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Vitokaparros: El arte de una coruñesa para tejer tapices en los que la imperfección brilla

Victoria Caparrós da rienda suelta a su creatividad para transformar el yute, las cuerdas de algas, la enea, las redes marineras de algodón o el papel en espectaculares tapices que cuentan una historia
Victoria Caparrós posa frente a alguno de sus tapices.
Cedida
Victoria Caparrós posa frente a alguno de sus tapices.
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Victoria Caparrós Esperante es capaz de darle forma, nudo a nudo, a una historia que cuenta cada uno de sus tapices. Las texturas, los colores y las formas dan significado a un proceso creativo en el que hay lugar para el error y que demuestran, desde una pequeña aldea de Sada (A Coruña), que el trabajo artesano, con las manos, es también una forma de compartir vivencias y de transformarlas en un proyecto de vida.

La pandemia le permitió a Victoria Caparrós afianzar Vitokaparros tras comenzar hace unos cinco o seis años por casualidad. "Yo antes hacía encuadernaciones para mí, buscando hacer algo creativo, con las manos. En el momento en el que empiezas a estudiar y a ver gente que hace arte textil contemporáneo, te das cuenta de que hay artistas que estaban a un nivel altísimo", asegura la coruñesa, que reivindica más visibilidad para esta modalidad del arte del que fueron precursoras las mujeres de la Bauhaus.

Uno de los tapices de Victoria Caparrós (Cedida).

Conocer el trabajo Josep Grau-Garriga, sin embargo, marcó un antes y un después en la relación de esta artista con los tapices. Considerado uno de los renovadores del tapiz contemporáneo, el catalán usaba "materiales pobres" de la masía donde vivía con su familia con los que era capaz de hacer "cosas maravillosas". "Me fascinó que se le pudiera sacar partido a unos materiales tan poco valorados", asegura Caparrós.

Preferencia por las fibras vegetales

La artesana apuesta fundamentalmente por fibras vegetales naturales, que le atraen mucho más que las de origen animal. "Empecé a comprar mucho yute, cáñamo, sisal... Son materiales para atar paquetes, como quien dice, que se usan para otras cosas diferentes a los tapices", explica Caparrós, que destaca las maravillosas propiedades artísticas de todos estos materiales: "Bien trenzados, bien hilados, se les puede sacar muchísimo partido desde el punto de vista de la creatividad".

La coruñesa trabaja actualmente con cuerda de algas o seagrass y domesticó otros como la enea, que logró incorporar a varias piezas. "El algodón me gusta mucho, se encuentra con tintes muy naturales y no hay que ir a los químicos", indica la artesana. Las redes marineras de algodón, son, precisamente, uno de los materiales que más le gusta: "Dan mucho juego".

Detalle de uno de los tapices de Victoria Caparrós (Cedida).

Las mallas de fécula de patata, que se usan para hacer bolsas en las que meter moluscos como los mejillones, forman parte también de los tapices de Victoria Caparrós, que reconoce que no es fácil acceder a este tipo de materia prima. La cuerda de coco o el hilo de seda son otras de las materias primas que dan forma a las obras de esta artesana, que también recoge y seca hojas de palmera o bambú para emplear en sus trabajos.

"Hay muchas cosas que son susceptibles de ser tejidas", explica la coruñesa, que también trabaja con una resistente "cuerda de papel" que le hace una amiga. "O con ropa vieja que tengas en casa como un vaquero o una bufanda, de los que puedes hacer tiras para entrelazar e introducir en el tapiz. Estas técnicas artísticas permiten de todo", señala la artesana.

Y es que los tapices permiten a esta coruñesa dar rienda suelta a su imaginación. "El proceso creativo es absolutamente libre", explica Caparrós, que también incorpora a sus creaciones palos que encuentra en las playas o el campo. La mayor parte del material que usa, sin embargo, procede de cordelerías de Barcelona y del rastro de Madrid. "También tengo un cesto en el que voy metiendo los hilos que ya no me sirven, los restos. Los cojo todos y voy sacando de uno en uno, me da igual el color, y los tejo. Así voy haciendo más piezas. Y también hago pequeños colgantes", cuenta esta mujer a la que le gusta innovar.

Los materiales dan vida a espectaculares piezas, distintas entre ellas según el protagonismo que tenga cada uno. "Ahora mismo estoy trabajando en una pieza en la que le doy más importancia a la urdimbre, que es la parte estática o vertical, que a la trama, que es la que va a entrecruzar las fibras. Estoy jugando a ver qué pasa si hago que la trama sea una especie de telón al fondo y darle el protagonismo que generalmente no tiene a la urdimbre", explica la artesana.

Dejar que la imperfección brille

Caparrós adapta los encargos al gusto de la persona que va a adquirir el tapiz, pero si trabaja con libertad da rienda suelta a su creatividad, dejando a un lado la planificación. "No me gusta planificar porque el tapiz te va pidiendo cosas. Tienes que saber hacer nudos, pero en este mundo no hay errores porque el error se incorpora y sino, se puede destejer. A mí no me gusta lo perfecto, me gusta que la imperfección brille dentro del propio tapiz", señala la coruñesa.

Varios de los tapices de Victoria Caparrós expuestos (Cedida).

Cada una de las piezas de Vitokaparros se elabora de forma manual, con total dedicación, por lo que un tapiz de 1,20x1,20 metros puede llevar algo más de dos semanas. Un tiempo en el que la artesana, además, hace pausas para poder refrescar la mente y retomar el trabajo con más fuerza. "Me gusta el tapiz que se va haciendo a fuego lento, que al día siguiente lo miro y me digo por dónde seguir o qué parte sacarle para poder continuar", explica Caparrós.

Un arte al tacto y con historia

Los tapices de Vitokaparros están en la web y pueden verse expuestos en Santa Cristina de Oleiros, donde la propia artesana explica el proceso de creación de cada pieza, algo que para ella es fundamental. "Muchas veces les añado un pequeño texto de por qué se llama de una manera u otra o porque he usado esos materiales", indica Caparrós, que añade: "No es solamente el objeto, sino lo que quise decir con ese objeto".

La coruñesa, además, destaca que es fundamental tocar estas piezas: su arte es un arte al tacto. "Hay que tocar la rugosidad, lo suave que es el algodón o lo áspero que es el yute o el sisal. Me gusta que la gente venga a verlas físicamente", indica Caparrós, que cuida cada detalle al mínimo. Prueba de ello es el nombre que da a cada una de sus creaciones.

"Había una que era Almagre, que es el óxido de hierro cuando está en la tierra, rojizo. Si esa palabra se me queda en la cabeza y empiezo la pieza, ya sé que se va a llamar así y que va a tener esas tonalidades. Pero hay veces en las que empiezo a hacer un tapiz sin nombre. Uno que miré me recordó a la vista aérea de unos campos cultivados. Y entonces descubrí que hay una palabra preciosa que es Besana que es el primer surco del arado en la tierra y le puse ese nombre", explica Caparrós.

Esto es lo que la propia artesana define como "el texto de lo textil", una parte fundamental de su obra: "Me gusta que no solo sea bonita, sino que cuente algo, que te haga pensar en alguna historia o en algún lugar". Todo ello lo transmite también en los talleres que imparte en el showroom de Oleiros y van dirigidos a cualquier persona que le apetezca un momento de concentración: "Todo trabajo manual es muy terapéutico, que relaja y permite trabajar con las manos, ejercitarlas, y trabajar la memoria".

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