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Adega Os Arcos de A Coruña: Historia y tradición entre tablas de embutidos y buen vino

La cecina, los chicharrones y el queso del país son las estrellas indiscutibles de este establecimiento de la Ciudad Vieja en el que antiguamente se pesaba la harina o se ubicaban caballerizas militares
Los responsables de Adega Os Arcos.
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Los responsables de Adega Os Arcos.
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La calle Repeso número 6 acoge a uno de los secretos gastronómicos mejor guardados de la Ciudad Vieja de A Coruña: la Adega Os Arcos. El local lleva más de medio siglo en su ubicación actual y su nombre se debe a los llamativos arcos de piedra que caracterizan al interior del local, que está en un inmueble que data del siglo XIII.

Los responsables desde hace 13 años son Luis Peiteado y María Teresa Brea, que llegaron a la ciudad herculina desde una aldea de Viladecruces (Pontevedra) para trabajar en hostelería, además de comenzar a salir juntos desde muy jóvenes.

Antes de ponerse al frente de esta popular adega coruñesa, él trabajó en una papelería y en el complejo hostelero El Bosque y juntos llevaron durante años el Moreta, un conocido bar de copas que hace años era una parada obligada de la movida coruñesa que se movía por la Ciudad Vieja y famoso por su sangría y sus patatas bravas.

A Os Arcos llevaban tiempo acudiendo como clientes (de hecho siempre se sentaban en la misma mesa) y cuando los anteriores dueños se jubilaron vieron la oportunidad perfecta para alejarse del mundo del ocio nocturno y hacer otro tipo de hostelería más tranquila.

La pareja se muestra satisfecha de llevar más de una década juntos trabajando mano a mano con un estilo de negocio que les permite no necesitar más empleados ni tampoco cocina, ya que su oferta se basa principalmente en el picoteo a base de tablas de embutidos y buen vino tinto y blanco como el mejor acompañante.

"Aquí se daba vino de misa y se pesaba la harina"

Sobre el pasado del local, sus actuales responsables detallan que la piedra de la pared es la propia del antiguo inmueble donde está ubicado Os Arcos y concretan que bajo el suelo hay dos metros de profundidad que formaban parte antiguamente de las caballerizas militares de la ciudad. "Mantenemos el local tal como está desde hace medio siglo. En los 50 aquí se daba vino de misa y la gente más mayor nos pregunta porque tiene el recuerdo y después se pasó a vender el vino embotellado", cuentan.

A día de hoy no está permitido vender vino embotellado sin determinados registros y permisos, pero Brea y Peiteado quisieron hacer un guiño al pasado y tienen botellas vacías expuestas en las paredes del local a modo decorativo. Echando la vista atrás, el establecimiento también fue en su tiempo una oficina municipal y cuando hace más de 100 años la plaza de Azcárraga era más conocida como la plaza da Fariña, la gente iba a lo que hoy es Os Arcos a hacer los pesajes de la harina para comprobar que eran correctos.

La carta de Os Arcos es sencilla pero exquisita y se basa en lo que funciona: vino, embutidos, cerveza y refrescos. Estas opciones han aumentado desde sus inicios cuando solo se podía elegir a la hora de beber entre vino y agua. Aseguran que todo el fiambre se corta a mano y que el producto es fresco, siendo la cecina el indiscutible producto estrella, con el permiso del queso del país y los chicharrones.

Tablas de embutidos y más de 70 denominaciones de tintos

Las tablas son la opción preferida de los clientes a la hora de realizar sus cenas de picoteo y destaca la que lleva el nombre del local, elaborada a base de jamón de bellota, cecina, lomo, chorizo picante del Bierzo y tres tipos de quesos (del país, de oveja trufado y de cabra).

Otra de las más solicitadas es la denominada tabla mixta, con jamón de cebo de Teruel, cecina, chorizo ibérico, chicharrones, lacón y queso del país. En cuanto a las tablas, se puede pedir media (adecuada para dos personas) o ración (para un grupo de 4 aproximadamente) y otras de las opciones es la tabla enxebre (con lacón aderezado con aceite de oliva y pimentón picante, chorizo gallego picante y dulce, chicharrones, empanada y queso del país).

Todo ello se puede acompañar con pimientos del piquillo con o sin ventresca, anchoas artesanas, empanada de bonito o de bacalao con pasas (en función de la temporada) y patés a modo de aperitivo previo al embutido. El paté puede ser de centollo, de cabracho o de erizo y el postre es único y muy gallego: queso con membrillo con nueces. Para acompañar, el responsable de Os Arcos asegura que lo mejor es el vino tinto, aunque admite que la gente joven opta más por el blanco.

De tintos disponen de decenas de referencias y destacan que se pide sobre todo el Ribera del Duero, además de Mencías de la Ribeira Sacra u otros vinos de las denominaciones Monterrei o Valdeorras. Los precios de las botellas oscilan entre los 14 y los 40 euros aproximadamente y tienen otros tintos de Francia, Extremadura, Aragón o Castilla y León. En cuanto a blancos, el ganador entre el público es el Godello, pero también cuentan con buenos Albariños. Trabajan con bodegas gallegas de producciones pequeñas para que su oferta sea diferente.

Los clientes, cuentan que la mejor publicidad es la del boca a boca y que siguen acudiendo a Os Arcos gente de siempre y mayor, aunque admiten que se está notando últimamente el "efecto Inditex", que conlleva que se sienten en las mesas de la adega grupos de gente joven, acompañados por familias o parejas en el resto de la sala.

"Mucha gente empezó a conocer la Ciudad Vieja en la pandemia porque se escapaban de las zonas más saturadas y vieron que era zona tranquila y con encanto", explican los dueños de Os Arcos, que se muestran contentos de que la zona se haya reactivado con varios establecimientos nuevos abiertos en los últimos dos años.

Asimismo, el horario es de lunes a sábado de 19:00 a 00:00 horas y las mesas son limitadas: 12 dentro y entre ocho y una decena en terraza. "Trabajamos el picoteo, intentamos funcionar como un restaurante aunque no tengamos cocina y puntualmente se puede venir de paso a tomar un vino pero la intención es quedarse", invitan.

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