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Las letras de El Molino, bar mítico de varias generaciones de coruñeses, lucen en Santa Catalina

El edificio en el que está ubicado el local ha sido sometido a una reforma integral y desde el 2013 que el bar cerró sus puertas el espacio ha estado en desuso
La actual fachada de Santa Catalina 17 de A Coruña, con las letras de El Molino.
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La actual fachada de Santa Catalina 17 de A Coruña, con las letras de El Molino.
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La calle Santa Catalina de A Coruña ha recuperado recientemente una parte de su identidad, dado que en la renovada fachada del inmueble ubicado en el número 17 lucen relucientes desde hace un tiempo las letras que hacen homenaje a un local que ocupó el bajo durante años: El Molino.

Fue uno de los clásicos de la fiesta coruñesa para varias generaciones, un punto de encuentro para muchos para tomar las primeras copas (baratas) e ir entonándose de cara a seguir pasándolo bien en noches largas de diversión.

Uno de sus rasgos más llamativos era el arco de madera y vidrio que creaba dos ambientes en el establecimiento. Uno trasero que servía de acomodo para pandillas numerosas que jugaban a las cartas o a juegos de beber y el más cercano a la puerta, donde se situaban los últimos en llegar cada noche y se acomodaban donde podían o en la barra. Algo a veces tarea imposible dada la alta afluencia de jóvenes casi todos los días de la semana, especialmente los jueves universitarios, viernes, sábados y domingos.

Por semana, los días laborables, El Molino estaba regentado por mayores de la zona que lo tomaron como punto de encuentro para sus partidas de cartas, dominó o juego de tablero, aunque de cara al fin de semana se dejaba paso a los más jóvenes, que en los 80 y 90 consumían vino espumoso, la bebida por excelencia en aquel momento del local.

Para desgracia de muchos, El Molino cerró en 2013 y desde ese momento ha permanecido vacío, aunque ahora, aún no se sabe si a modo nostalgia o porque reabrirá de nuevo, las letras que presentan al bar vuelven a estar donde antaño.

El edificio en el que está ubicado el local ha sido sometido a una reforma integral que ha mantenido durante mucho tiempo sus puertas ocultas tras andamios y a su vez está catalogado como PEPRI (Plan Especial de Protección y Reforma Interior) lo que obliga a conservar el diseño original de El Molino con su característico arco en su nueva actividad, que de momento es una incógnita.

Recreación del interior del bajo, antes ocupado por El Molino (Foto: Riocaldo Inversiones)

En la parte trasera del establecimiento, según han señalado a este medio desde Riocaldo Inversiones, se habilitará un jardín vertical, lo que aportará mucha luz al bajo. Y no solo en el bajo, la estética de este edificio que data de los años 50 se guarda en sus estancias: desde las zonas comunes hasta las ventanas y cornisas de su fachada.

Asimismo, la rehabilitación comprende la totalidad del edificio, por lo que se ha trabajado también en las cuatro viviendas de las que está compuesto este histórico inmueble. Una vez finalizadas las obras, el edificio quedará compuesto por cuatro viviendas de 130 metros cuadrados cada una, dividas en 2 habitaciones, salón, cocina y baños. Tanto las viviendas como el bajo estarán disponibles para alquiler.

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