Se llaman Rocío y David Flores Carrasco. Ella tiene 24 años y él, 22. Y desde hace más de dos décadas, estos dos hermanos han sido (y son) víctimas de una guerra sin cuartel, mediática y en los juzgados, entre sus padres: Rocío Carrasco Mohedano (43) y Antonio David Flores (45). Un guardia civil malagueño que poco después de casarse con la hija de la fallecida Rocío Jurado vio, igual que su exmujer al principio, más futuro a eso de dedicarse a la prensa y la televisión a golpe de exclusiva que a cualquier otra cosa.  

Algo que a este prematuro matrimonio —se casaron con apenas alcanzada la mayoría de edad le funcionó hasta que decidió divorciarse, en 1999. Fue entonces cuando ella, también llamada Rociíto, decidió guardar silencio en los medios (para, supuestamente, proteger a sus hijos) y su exmarido comenzó a explotarlos más que nunca. Una dedicación que en poco tiempo le valdría de una silla fija en numerosos programas de Telecinco, y que mantendría hasta hace unas semanas cuando la cadena de Paolo Vasile decidió despedirlo fulminantemente. 

Este domingo se emiten los capítulos 4 y 5 de la docuserie 'Rocío, contar la verdad para seguir viva', que abarcan los sucesos ocurridos desde julio de 1999 a enero de 2001 en la vida de la pareja y su entorno.

Desde entonces, se cuentan por decenas las exclusivas y entrevistas en medios de comunicación de Flores sobre su exmujer y sus dos vástagos. En las que habla sobre la dejación de funciones de la madre con sus vástagos, el "dolor muy bestia" que les ha provocado, su imposibilidad de pagar el psicólogo a su hija mayor, Rocío, o en las que hace pública la enfermedad congénita que sufre su hijo David, siendo todavía este último menor de edad, en enero de 2017. "Rocío ha gestionado el problema de salud de su hijo de una manera penosa", sostenía el excolaborador televisivo sobre su exmujer en una publicación.

La portada que protagonizó Antonio David Flores, en 2017.

 

En paralelo, desde que decidían tomar caminos distintos, el exmatrimonio se enfrentaba a un durísimo litigio judicial por la separación, al que se añadía la guerra por la custodia de los hijos. En 2003, el juzgado decidía otorgar la custodia compartida a ambos padres. La cuestión, no obstante, no quedaba ahí. A esa causa le seguirían otras tantas y de diferente índole, mientras los hijos pequeños dejaban de serlo, comenzaban a sufrir las consecuencias de ver a sus padres enfrentados día sí, día también, y no tenían más opción que posicionarse a favor de uno o de otro. 

Batalla

Demandas de la madre al padre por vulnerar derechos fundamentales de lo hijos, del padre a la anterior por maltrato hacia su hija [tras lo que esta última decidiría vivir por decisión propia indefinidamente con Antonio David Flores] y finalmente la denuncia de Rocío Carrasco, en diciembre de 2016, por un delito de lesiones psicológicas continuado y causado por su exmarido en la vida privada, a través de la vía judicial, y de los medios de comunicación, que había desembocado en un trastorno de ansiedad y depresión de la denunciante. Ninguna de las anteriores causas prosperaría. Pero sí habría una condena, la de la hija mayor de la expareja, Rocío Flores, por un delito de maltrato habitual, amenazas e injurias continuadas a su madre, Rocío Carrasco, después de que el Juzgado de Menores número 4 de Madrid tomase cartas en el asunto en 2013.  

La batalla legal y mediática entre todas las partes terminaría por dinamitar la relación de los dos hijos con su madre, que desde hace más de siete años no ve a su primogénita, y desde hace cuatro, al más pequeño. Tras cumplir la mayoría de edad, David Flores también decidiría vivir con su padre que, por aquel entonces, seguía haciendo acudiendo a los platós de televisión. Rocío Carrasco, desde ese momento, se quedaba al margen del conflicto, en su caso, jurídico. 

