Santiago Iglesias Pantín, un gallego senador de los Estados Unidos y sindicalista en Puerto Rico

A finales del siglo XVIII, en Inglaterra, cuna de la industrialización, nacieron las primeras asociaciones de trabajadores, las llamadas sociedades de ayuda mutua o socorro mutuo. Las integraban esencialmente artesanos y su objetivo era la unión de los obreros para conseguir mejoras laborales y salariales, operando como cajas de resistencia frente a adversidades como la enfermedad o el desempleo. La organización del considerado como el primer sindicato obrero moderno de la historia fue el Sindicato de Mecánicos de Filadelfia, que se estableció en el año 1827, tras una huelga del gremio de obreros constructores de Filadelfia, que luchaban por la jornada de diez horas. En España, el primer sindicato se fundaría el 10 de mayo de 1840, la Sociedad de Tejedores de Barcelona, aunque lo cierto es que ya llevaba funcionando un tiempo en la clandestinidad. La Sociedad de Tejedores de Barcelona contaba, a los pocos días de su fundación legal, con unos 3.000 afiliados y, dos años después, ya superaba los 50.000. Sería un coruñés quién fundaría uno de los sindicatos más importantes de todo un país, además de iniciar su Partido Socialista: hablamos de Puerto Rico. Un gallego que no solo mejoró la vida de los obreros, sino que sus ideas llegaron a convertirse en leyes y a formar parte de su Constitución, además de luchar por su país de adopción como senador de los Estados Unidos de América. Esta es la historia de Santiago Iglesias Pantín.

Santiago nacía en la calle del Orzán, en A Coruña, el 22 de febrero de 1872, donde comenzó a trabajar como aprendiz de carpintero y ebanista, con tan solo 12 años, en el taller de Antonio Vidal. Este maestro carpintero era conocido por sus ideas de izquierdas, e introduce al joven Santiago en el mundo de la política y el sindicalismo.

Pocos meses después de entrar en el taller, ocurrieron ciertos desórdenes públicos y manifestaciones de protesta contra el gobierno en A Coruña, que causaron una profunda emoción en Santiago, que comienza a empaparse de conocimiento devorando libros con ideas como las que difundía Karl Marx.

Con tan solo 14 años Santiago decide embarcarse como polizón rumbo a Cuba, donde reside durante un breve periodo tras el cual regresa nuevamente a la ciudad herculina, aunque en 1887 vuelve a intentarlo y llega a La Habana, donde comienza a trabajar como carpintero, se vincula al movimiento sindical cubano y es elegido secretario del Círculo de Trabajadores. Además, su adhesión al movimiento revolucionario cubano provoca que comience a ser perseguido por las autoridades españolas, por lo que huye a Puerto Rico.

En aquel momento Puerto Rico era una provincia española y seguiría siéndolo hasta la guerra hispano-estadounidense de 1898. El 10 de diciembre de ese mismo año se firmaría el Tratado de París, por el que España era obligada a ceder Puerto Rico, Cuba, Filipinas y Guam a Estados Unidos, aunque los puertorriqueños no conseguirían ser ciudadanos estadounidenses hasta 1917, aunque con ciertas salvedades.

Antes de todo este proceso, en diciembre de 1886, Santiago llegaba a Puerto Rico, donde existía un grupo excepcional de artesanos con formación en las ideas anarquistas y socialistas y con gran capacidad de liderazgo, y que vieron en Santiago a uno de los suyos.

El coruñés comenzó a captar a trabajadores por campos y pueblos en una acción a la que se le denominó “La cruzada ideal”, para convencerles de que el sindicalismo era un formidable instrumento de justicia social.

Fruto de su experiencia, en mayo de 1897, junto a varios sindicalistas, funda el primer periódico de los trabajadores, “Ensayo Obrero”, con el que difundía la necesidad de sindicalización de los trabajadores puertorriqueños. Tan solo un año después convoca un primer mitin obrero donde participan más de 3.000 trabajadores, lo que le valió para ser detenido durante siete meses.

