La arquitectura no abandona al arquitecto, aunque este se vaya lejos. Muchos brillantes arquitectos españoles se vieron obligados a emigrar cuando con el estallido de la Guerra Civil española. Esta situación, común a muchas otras profesiones y oficios creó una fractura en la modernidad de la arquitectura española que, con el tiempo se recuperaría a través del ingenio. El poeta León Felipe escribía: “en la España del otro lado del mar (...) nosotros, los españoles del éxodo y del viento, [estamos] asombrados y atónitos oyéndoos a vosotros cantar con esperanza, con ira y sin miedos”. La arquitectura previa al exilio representa una etapa muy conceptualmente muy interesante, y un camino que aventuraba un progreso dentro de las líneas vanguardistas de la cultura internacional. El Modernismo había dado paso al Racionalismo, buscando un lenguaje depurado y adaptado a los nuevos tiempos que ya no eran los del antiguo régimen. La depuración lingüística en arquitectura es un síntoma de cambio. El lenguaje es la forma de expresar conceptos e ideas de todo tipo, pero también es una forma de analizar la cultura del momento. Las palabras construyen una realidad cultural capaz de influir en la lectura del momento, lejos de estigmas, “Hay que aprender a analizar los mitos modernos, no para condenarlos, sino para comprenderlos” (Umberto Eco).
El racionalismo comienza a depurar líneas compositivas mediante un rechazo de la ornamentación innecesaria. La composición resulta de una nueva forma de concebir el proyecto que reformula la función y la estructura, creando una morfología y estética completamente nuevas. Por otra parte, la ausencia de ornamentación permitía una ramificación aplicativa de los términos arquitectónicos racionalistas. Una de las vías más interesantes entre las cuales el racionalismo encuentra camino, es a través de la económica. La austeridad compositiva permite encajar este estilo arquitectónico en situaciones económicas comprometidas, pero también dentro de las condiciones de vivienda social que se desarrollaron en el gobierno de la Segunda República, especialmente con la Ley Salmón (Ley de previsión contra el paro de 25 de junio de 1935, promulgada por el ministro Federico Salmón Amorín). Pero no toda arquitectura racionalista era austera, sino que existen magníficos ejemplos de obras que anticipan un movimiento moderno que, en España, llegaría lamentablemente un poco más tarde debido a dictadura. En A Coruña, uno de los arquitectos más interesantes dentro de esta corriente es José Caridad Mateo (1906-1996)
José Caridad Mateo, originario de Betanzos, se formó en la escuela de arquitectura de Madrid y posteriormente en Barcelona donde finalmente obtuvo su título en 1931. Su experiencia profesional en Barcelona pronto supuso su militancia en GATEPAC (Grupo de Artistas y Técnicos Españoles para la Arquitectura Contemporánea). Este grupo es fundamental para la comprensión del progreso de la arquitectura contemporánea, así como para la refundación de algunos principios teóricos. La traslación de este cuerpo teórico a Galicia permite que la arquitectura se renueve mediante obras como la Joyería Malde en Santiago de Compostela, la Casa Sendón en A Coruña, pero siempre hay una primera obra.
Foto Nuria Prieto
La Casa Caramés
La Casa Caramés ha sido clasificada como la primera vivienda del Movimiento Moderno en Galicia, protegida desde 1981 según el catálogo del PXOU de Oleiros, y registrada por el Docomomo (Documentation and Conservation of buildings, sites and neighbourhoods of the Modern Movement). Proyectada para el señor Caramés en 1935 por Caridad Mateo se ubica en la avenida das Mariñas, una zona que, entonces, se encontraba en pleno desarrollo urbano. El entorno del puente pasaje comenzaba a modernizarse como consecuencia de la creación de nuevas vías de acceso a la ciudad. La Casa se encuentra en el margen de la carretera, situada en la parte superior de la parcela que limita por su parte inferior con la ría (actualmente con el paseo). El volumen se encuentra en la parte superior, y la parcela se trabaja mediante el ajardinamiento para resolver el desnivel de la pendiente. La parcela presenta un diseño igual de cuidado que la propia vivienda, incluyendo una rosa de los vientos e incluso un sistema que permite reciclar parte del agua residual de la vivienda para el sistema de riego del jardín.