Antonio David Flores y Rocío Carrasco

Todo siguió así hasta el pasado 21 de marzo, cuando Rociíto regresó para romper un silencio de más de 20 años en televisión y narrar en 12 episodios del documental el porqué del mismo, de la nula relación con sus hijos y de una vivencia de maltrato que no se ha reconocido judicialmente. Su desgarrador testimonio, en el que ha calificado a sus hijos como víctimas del padre y ha relatado episodios de maltrato físico y psicológico sufridos por Antonio David Flores durante dos décadas, ha calado en todo el país. Y ha hecho cambiar, en su mayoría, la opinión de quienes durante todo este tiempo habían pensado que Rocío Carrasco simplemente había sido una mala madre. 

En cuestión de minutos, Rocío Carrasco y, por alusiones, Antonio David Flores, se convertían en el tema de debate nacional. Periodistas, tertulianos, tuiteros e incluso políticos se posicionaban a favor o en contra de uno de los protagonistas. Sin ir más lejos, la ministra de Igualdad, Irene Montero, entraba en directo al día siguiente en Sálvame (Mediaset) para condenar públicamente al exmarido de Rociíto. Carrasco y Flores estaban en boca de todos, pero muy pocos se acordaban de los más pequeños de la exfamilia. Para los que tal vez este programa es solo un capítulo más que se suma a veinte años de sufrimiento. 

Rocío y David

Los hijos de la expareja, David y Rocío Flores.

Porque si realmente hay dos víctimas en esta contienda, esté la verdad en las palabras de Rociíto o en las de su exmarido, son los dos hijos que comparten: Rocío y David Flores Carrasco. Con quienes sus padres, de un modo u otro, han hecho negocio desde el minuto en que nacieron, enfrentamiento tras enfrentamiento. Y, posiblemente, sin pensar en las consecuencias que este clima podía causarles. No debe pasarse por alto que la hija de Rocío Jurado también ha cobrado. Sobre el dinero que ha podido recibir por su serie en Telecinco se ha especulado más que concretado: se ha barajado la cifra desde 1 millón hasta 200.000 euros por capítulo. En total son 12. ¿Qué consecuencias psicológicas ha podido y puede causar esta situación a Rocío y David Flores? ¿Hasta que punto es lícito que un padre se lucre de sus hijos durante 20 años?

"Es verdaderamente dañino para ellos", afirma Barbara Zorrilla, psicóloga forense y especializada en violencia de género, en declaraciones a EL ESPAÑOL. Según cuenta esta experta, que además participó en el debate del primer capítulo de la docuserie de Rocío Carrasco, dicho programa afecta "negativamente" a los vástagos principalmente porque ellos tienen construida una imagen sobre sus padres y ver estos episodios pueden dañarla. "Los esquemas mentales nos dan seguridad y verlos cambiados te genera cierta desconfianza. No obstante, lo que más les afecta es el conflicto de lealtades entre sus padres", sostiene. 

Un escenario en el que los dos hijos son protagonistas desde que tienen uso de razón, lo que acentúa todavía más las consecuencias psicólogicas a largo plazo. "Cuanto más pequeños sean, más graves son las secuelas. Con esos comportamientos ellos construyen su forma de apego. Es habitual que los menores puedan experimentar problemas para relacionarse con un grupo de iguales, que muestren agresividad, que se aíslen, que se sientan culpables, tengan baja autoestima... También es frecuente la sintomatología depresiva y ansiosa", apunta Zorrilla. Efectos que en el caso de una persona con discapacidad, dice esta psicóloga, como es el caso del hijo menor de Carrasco y Flores, pueden desembocar en una "vulnerabilidad mucho mayor". 

Teniendo en cuenta dichas consecuencias, lo que cabe preguntarse es por qué nadie ha impedido a ambos progenitores lucrarse mediáticamente de un conflicto en el que estaban implicados sus hijos. Virginia de la Cruz Burgos, abogada de derecho de familia, tiene claro que en este caso ha habido una total dejación de funciones por parte de la Fiscalía de Menores.