Pero durante su cautiverio, el 12 de mayo de 1898, la Armada de los Estados Unidos bombardeó San Juan, la capital de Puerto Rico, apuntando su artillería contra el fuerte donde Santiago estaba prisionero. La explosión de una bomba dentro de su propia celda le permitió escapar y salvar milagrosamente su vida. El 13 de agosto las hostilidades cesaron y Puerto Rico pasaría de español a estadounidense. Santiago y otros presos políticos fueron liberados de sus penas, a petición del gobierno de Estados Unidos.

El 20 de octubre de 1898, Santiago formó parte del grupo de obreros que creó la Federación Regional de Trabajadores de Puerto Rico, que pedían al gobierno la fijación de un salario mínimo, la eliminación del impuesto sobre los artículos de consumo y la creación de un sistema de enseñanza pública similar al estadounidense. Pero esta Federación tuvo una corta existencia debido a sus divisiones internas, provocando que Santiago y otros compañeros funden, el 15 de junio de 1899, la Federación Libre de Trabajadores, siendo el coruñés su primer presidente. 

Santiago es ya uno de los sindicalistas más destacados de toda América y participa en distintos congresos en Nueva York, donde intenta llevar la causa puertorriqueña al corazón de Estados Unidos, consiguiendo la jornada de ocho horas, un derecho que parecía imposible para aquellos trabajadores que eran tratados casi como esclavos en su país.

Además, en 1900, consigue incorporar su organización sindical a la poderosa Federación Americana de Trabajadores, lo que le permite tener una entrevista con el presidente estadounidense William McKinley, al que hizo llegar la deplorable situación por la que atravesaba la clase obrera en Puerto Rico.

Tan solo un año después, mientras se encontraba en Washington, fue nombrado organizador general de la Federación Americana de Trabajadores para Cuba y Puerto Rico, lo que le permite ir de nuevo a la Casa Blanca para hablar con el nuevo presidente, Theodore Roosevelt, a quien le transmite su protesta sobre la persecución a la que estaba siendo sometido en Puerto Rico.

El 9 de noviembre, a su llegada, es detenido y juzgado por asociación ilícita a tres años y cuatro meses de condena, pero la repercusión de esta sentencia en Estados Unidos fue extraordinaria. El New York Times, el Washington Post y el Chicago Tribune, los diarios más importantes de su época, se hicieron eco de la misma, obligando al presidente a derogar la antigua legislación española e implantar la estadounidense.

Con este cambio legal y el visto bueno de Roosevelt, el Tribunal Supremo de los Estados Unidos de América absolvía de sus cargos a Santiago y declaraba el libre funcionamiento de la Federación.

Poco a poco Santiago se fue convirtiendo en una figura no solo del sindicalismo, sino también de la política, hasta tal punto que llegó a fundar el Partido Socialista de Puerto Rico, por el que sería elegido senador de los Estados Unidos en representación de Puerto Rico, cargo que ostentó desde 1917 hasta 1932.

En 1918 sería nombrado en Texas secretario ejecutivo de la Confederación Panamericana de Trabajadores, lo que le obligará a residir de manera permanente en Washington hasta su fallecimiento el 5 de diciembre de 1939. Su cadáver fue trasladado a Puerto Rico, donde fue despedido con los máximos honores. 

Menos de un años después, el país decidió dedicarle el primer lunes de septiembre de cada año a este coruñés, decretándolo como el Día de Santiago Iglesias Pantín. Sus medidas revolucionarias y pioneras para su tiempo tuvieron tal alcance social que buena parte de ellas se convirtieron en ley a partir de los años 40 y muchas otras fueron incorporadas a la Constitución de Puerto Rico en 1952, una Constitución que muchos consideran que fue posible gracias a aquel coruñés del Orzán: Santiago Iglesias Pantín.

Iván Fernández Amil. Historias de la Historia.

Referencias:

• es.wikipedia.org
• lavozdegalicia.es
• laopinioncoruna.es
• galiciaconfidencial.com
• farodevigo.es
• publico.es
• elcorreogallego.es
• escuelasantiago.com
• enciclopediapr.org
• biografiasyvidas.com
• ecured.cu