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En la zona nadie habla de otra cosa. Desde que ardió el número 30 de la calle Barrera el pasado martes, el edificio se ha convertido en el foco de todas las miradas de la gente que pasa por ahí.

El inmueble ya había sido noticia en incontables ocasiones. Siempre por ruido, peleas e incendios de menor grado, provocados, según cuentan los vecinos, por los okupas que vivían dentro.

Pero lo de esta vez fue grave: las llamas calcinaron por completo las plantas superiores del edificio y afectaron a los inmuebles contiguos.

Varios vecinos de los alrededores tuvieron que ser desalojados, e incluso cerraron varios negocios. Los bomberos estuvieron trabajando durante todo un día hasta dar por sofocado el incendio.

Sin embargo, no fue hasta última hora de este miércoles cuando se tapió la entrada del edificio.

Aunque no ha sido declarado en ruinas, por el momento es evidente que nadie puede vivir ahí: la cuarta planta no tiene ni fachada.

Que ahí convivían decenas de okupas era algo que se sabía. "Yo misma llamé a la policía cuando vi salir las llamas", cuenta una vecina que pasaba por ahí esta mañana.

No era la primera vez que veía algo así. Lo que no se esperaba era que el fuego fuera a expandirse tan rápido, hasta el punto de temer por su casa.

Un obrero de la zona comenta que ha tenido que poner alarma en la obra que están haciendo en la calle estrecha de San Andrés por miedo a que alguien entre.

A pesar de los daños materiales, no hubo que lamentar heridos. Lo que pase ahora con el edificio no se sabe. La primera planta fue propiedad del Concello, aunque ahora se encuentra en medio de una batalla legal, tras pasar por varias manos y gobiernos.

Por el momento, la alcaldesa ha confirmado que es "ruinoso". De ahí que hayan tapiado la entrada para impedir que vuelvan los okupas y evitar cualquier desgracia.