. Fuentes del entorno de la víctima consultadas por EL ESPAÑOL sostienen que los tipos intentaron sobrepasarse con ella y que Rosa se negó. Que hubo un forcejeo y que ella intentó escapar corriendo de la finca. Uno de los dos individuos salió en pos de ella con una barra metálica y le dio alcance ya en la calle. En la puerta misma de la finca le asestó un brutal golpe en la cabeza que resultó letal.

El interior de la finca de Rosa DLF

"Está claro que profesionales del crimen no eran", cuenta otro de los vecinos, explicando la chapuza que siguió a continuación. El crimen no estaba premeditado, pero los dos hombres se vieron, en mitad de la noche, con un cadáver en el asfalto. En lugar de llamar a la policía y entregarse, optaron por cargar el cuerpo inerte de Rosa en la caja de la camioneta. Acto seguido, se subieron y arrancaron, buscando un paraje remoto o inaccesible donde abandonar a la víctima.

Fin de trayecto

Ninguno de los dos es de Nombela. Ninguno de los dos se conoce los sinuosos caminos rurales que rodean al pueblo. Emprendieron ruta hacia arriba, a la aventura. Confiaban en llegar a algún barranco apartado donde desprenderse del cadáver. Pero lo que se encontraron fue que el camino cada vez se hacía más estrecho. Llegó un momento en el que resultaba imposible dar la vuelta. Sólo les quedaba el recurso de la huida hacia delante, literalmente. 

Los tres implicados y la víctima (con gorra), bebiendo la tarde del domingo DLF

El camino da a una finca privada con el paso cortado. Fin de trayecto. El conductor intentó hacer maniobras para dar la vuelta, pero la camioneta se atascó en mitad de la pista. Allí pasaron casi toda la noche. Llamaron al tercer tipo que estuvo en el bar con ellos, para que viniera con una pick up y los sacase de allí. El hombre vino, pero les confesó que aquello era imposible, que iban a necesitar una grúa. Y ellos, con toda la sangre fría, pidieron a una grúa. 

También apareció por la zona un forestal, extrañado por la presencia de una camioneta de mudanzas en una zona donde no tendría por qué estar. Los que llegaban iban preguntando a los de la mudanzas qué había pasado. Ninguno de los dos soltó prenda. Permanecían, eso sí, tranquilos en todo momento. Inalterables a pesar de llevar un cadáver metido en la camioneta.

Rosa tenía 66 años y vivía en Madrid

Finalmente apareció la Guardia Civil, que les empezó a interrogar. Llegaron sobre las 9 de la mañana, alertados por un vecino. Abrieron un poco la puerta de la caja y del interior empezó a brotar un reguero de sangre. Los agentes les preguntaron si lo que llevaban era ganado. "Sí, llevamos cochinillos", dice un testigo presencial que contestaron, con todo el aplomo el mundo. Cuando abrieron las puertas, allí estaba el cadáver de Rosa. 

La Guardia Civil los detuvo a ambos, ya por la mañana. La camioneta la tuvieron que sacar de allí con una grúa. Y la investigación sigue su curso. El Delegado de Gobierno de Castilla La Mancha anunció ayer a última hora que se iba a producir una tercera detención, con toda seguridad la del tipo que les acompañó durante toda la tarde y luego se largó. Ahora serán ellos los que tengan que explicar qué pasó esa noche en la finca de Rosa Limón. 

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