En el interior de la pastelería-heladería Hércules, en la calle Torre de A Coruña, hay pintada en color rojo en la pared una Torre de Hércules, cómo no, en cuya base está escrita la fecha de su nacimiento: 1956. Es el negocio de este sector más antiguo de la ciudad.
Unas pastelerías de toda la vida cierran, como Glaccé; otras más veteranas se mantienen, como Berna, solo un año más joven que Hércules, donde Manuel López y Dolores Graña, naturales de Arzúa, llevan el negocio desde hace dos décadas. Un tiempo que, entre roscones, caracolas, cruasanes, buñuelos, huesitos, tartas, helados en verano y sus conocidas ranitas, "ha pasado muy rápido".
El bajo del número 58 de la calle Torre fue vendido a José Seijoso Balado hace 69 años. Este lo traspasó a Dionisio García en 1981. Y López y Graña tomaron el relevo en 2005. Desde entonces lo han reformado dos veces.
Torre de Hércules pintada en la pastelería de la calle Torre con la fecha de su inauguración.
López, hoy próximo a la jubilación, venía de hacer pan durante 21 años en Pastoriza. En Monte Alto, con la ayuda inicial del anterior propietario, se convirtió en autónomo y aprendió y continuó la tradición pastelera en una zona donde los vecinos llevaban mucho tiempo acostumbrados a los dulces de Hércules.
Dicen los dos, Manuel y Dolores, que "ser pastelero es muy bonito". "Pero muy sacrificado, exige muchas horas, ocho no son suficientes. Eso es duro para los jóvenes y para los mayores". El matrimonio suele empezar a trabajar en el obrador de su pastelería a las 6:30 a diario, una hora antes los fines de semana.
Ranitas y mucho más
El atractivo de su oficio lo encuentran en la "inventiva", en la "creatividad" con los pasteles. Quizá por eso son muy variados los que descansan cada día en las vitrinas del local. En veinte minutos, a media mañana, cuatro clientes se llevan una bandeja de pasteles pequeños, una caracola, dos milhojas y otro par de ranitas.
"Por las ranitas nos conocen, siempre han triunfado aquí, tiene que haberlas todos los días. Hoy hay pocas pastelerías en la ciudad que vendan ranitas", asegura Manuel López. "No sé qué tienen de especial porque no llevan nada especial. Es bizcocho, mantequilla montada y baño de chocolate", admite.
Ranitas de la pastelería Hércules de A Coruña.
Milhojas de crema y pastel de mantequilla son otras especialidades de Hércules. No faltan los fines de semana, "cuando la gente las compra para cumpleaños y comidas familiares", apunta Dolores Graña.
"Tenemos clientes muy buenos, del barrio, de paso y también turistas. Los de los cruceros paran a comprar cuando bajan al centro desde la Torre", la que da nombre a su negocio.
En cuestión de meses les llegará la hora de la jubilación a ambos. Tienen empleados en el obrador, "pero es difícil encontrarlos". Su hija, Melania, despacha dulces y postres por las tardes. Seguir con la tradición pastelera en la calle Torre "se lo está pensando", dice su padre.