"No tengo ninguna duda de que lo que ha hecho, al menos el padre, es ilícito, ha utilizado a los menores en los medios de comunicación. Pero, al mismo tiempo, es él, que tiene la patria potestad, y su madre los que son responsables de cómo utilizar su imagen", argumenta esta letrada. Además, De la Cruz insiste en que el hecho de que un progenitor tenga el consentimiento del menor, no quiere decir que no se hayan vulnerado sus derechos. 

Derechos del menor

Rocío Carrasco, en un fragmento de su docuserie. Telecinco

Y es por eso por lo que, al advertir el Ministerio Público que sus padres no están protegiendo debidamente a sus hijos, dice esta abogada, habría debido actuar. Así se establece en el artículo 158.3 del Código Civil, que "autoriza al fiscal a solicitar al Juez que adopte las disposiciones que considere oportunas a fin de apartar al menos de un peligro o de evitarle perjuicios". También en el artículo 4 de la Ley Orgánica 1/1996, que reconoce el derecho al honor, a la intimidad personal y familiar y a la propia imagen de los menores. Donde en el párrafo segundo se expone que "determinará la intervención del Ministerio Fiscal la difusión de información o la utilización de imágenes o nombres de los menores en los medios de comunicación que pueden implicar una intromisión ilegítima en su intimidad, honra o reputación, o que se contraría a sus intereses". 

De este modo, si el fiscal, y por ende la Administración, ven que se está vulnerando un derecho del menor, pueden establecer de inmediato medidas cautelares y de protección previstas en la ley. Para eso, no obstante, ya es tarde, pues Rocío y David Flores son mayores de edad desde hace años. Pero eso no impide que ahora, de motu proprio, sean ellos los que puedan demandar a su madre por estar utilizando sus imágenes siendo menores en el documental y por el daño que eso les está causando. No obstante, también podrían hacerlo contra su padre por haber hecho lo mismo en televisión y en numerosas publicaciones. 

¿Podrían solicitar entonces los hijos de Rociíto y Antonio David la cancelación de Rocío: contar la verdad para seguir viva? Afirmativo. "Podrían demandar a la madre por una vulneración de su derecho al honor, a la intimidad y a la propia imagen, puesto que en el documental se están utilizando imágenes de ellos cuando eran pequeños y sin su consentimiento. En este caso, cabría reclamar una indemnización y solicitar como medida cautelar la cancelación de la docuserie o una rectificación. Yo veo bastante factible que ocurra y es más, que pudiese prosperar", asegura Virginia de la Cruz. 

Bastante improbable

Blanca Subiñas, magistrada con servicio en el Juzgado de Menores número 1 de Burgos desde hace más de 14 años, también plantea la posibilidad de que los hijos de Carrasco pudieran interrumpir la emisión de la serie documental, pero a partir de la Ley Orgánica 1/1982 de 5 de Mayo que, en su artículo 3, establece que si el fiscal tiene conocimiento de que, sin notificarle el consentimiento, se pueda producir la lesión en los derechos del menor, pueda solicitar del Juez la suspensión de la actividad lesiva. No obstante, esta jueza lo ve bastante improbable. "Podrían admitirlo, pero el padre ha utilizado su imagen mientras eran menores y nunca se han manifestado en contra de ello...", apunta.  

Rocío Carrasco y Antonio David Flores, en una imagen.

Dejando a un lado esta posibilidad, esta magistrada va más allá y busca un porqué a todo este conflicto. Una clave que, según explica, estaría en la pérdida del vínculo maternofilial después de que Rocío Flores fuese condenada por un delito de maltrato continuado a su madre, Rocío Carrasco. 

