Soumia Elouali Hanini, la única mujer que comercializa burkinis en España.

Soumia Elouali Hanini, la única mujer que comercializa burkinis en España.

Reportajes

Soumia, la magnate de los burkinis: los confecciona en secreto en talleres españoles

  • Ninguna cadena española lo comercializa aún: El Corte Inglés estuvo a punto de hacerlo pero se echó atrás por la polémica que suscitó esta prenda. 
  • Reside en Cantabria, es estudiante de Psicología en la UNED y tiene un hijo de 21 años. 
5 agosto, 2018 01:57
Rabat (Marruecos)

El burkini básico en rojo y negro está agotado, pero las mujeres musulmanas que quieran ir este verano a la playa o a la piscina todavía están a tiempo de comprar otros modelos en diferentes estilos y colores, con precios que oscilan entre 48 y 65 euros.

La marca Sumaya Style comercializa burkinis pensando en las mujeres musulmanas que llevan pañuelo y que quieren disfrutar de la playa o la piscina. Detrás está una empresaria hispano-marroquí, Soumia Elouali Hanini. La primera mujer en España, y de momento la única, con un negocio de bañadores halal (permisible) que define las prácticas permitidas por la ley islámica.

Soumia diseña, confecciona, distribuye y vende burkinis, que dejan solo al descubierto el rostro, las manos y los pies. Ella es musulmana practicante pero no lleva velo. Es una mujer de 42 años moderna, que se cuida, con una melena llamativa y una figura espectacular. Sorprende por su elegancia.

Soumia Elouali Hanini, diseñadora de burkinis

El burkini o "cómo darle espacio a la mujer en público"

Sin embargo, entiende el burkini como una oportunidad de mercado para las mujeres que llevan velo, a las que respeta y que, “tienen derecho a lucir diferentes prendas e ir elegantes porque la mujer marroquí es presumida y le gusta cuidarse”. Además, en el caso de la ropa de baño es una “cuestión de comodidad y de darle un espacio a la mujer en los lugares públicos”.

La idea se le ocurrió en uno de sus viajes al ver a las mujeres bañarse con ropa de calle. “Salen empapadas con tantas prendas que, además, se pegan al cuerpo. Es antihigiénico y resulta chocante para los turistas extranjeros. En todo caso me parece injusto que el hombre se bañe y la mujer se tenga que quedar a la orilla mirando”, defiende Soumia durante la entrevista con EL ESPAÑOL.

Así, con tres metros más de tela que un bañador pero con la misma calidad y textura, una mujer puede disfrutar del agua, salir y secarse en diez minutos sin que se le pegue la arena. Además, se protege del sol: la tela es de calidad, comprada en Italia, con un factor de protección solar 50. Por eso, algunas de las clientas de los burkinis Sumaya no son musulmanas, “sino que los compran porque tienen problemas para exponer su piel al sol”, detalla Soumia.

Soumia estudia actualmente Psicología por la UNED.

Soumia estudia actualmente Psicología por la UNED.

Se formó en varias disciplinas como estilismo y actualmente estudia Psicología en la UNED. Es la misma carrera que cursa su hijo mayor, que ya tiene 21 años, la edad con la que ella se casó. Soumia llegó a España de vacaciones y se quedó a trabajar en Cantabria, donde se enamoró.

Vive con su marido y sus tres hijos desde hace más de dos décadas en una localidad cántabra, aunque es original de Bouznika (Marruecos). Es una población costera entre Rabat y Casablanca, a donde viaja con frecuencia para visitar a su familia. De hecho, amigos y familiares apoyan su iniciativa, le animan y le dicen que “hay que seguir para adelante”, aunque su madre la empuja “a hacer cosas más modernas, leggins o ropa deportiva”, ríe Soumia.

