Se cumple una semana de uno de los días que pasarán a la historia: el apagón general que afectó a toda España y que dejó imágenes para el recuerdo. La calle Torreiro en A Coruña vivió el pasado 28 de abril, en pleno apagón general, una escena más cercana a un fin de semana o a un día de fiesta que a un momento de emergencia.
De esta forma, los diferentes establecimientos de hostelería que podían mantener su servicio lo hicieron, corriéndose rápidamente la voz y permitiendo que muchas de las pandillas sortearan la pérdida de corriente eléctrica en primer lugar y de cobertura del móvil posteriormente reunidas alrededor de una mesa.
En un día donde uno de los temores era la pérdida de mercancía, derivada especialmente por la imposibilidad de usar las neveras y cámaras refrigeradoras, las consumiciones mitigaron este riesgo de pérdida de género, convirtiendo la caja del lunes, hecha de forma manual al no funcionar los TPV, en un día fuera de lo normal.
La Campana, abiertos hasta el anochecer
El cambio de hora ha hecho que en A Coruña anochezca más tarde y se pueda optimizar la luz solar. Eso es lo que le sucedió a La Campana y a su vecino de enfrente, La Repica. Mateo Castro, uno de los empleados de La Campana, explicó que "estuvimos hasta las diez aproximadamente. La gente cantaba, usaba velas. Parecía un día más de fiesta que un día de emergencia", explicó comparando el día al de "un sábado por la afluencia y la gente que se dio cita. Vendimos mucho más". Castro se mostró contento de que, al menos, de esta forma la clientela llevase mejor estas horas de incertidumbre.
Marcos Castro sirve un copa de vino en La Campana.
Es una situación similar a la que vivieron, por ejemplo, en la misma calle tanto el emblemático Bristol en los soportales como también el establecimiento La Esquina de Valentina, haciendo ya esquina con la calle Galera, que comentó que estuvieron abiertos hasta que acabaron la mercancía. "Notamos más afluencia, y trabajamos como pudimos con la situación de no tener luz. La gente pudo al menos evadirse", recordando un día atípico y que quedará grabado en su memoria como uno de los más anecdóticos a la hora de realizar su trabajo.
El local Showroom solo pudo usar la terraza.
El establecimiento Showroom, que hace esquina con la calle San Andrés, tampoco dejó sin lugar a sus clientes. "El español en una emergencia también baja a la calle. Nos alegramos de poder ayudar y sobre todo de ver a los niños jugar y disfrutar juntos en la calle", comentó su gerente, Pocholo, que incide en que solo pudieron atender en la terraza debido a que en el interior la oscuridad impedía poder servir con normalidad. Unas terrazas que se llenaron porque "se corrió la voz. A mí me avisó David (de La Campana) y me recomendó que abriese".
Otros lugares no pudieron abrir
Otros establecimientos de la calle como es el Brétema no pudo abrir y estuvo cerrado al público, retomando la actividad en su horario habitual tras reanudar el suministro de corriente eléctrica. Sea como fuere, el 28 de abril quedará grabado como el día en el que los coruñeses salieron a olvidarse del apagón a la calle Torreiro.
Fachada del Brétema, que no pudo abrir.
Todos coinciden en una misma problemática a la hora de recordar las anécdotas del lunes: la no posibilidad de usar los medios electrónicos de pago. Bien sea el smartphone, el smartwatch, o la tarjeta de crédito o débito física, e incluso el uso de los cajeros que no estuvieron disponibles todo el rato. De esta forma, los clientes tuvieron que emplear dinero en metálico para abonar sus consumiciones, una escena que cada vez está más en desuso.