Para ello, debemos retroceder al 4 de marzo de 2013. Día en el que el Juzgado de Menores número 4 de Madrid condena a la hija de Rociíto, que tiene 15 años en ese momento, por un delito de maltrato habitual, un delito de maltrato, una falta continuada de amenazadas y otra de injurias. Es entonces cuando el tribunal le da dos opciones para cumplir con la pena: 60 horas de prestaciones en beneficio de la comunidad o mantenerse durante 6 meses de libertad vigilada, lo que suponía ser sometida a evolución durante ese periodo. Eligieron la segunda opción. Un periodo que acabó el 2 de abril de 2014, con una evolución favorable y que marcaría el fin definitivo de la relación entre madre e hija. 

Una desenlace, no obstante, que el Ministerio Público habría intentado subsanar antes de que la menor fuese condenada, según consta en un informe pericial a solicitud de la Fiscalía. En él, según adelantó Vanitatis, se plantea una recomendación. "Se habló con Rocío Flores de la posibilidad de trabajar con su madre en un programa de mediación, pero a la menor y a su padre les parecía una aberración total la posibilidad ya que sería asumir cualquier responsabilidad respecto al hecho denunciado". 

Y es ahí, en esa negación, donde podría estar el quid de la cuestión. "Lo que aquí se puede ver es una mala gestión de quienes tenían que cuidar a sus hijos, que son ambos padres. Desde mi punto de vista, no ha habido una protección absoluta por el conflicto que han tenido los padres. Lo vemos en muchos divorcios traumáticos, se utiliza a los hijos como arma arrojadiza. No es alienación parental. Eso no existe, tanto los padres como las madres utilizan a sus hijos para ponerlos en contra de uno u otro", detalla Subiñas. 

Recuperar el vínculo

Y, por eso, ante tal escenario y con el añadido de haber sido condenada por un delito de maltrato hacia su madre, dice esta magistrada, "lo más aconsejable, aunque podía vivir con su padre, hubiese sido que la menor entrase en un centro de convivencia". "En un divorcio muy conflictivo, que el menor infractor se vaya a vivir con el otro progenitor desencadena la ruptura del vínculo. Y un padre no se puede negar a que haya una mediación, menos cuando hay una condena penal sobre una adolescente. En su caso, debería haberse trabajado la restauración del vínculo entre madre e hija y eso nunca se llevó a cabo", explica esta jueza. 

Sobre la utilización de los menores por parte de los padres en un inminente divorcio, también se pronuncia la conocida periodista y psicóloga Irene Villa. Quien en más de una ocasión ha hablado públicamente de la importancia de la protección a los más pequeños. Y más ahora, después de divorciarse de su marido, Juan Pablo Lauro, con el que tiene tres vástagos. 

"Para mí lo más doloroso, injusto, terrorífico y malvado de lo que expone Rocío Carrasco, es que su exmarido le amenazase con quitarle los hijos y lo cumpliera. Desgraciadamente existen muchos casos en los que esto ocurre. Siempre defenderé que los hijos tienen padre y madre. De hecho, creo que lo más justo, siempre y cuando se pueda es la custodia compartida. Y por supuesto jamás hablar mal a los hijos del excónyuge". 

— ¿En qué crees que han fallado Rocío y David con sus hijos? ¿Han estado desprotegidos?

— Las relaciones conflictivas tienen victimas colaterales: solo hay que mirar por el bien de los hijos para ceder, respetar, ser generoso... Creo que lo más importante es el consenso respecto de los hijos: ambos han de proteger sus intereses y el principal es dejar a un lado esas batallas interminables. Siempre hay que buscar una solución que beneficie a los hijos. Cualquier rencilla, por pequeña que parezca, condiciona a nues­tros hijos hasta el punto de amargarles la existencia. Yo me acabo de divorciar y ninguno de mis hijos ha visto una discusión o malas palabras por nuestra parte. Los hijos son sagrados y no deben tocarse. 

¿Llegarán algún día a un entendimiento Rocío Carrasco y su exmarido Antonio David Flores por el bien de sus hijos? Por lo pronto, parece que solo estamos asistiendo a un capítulo más de una guerra interminable. 

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