La uva adquiere la condición de alimento navideño típico porque la tradición las pone en la mesa de los hogares españoles para dar la bienvenida al nuevo año. La demanda suele crecer en estas fechas, lo que no siempre se traduce en un aumento de precio.
Aunque la ONG Facua-Consumidores en Acción ha publicado este mes un estudio que da cuenta de un notable aumento del precio en los supermercados de las uvas blancas sin pepita entre noviembre y diciembre, casi del 38%, las fruterías de A Coruña aseguran que las uvas cuestan estos días lo mismo que en el resto del año.
"No suben los precios porque se compren más, son estables. Pero no todas las uvas tienen el mismo precio, depende de la procedencia", señalan fruteros con muchos años de experiencia. Uno de ellos añade incluso que la demanda ha caído en los últimos inviernos.
"Cada año se compra menos porque se comen menos en casa. O se sustituyen por otra cosa o la gente celebra el fin del año fuera de casa, sale de fiesta", cuenta José Barrientos, propietario de la frutería A Laranxa, en la calle San Andrés.
En su tienda, el kilo de uva aledo de mesa, con pepita, "la de la suerte y habitual de Navidad", cuesta 3,98 euros. El kilo de uva peruana, más grande y sin pepita, está a 5,95, precio que puede llegar a los 7 euros "durante el año".
Susana Lago pesa uvas en la frutería Iglesias.
Las familias esperan al último o al penúltimo día para comprar las uvas y lo hacen en "cantidades justas". "Te piden uvas para tres, cuatro o las personas que sean. No quieren que sobren, y las suele comprar el día 30", añade Barrientos.
"Es que ahora no es el mejor momento para comer uva. Salen mejor en septiembre y octubre, buenísima la de Alicante, excepcional la italiana. Ahora en realidad se venden por las campanadas de Nochevieja", explica el frutero.
Tradición, tamaño, calidad
¿Grande o pequeña? ¿Verde o morada? ¿Con o sin pepita? En la frutería Iglesias, en San Nicolás, ahora venden una uva de tamaño medio sin pepitas, también procedente de Perú. "La normal de fin de año de toda la vida es la aledo, pequeña y con pepita gorda pero fácil de quitar. Si es grande, el cliente se queja, porque aunque es rica es difícil de masticar para niños o gente mayor", explica la frutera Susana Lago.
Últimamente recibe mucha uva de Perú, más cara, una variedad que en A Laranxa creen que se ha convertido en "tendencia" porque no tiene pepita. "El 70% de los clientes compra la española, el 30% la peruana, que ha crecido más", estima Barrientos.
Lago cree que esta Navidad se comprarán una y otra modalidad de uva. "La aledo nunca falta, la de Perú no es barata pero se compra mucho ahora", cuando, siendo verano en Sudamérica, más se recoge. Cuenta que durante el año hubo "muy buena" uva italiana hasta octubre, cuando acabó la recogida y empezó a oxidarse, también de Andalucía.
Aunque se consuma menos, como advierten los fruteros coruñeses, unas u otras no faltarán en la mesa tras la cena para despedir 2025 y recibir el nuevo año.