Foto: Nuria Prieto
La casa está formada aparentemente por tres volúmenes, de los cuales el central emerge como una pieza singular parcialmente curvo. Los otros dos volúmenes ortogonales se conectan entre sí creando una composición continua. La inserción de la pieza curva se ata al resto del conjunto mediante la adhesión de un plano horizontal que crea una terraza en la parte superior y un porche de acceso en la inferior. Hacia el mar la casa presenta una forma curva equilibrando la composición. Los volúmenes se tratan con limpieza, sin más ornamentación que la de las cornisas. A cambio la estética de la casa reside en la organización de los huecos y de los elementos estructurales que conforman la casa. Formalmente, la obra cuenta con dos tipos de huecos, por una parte, huecos propios del movimiento moderno de proporciones horizontales y circulares, y por otra un conjunto de huecos que responden a las proporciones de la arquitectura vernácula incluyendo galerías. Esta combinación convierte a la vivienda en un modelo pionero que aún conserva algún elemento tradicional y que, sin embargo, ha realizado una transición casi completa hacia la modernidad. El color forma parte del conjunto, alternando su presencia entre los volúmenes.
El programa de la vivienda se articula en el interior de la casa, situando el núcleo de comunicaciones en el centro, priorizando la luz natural en las zonas de estar, disminuyendo la longitud de los recorridos y favoreciendo la salubridad de la vivienda. El contacto con el espacio exterior a la vivienda es fundamental, pero también lo es el tratamiento de la planta libre. La organización interior comienza a incorporar rasgos de esta planta libre definida por el movimiento moderno, como la compartimentación de algunos espacios con correderas, lo que permite unir determinadas estancias conectándolas entre sí.
Fotografías de Luis Argüelles para DOCOMOMO Ibérico
Fotografías de Luis Argüelles para DOCOMOMO Ibérico
Esta vivienda se puede emparentar con otra casa, obra también, de Caridad Mateo: la Casa Cervigón. Esta segunda casa, también situada en Oleiros (en Santa Cristina), fue una colaboración con el arquitecto catalán Jordi Tell i Novellas (1907-1991) que no solo representa una relación profesional, sino también personal. José Caridad Mateo junto con su hermano conocen a Tell i Novelas en la cárcel de A Coruña entre 1936 y 1937, todos ellos encarcelados por su militancia republicana (los hermanos Caridad Mateo contaban además con una historia familiar muy vinculada a la República, su padre Rogelio Caridad fue fusilado en 1936). En 1938 son movilizados por el ejército nacional y los tres escapan gracias a la ayuda de cuatro marineros el 20 de octubre de ese mismo año. Consiguen llegar a Brest, desde donde vuelven a España para alistarse en las tropas republicanas. Caridad Mateo trabajaría realizando pistas de aterrizaje para el cuerpo de Aviación republicano, mientras que Tell es enviado a Oslo siguiendo una labor diplomática que ya le ocupaba antes del estallido de la Guerra Civil. Tiempo después, con próxima la derrota Republicana y la eventual instauración de la dictadura franquista, Caridad Mateo se exilia a Francia donde fue capturado y enviado al campo de concentración de Argelès-sur-Mer. Tras conseguir escapar a México con sus tres hermanos: Vicente, Carlos y Rogelio, llegó al puerto de Veracruz el 13 de junio de 1939 a bordo del Sinaia. Allí continuó su labor como arquitecto. José Caridad Mateo falleció en México en 1996, tras una fructífera carrera y una colaboración muy interesante con el prestigioso arquitecto Félix Candela.
Los acontecimientos que perviven
La arquitectura acompaña a aquellos profesionales que se exiliaron. Pero su obra perdura incluso a pesar de desconocer los detalles de sus biografías. Los acontecimientos personales, incluso aquellos eventos dramáticos capaces de transformar la historia de las naciones se convierten en anécdotas cuando la magnitud del tiempo se mide a través de obras que perduran.
Caridad Mateo, década de los cuarenta
“Estamos acostumbrados a asociar un acontecimiento a una cierta calidad melodramática. Si un hombre es atropellado, esto es un acontecimiento comprendido dentro de ciertos límites espacio-temporales. No estamos acostumbrados a considerar la persistencia de la Gran Pirámide a lo largo de un día determinado como un acontecimiento. Pero el hecho natural que es la Gran Pirámide a lo largo de un día, significando de este modo toda la naturaleza en él, es un acontecimiento del mismo carácter que el accidente de un hombre, significando de ese modo toda la naturaleza con limitaciones espacio-temporales que incluyen al hombre y al motor durante el tiempo que estuvieron en contacto” Alfred North Whitehead. El Concepto de naturaleza, 1964
Quizás la mirada sobre una obra que ha sido capaz de atravesar numerosos eventos históricos plantea un pensamiento dual sobre la pervivencia de la cultura humana. Y es que hay arquitecturas que se convierten en acontecimientos, otras son puertas que abren el camino hacia la vanguardia, y por ello también forman parte de aquello que pervive.
