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En lo más profundo de Cambre, en una aldea de no más de 300 habitantes, entre senderos y olor a campo, se esconde Casa Pita, la casa de Mari.

En una finca de la parroquia de Andeiro, entre Cambre y Carral, Mari decidió abrir hace 22 años su negocio soñado.

Empezó como taberna, y de ahí pasó a restaurante. "La idea era montar una taberna de tapas, y de ahí evolucionó a restaurante, aunque sin perder la esencia de taberna", cuenta la propietaria.

Sabían que, por la ubicación, necesitaban darle un motivo a los clientes para coger el coche y llegar hasta su casa. Sus hijos, Diego y Gabriel Pita, decidieron intervenir. Con sus dotes en la cocina, añadieron toques distintos a la carta.

"Comida casera y tradicional con detalles modernos", explica. Puedes encontrarte unos callos, zorza, tortilla, carne asada... o algo no tan habitual, como jabalí o conejo. Sin mencionar el cocido en invierno.

Pero también hay platos más innovadores y elaborados, como el pastel de cabracho, los mejillones rellenos o los sacos de rulo de cabra con jamón.

Sus hijos volaron pronto, y dejaron a Mari al frente del negocio. "Ahora ninguno trabaja en hostelería. Me encanta esta vida, pero sé que es dura", reconoce Mari.

Sin embargo, trabajar en un sitio como Casa Pita es un privilegio. Tati, la cocinera, venía de una franquicia: "Esto es mucho más tranquilo, aquí se trabaja a gusto", confiesa.

Casa Pita, en Cambre

Podría decirse que Mari tiene el horario de funcionaria en hostelería. Abren para cenas de lunes a miércoles, y los jueves, viernes y sábados todo el día. "A las diez cerramos cocina. Aquí queremos que la gente venga tranquila, sin andar apurada", explica.

Pero aquí no todo es comida. Comuniones, bautizos o bodas han pasado por el jardín de Mari. El espacio lo tiene, solo hay que darle forma, y su jardín cumple con cualquier expectativa.

Además, el tardeo también se lleva mucho. En verano, en el jardín, "la gente viene aquí a tomar algo y luego se queda a cenar". Eso sí, "se recomienda reservar". Al fin y al cabo, un sitio rodeado de campo no puede ofrecer otro producto que no sea el que lo rodea. Ir a Casa Pita es disfrutar de un espacio enxebre, con todo lo que eso aporta.