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Harlem Pizza: el negocio milagro de A Coruña que abrió dos días antes del estado de alarma

Miguel Ramírez es un emprendedor coruñés que ha sabido adaptarse a las duras circunstancias de abrir una pizzería en plena cuarentena y hacerse popular ya que atiende decenas de pedidos cada día
Miguel Ramírez en la pizzería.
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Miguel Ramírez en la pizzería.
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Días antes de que el gobierno decretase el estado de alarma la vida discurría con normalidad aunque nadie se imaginase las semanas que estarían por venir e incluso en esos días previos se abrieron negocios, como el Harlem Pizza Or Die del coruñés Miguel Ramírez. Su local, que se estrenó el pasado 12 de marzo, está ubicado en un sitio emblemático para todo coruñés que se precie y sobre todo si se ha sido alumno del instituto Eusebio da Guarda ya que la pizzería ocupa el lugar en el que durante años estuvo la tienda de gominolas Gusy, flanqueada en la misma isleta de la plaza de Pontevedra por la mítica cafetería Manhattan y el Wok. El tuit de un amigo anunciando el negocio de Ramírez y pidiendo que se compartiese su publicación para así llegar a más gente tuvo repercusión y en parte le salvó la vida, ya que un negocio nuevo y apenas conocido por el público en medio de un cierre indefinido como el que ha provocado el coronavirus tenía pocas posibilidades de salir adelante.

Contra todo pronóstico la pizzería (que supuso 13 duros meses de trabajo previo para Ramírez y hasta la petición de un crédito) está más viva que nunca ya que el negocio se ha adaptado a las circunstancias adversas de la crisis sanitaria y está activo el reparto a domicilio a través de Just Eat y Uber Eats además de reparto propio llamando al local. Según su dueño, la filosofía del local (que comparte con su hermano) se basa en "un concepto distinto basado en la pizza italiana con precios asequibles para todos los bolsillos y carácter cercano" que combina con tendencias musicales y artísticas relacionadas con la cultura urbana. "El nombre del negocio es el resultado de unir Harlem, una prolífica zona de Manhattan de artistas, músicos y cultura urbana y una buena ubicación como última pieza del puzzle", dice.

Sobre el tuit que dio a conocer el local, cuenta que "le llegó por sorpresa a través de una persona que compartió el pantallazo en instagram y le etiquetó" y aclara que no fue una campaña comercial sino un gesto bondadoso de un buen amigo "y que tuvo una repercusión que jamás habría imaginado". Ramírez quiso empezar con buen pie y rememora que el día de la apertura invitó a los estudiantes del Eusebio a probar las pizzas, y el día anterior a sus allegados y a quien se acercó a conocer el local. "Creo en un modelo de negocio cercano al consumidor, de tu a tú, ya hay demasiadas multinacionales y nosotros somos de aquí", asegura. Además, Ramírez cuenta con la inesperada ayuda adicional de la anterior propietaria del local, Esther, a la que agradece que decidiese no cobrarle el primer mes de alquiler y aplicarle un gran descuento en los siguientes meses y a la que define como "la mejor casera del mundo".

"Nos vimos desbordados"

Ramírez afirma que a raíz de la publicación de la apertura de la pizzería en las redes sociales de su amigo, el efecto llamada fue instantáneo y no se enteraron de que había publicado nada hasta que en el servicio de la tarde en Harlem Pizza "se vieron totalmente desbordados". "No hay palabras para agradecer a toda la gente que ha estado compartiendo el tuit y enviando mensajes de ánimo y apoyo. Es una situación complicada para todo el mundo, y sobretodo para autónomos en general, debe de haber muchísima gente en la misma situación que la mía", opina.

Sobre la gestión actual de la situación, Ramírez detalla que es complicado porque "las normativas cambian casi a diario y las previsiones de futuro son inciertas" a la vez que reconoce que "lo único que puede hacer es tirar para adelante como todos los autónomos y trabajadores del país". "Tengo claro que nadie va a venir a salvar a nadie (ni gobierno ni bancos, con sus ayudas a base de créditos) y la clave es ayudarnos unos a otros, apostar por el comercio local y pensar como comunidad y no de manera individual, si cae uno caemos todos", concluye, mientras ya piensa en gestionar los turnos de servicio que le quedan en el día y para los que tiene decenas de peticiones desde diferentes puntos de la ciudad herculina.

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