Se vendieron 300 burkinis españoles

Diseñó una colección elegante y moderna con colores rojos, azules y verdes. Una apuesta por lo llamativo pero que se compensó con el uso de una paleta más neutra. Un modelo incluso lleva pañuelo por encima del gorro de piscina. Esta temporada bautizó a los burkinis con nombres de piedras preciosas. El verano pasado, en cambio, los denominó con nombres de playas.

En 2018 vendió 300 unidades en España y Francia. Incluso envió un burkini a Estados Unidos. Aunque la mayor parte de las clientas son mujeres musulmanas también hay españolas que los compran “porque son alérgicas a los químicos de las cremas solares”, explica la creadora.

En 2018 vendió 300 unidades en España, Francia e incluso envió un burkini a Estados Unidos.

En 2018 vendió 300 unidades en España, Francia e incluso envió un burkini a Estados Unidos.

La prenda se confecciona en España, en fábricas de Valencia y Cataluña, pero en su expansión inernacional está buscando talleres marroquíes. Precisamente las usuarias de esta prenda se quejan de que les falta calidad en el país magrebí. “Se nota la diferencia en la textura en la tela. Los que hay en Marruecos vienen de Turquía o se hacen con la tela parecida a la de un chubasquero como pasa también con la ropa deportiva”, detalla Hajar Yousfi, la comercial de la firma española en el país del Magreb.

El burkini no es tendencia en Marruecos

Lo cierto es que el burkini todavía no ha marcado tendencia en Marruecos. En las playas, sobre todo del norte, es habitual la estampa de las mujeres con pañuelo debajo de una visera para protegerse del sol, con camisa y pantalón, y a veces incluso llevan hasta guantes.

Yousfi estudió Administración y Finanzas en Madrid y es la creadora de la revista Hijabi Plus Magazine, dirigida a las mujeres musulmanas en España, donde nació. Preparando un número especial para el verano, conoció la marca Sumaya y, tras probar sus burkinis, comenzó a distribuir en grandes superficies marroquíes.

En una conversación telefónica desde Martil (Marruecos), donde pasa las vacaciones con su familia, explica que “antes improvisaba la ropa de nadar, me ponía unas mallas y una camiseta porque en Marruecos las telas de los burkinis son de mala calidad, te lo pones dos veces y con el agua del mar se estropea”. Como en España está solo Sumaya, “vamos a introducir el producto en el mercado marroquí en grandes comercios porque hay un nicho de mercado y la población está interesada”, asegura a este periódico.

“Antes improvisaba la ropa de nadar, me ponía unas mallas y una camiseta.

“Antes improvisaba la ropa de nadar, me ponía unas mallas y una camiseta".

No iba a la playa “por la pereza y la molestia”

Mounia Tajer es otra enamorada de los burkinis Soumaya. Esta estudiante de Diseño de Interiores tiene 23 años y nació en Alicante, aunque siendo muy pequeña sus padres, originarios de Larache, se trasladaron al País Vasco.

Antes no iba a la playa “por la pereza y la molestia”, no tenía una prenda cómoda para bañarse. “Me ponía unas mallas, una camisa ligera y el pañuelo pero con las olas se te iba y tenías que estar pendiente”, rememora.

Se enfundó por primera vez un burkini el año pasado en las playas de la costa vasca y también se atrevió a ir a la piscina de su barrio en Bilbao. “Ahora es una gozada. Es una tela agradable al tacto y se seca súper rápido; es muy funcional y cómodo. Me quejaba de la pesadez, en cambio con esto salgo del agua como si no llevara ropa”, exclama.

Reconoce que “en la playa no da tanto el cante, pero en la piscina no salían de su asombro y asomaban la cabeza para observarme aunque siempre con respeto”, detalla.

Clientas en su stand de Teherán.

Clientas en su stand de Teherán.

Mounia fue una de las jóvenes que defendieron esta prenda cuando el verano pasado saltó la polémica en los medios. Burkini, ¿sí o no? Encuentra paradójico que “a las mujeres musulmanas nos juzgan por no estar presentes en los espacios públicos pero cuando tenemos la oportunidad de salir y hacer vida social, como ir a la playa, también se nos critica”.

