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El servicio de comedor para alumnos en las diferentes etapas educativas en Galicia ha ido creciendo paulatinamente, sobre todo empujado por las nuevas necesidades de conciliación que suscitan los modelos familiares donde ambos progenitores tienen obligaciones laborales o, incluso, que se constituyen bajo el signo monoparental.

Por ello, con esa situación donde las familias necesitan una solución donde su hijo o hija reciba una alimentación equilibrada, sana y en orden, ha ganado una importancia cada vez mayor.

El servicio de comedor actual difiere mucho del estereotipo que podemos ver en diferentes series de televisión o películas, más enfocadas en el estilo norteamericano, donde los usuarios van desplazando las bandejas por los lugares de barra habilitados para ir recogiendo los platos de comida, casi al estilo de algunas cadenas de restauración rápida.

De hecho, los menús no son estándar, es decir, no hay un primer plato, segundo plato o similares que todos los alumnos consuman por definición. Tampoco se adapta a gustos, pero sí a necesidades tanto de salud como por condiciones religiosas.

El comedor además permite que en los casos de familias donde las condiciones económicas son más precarias se pueda asegurar que, al menos, recibe una comida sana y equilibrada bajo la supervisión de profesionales.

Más de once millones de menús en un año

El grueso de los comedores está sostenido directamente por la Xunta de Galicia. El gobierno autonómico, según los datos que ha facilitado en consulta a Quincemil, sirve 62.000 menús diarios de media, lo que multiplicado por el número de jornadas lectivas eleva la cifra a casi once millones de menús. Un cuarto de la población de España, en números redondos, en menús.

Esta inversión se puede establecer en 300.000 euros diarios, una cantidad que si se tiene en cuenta la totalidad de un curso lectivo con un calendario como el 2025/26 se eleva a los 55 millones de euros.

Los especialistas marcan las pautas

Los menús escolares tienen una importancia directa no solo en la salud del alumno, sino también en la adquisición de hábitos saludables que lo acompañarán toda la vida. De nada sirve explicarle en la parte lectiva las bondades de la pirámide alimenticia si luego, en la parte no lectiva, es el propio centro el que incentiva que consuma ultraprocesados o alimentos poco saludables.

Anualmente, el equipo de la consellería de Educación revisa la situación y busca mejoras. En concreto, ha impuesto en los pliegos de los comedores de gestión indirecta un refuerzo de un 21% de la aportación por cada menú.

Además, ha introducido la figura de un nutricionista, que supervisa y certifica los menús servidos. Debe hacerlo en base a una programación trimestral, que contiene fichas técnicas y la información nutricional, y también puntúa el empleo de productos de proximidad en el uso de frutas, verduras y hortalizas.

Ese mismo pliego de condiciones pondera positivamente que se fomenten hábitos de vida saludables.

En el caso de los comedores donde es el propio gobierno autonómico el que asume la gestión directa, el menú lo elabora el denominado "equipo de comedores", que lo conforman el director del centro, el encargado del comedor y los cocineros, contando con la participación del Consello Escolar. Estos menús deben basarse en los menús saludables que ha publicado el Sergas anteriormente.

Las familias tienen todos los detalles

Uno de los aspectos importantes de este servicio es precisamente que las familias conocen con antelación los menús que van a consumir sus hijos. La comunicación se hace habitualmente a través de las propias webs de los centros o utilizando la aplicación Abalar, el núcleo que conecta a todos los agentes que intervienen en el proceso educativo a través de un aplicativo en la nube.

Conocer esta información, además de la tranquilidad y certidumbre que genera a los núcleos familiares, permite organizar de forma más eficiente el resto de comidas de los pequeños de la casa, para no solapar el consumo de un mismo tipo de alimento al mediodía y en la cena.

Múltiples tipos de menú

Los comedores escolares cuentan con menús de múltiples tipologías. Desde las posibilidades porque sus religiones impiden comer algún tipo de alimento como puede ser el jamón, hasta pasando a los que tienen contempladas las intolerancias o alergias alimentarias justificadas mediante un certificado médico.

Este aspecto viene regulado en una ley estatal, la ley 17/2021 del 5 de julio, que establece los principios básicos en cuanto a seguridad alimentaria y nutrición.

Por ello, en algunos comedores, pueden llegar a desplegarse simultáneamente hasta casi diez menús diferentes, para poder atender a todas las necesidades de los alumnos y, de esta forma, poder dar el servicio idóneo.

De todos modos, no hay un número de menús como tal cerrado. En los centros donde el servicio es indirecto, ya vienen elaborados desde la sede de la empresa que presta el servicio, mientras que donde hay cocina, se elaboran según la guía en el propio centro. Puede coincidir que el martes se elabore un menú compatible con un número mayor de alumnado y el miércoles otro, lo que incide directamente en el número de propuestas finales.

La renta determina el precio

Todo este servicio tiene un precio para las familias, que no se corresponde con el coste real que soporta la propia administración, consciente de que presta el servicio a pérdidas.

Por ello, la cuota se establece en base a la renta de cada familia, contando además con tarifas congeladas desde el año 2013.

Según los datos de la propia consellería, 8 de cada 10 usuarios están situados en una horquilla entre la tarifa gratis y un euro.

Tan solo el 14% de los usuarios abona la tarifa máxima, que son 4,5 euros diarios.