La Praza da Quintana es uno de los lugares más emblemáticos y simbólicos de Santiago de Compostela. Después de la del Obradoiro, es la segunda plaza más importante de la ciudad, rodeada por la Catedral de Santiago y por decenas de relatos que forman parte de la historia de la ciudad.
Comprendida por el Monasterio de San Paio de Antealtares, la Casa Parra y la Casa da Conga, desde uno de sus laterales, cada Año Santo, se puede entrar por la Puerta Santa de la Catedral. Es, además, un punto de encuentro cultural y social, acogiendo conciertos, eventos culturales o diversas manifestaciones.
A lo largo del tiempo, la Praza da Quintana fue testigo de los acontecimientos y cambios que fue sufriendo la ciudad a lo largo de su historia, variando su nombre y sus funciones.
Un poco de su historia
La historia de la Praza da Quintana se remonta a los inicios de la construcción de la propia Catedral de Santiago en el año 1075.
En el siglo XVII, el canónigo Vega y Verdugo le encarga una reforma al arquitecto Peña de Toro, quien impulsa la transformación integral del lugar, pasando de un estilo románico al barroco para unificar y ocultar las irregularidades del espacio.
Durante cientos de años, la Praza da Quintana fue el cementerio más grande de la ciudad. Sus escaleras dividían la plaza en dos: la 'Quintana de Mortos', la parte inferior, donde se enterraba a los ciudadanos compostelanos; y, en contraposición, la 'Quintana de Vivos', la parte superior. En 1833, debido a razones sanitarias y falta de espacio, se decide trasladar el cementerio al actual de Boisaca.
Escaleras de la Praza da Quintana que dividen en Quintana de Mortos e Quintana de Vivos el espacio
A lo largo de los años, el lugar sufre varias transformaciones hasta llegar a como lo conocemos actualmente. Unas alteraciones que vieron, hasta el siglo XIX, cómo árboles y flores crecían y adornaban una de las plazas más simbólicas de la ciudad.
Los universitarios que cambiaron su nombre
Durante los años 1808 y 1814, España se vio inmersa en la Guerra de la Independencia contra Napoleón Bonaparte cuyo objetivo era constituir el país en un estado satélite del Primer Imperio francés.
El evento histórico no pasó inadvertido en la capital gallega, en donde hasta 1.600 universitarios y profesores se alistaron para formar parte del Batallón de los Literarios en 1808, una iniciativa impulsada por la propia Universidad de Santiago para combatir por la liberación del país en las guerras napoleónicas.
Juan Ignacio de Armada-Mondragón y Caamaño, IV Marqués de Santa Cruz de Ribadulla, se puso al frente de este grupo que se formó en 42 días y estuvo financiado por las aportaciones populares y por las propias que realizó este marqués.
Los universitarios fueron llamados a filas tras el acto de bendición de la bandera, una bandera que se conserva actualmente en la Facultad de Derecho de la Universidad de Santiago. Consistía en una bandera de color blanca con dos escudos: el del antiguo Reino de Galicia y el escudo de armas de la Universidad, ambos cubiertos por una corona real.
Este juramento a la causa se realizó en la Praza da Quintana que pasó a llamarse, durante un tiempo, Plaza de los Literarios, en honor a estos estudiantes y profesores. Un nombre que duró hasta el siglo pasado, durante los años del franquismo incluidos, y en donde en muchas guías turísticas aparecía nombrada "Plaza de los Literarios o de la Quintana".
Placa conmemorativa al Batallón Literario en la Quintana
El 18 de julio de 1808 el Batallón se incorpora a las tropas del general Blake y, junto a otros voluntarios navarros, entran en combate realizando varias operaciones militares notables. En 1810, el general Castaños disuelve el Batallón Literario, otorgando a los pocos sobrevivientes el rango de oficiales en cuerpos militares.
El Batallón volvió a formarse en Santiago durante la fracasada Revolución Galega de 1846 en la que el comandante Miguel Solís encabezó el levantamiento contra el gobierno conservador del general Narváez.
A pesar de que ya son pocas las personas que llaman a la Praza da Quintana con otro nombre, el recuerdo de esta revolución de estudiantes que renombraron a una de las plazas más importantes de Galicia, sigue presente en la Quintana y en una de las paredes de los laterales del Monasterio de San Paio de Antealtares podemos observar una placa homenaje a este Batallón.