Hoteles marroquíes de lujo prohíben el burkini

La polémica con el burkini también se extiende a Marruecos, donde algunas grandes cadenas hoteleras de lujo lo prohibieron en sus piscinas. La principal razón es "por higiene, para evitar los microbios".

El conflicto surgió en el complejo turístico Mazagan, entre Casablanca y el Jadida. Los empleados denegaron la entrada a sus piscinas a las mujeres con burkini. Desde la dirección del hotel aseguraron que esta prohibición no atendía a "cuestiones de religión", sino que se debía más a "temas de higiene".

Para prevenir a los clientes, los hoteles crearon unos carteles con un burkini tachado dentro de un círculo rojo acompañado de comentarios como "Burkini prohibido" o "Traje de baño obligatorio", escrito en árabe, francés e inglés.

Sin embargo, cuando los clientes denunciaron a las autoridades estas medidas represivas, no recibieron ninguna respuesta. Porque no existe ley que regule la vestimenta.

Muchos marroquíes creen que la prohibición del burkini pretende "borrar las referencias culturales y religiosas que pueden estar reñidas con la economía" para “no asustar o espantar al turismo internacional”.

El burkini se lanzó por primera vez al mercado en 2003.

El burkini se lanzó por primera vez al mercado en 2003.

De todos modos, es una prenda joven. Una diseñadora australiana de origen libanés lo lanzó al mercado de 2003 y fue un boom con 9.000 unidades vendidas a 100 euros cada una. Se creó este término en alusión al burka con el que la mujer también tapa todo su cuerpo.

Ninguna cadena de ropa española comercializa el burkini

Las grandes marcas de moda intentan sacar partido de un mercado emergente en torno a la mujer musulmana. La cadena británica M&S sacó a la venta esta prenda en 2016 por algo más de 60 euros.

H&M y Mango en Marruecos han reemplazado las tradiciones chilabas o los caftanes por diseños creativos y sofisticados, respetando el concepto de marca y las últimas tendencias. Estas tiendas occidentales ya tienen colecciones especiales con colores alegres, tejidos y formas europeas, para mujeres que celebran el Ramadán y que quieren lucir ropa moderna. Vestidos, faldas, pantalones anchos e incluso monos, pero hasta los pies para respetar las tradiciones de los países musulmanes durante el mes sagrado.

De momento, ninguna cadena española comercializa el burkini. Estuvo a punto El Corte Inglés, que tuvo la colección Sumaya en sus manos, pero se echó atrás por la polémica que suscitó en España el verano de 2017 tras su prohibición en una playa de Niza.

Incluso negocia una alianza con Svarowski para crear burkinis de lujo.

Incluso negocia una alianza con Svarowski para crear burkinis de lujo.

Las creaciones de Soumia representaron a España en el VI Festival Internacional de la Moda y el Vestuario de Fayr, que se celebró el pasado mes de marzo en Teherán (Irán), donde es obligatorio que la mujer se tape en público. “Tarde o temprano se tienen que abrir a este mercado, no les queda otra, porque las mujeres no van a renunciar a su religión, no se van a destapar en público ni van a ser europeas. Por lo tanto, hay que buscar la forma de que dispongan de prendas elegantes. Lo que hay que hacer para que este mercado emergente triunfe es separarlo de la religión y del fanatismo. Las marcas tienen que ver esto como moda”, sentencia Soumia.

De momento, la mirada ya la tiene puesta en la siguiente colección. Soumia trabaja en la temporada de 2019 con modelos de pantalón hasta la rodilla e incluso algunos sin capucha. También idea una colección de ropa deportiva destinada a las mujeres musulmanas. El futuro, sin embargo, pasa por el lujo. Ya está negociando con Swarovski burkinis de alta gama con detalles de piedras. ¿Su precio? 140 euros.