Quienes ayer lunes se alarmaron por el estado de su nevera en A Coruña cuando el apagón general y la pérdida de electricidad afectaron a toda la Península acudieron con rapidez a las tiendas de alimentación para asegurar provisiones. Fruterías, ultramarinos y supermercados fueron el objetivo de los consumidores, pero gran parte de estos establecimientos cerraron al no poder servir a los clientes por falta de flujo eléctrico. Alguna frutería, en cambio, se las apañó con medidas tradicionales para atender a clientes que formaron colas ante el mostrador mañana y tarde; otras bajaron la verja antes.
Desde las 12:30 hasta las tres de la tarde de forma ininterrumpida hubo a quien despachar en la frutería Iglesias, en la calle San Nicolás de A Coruña. Aunque no funcionaban las básculas eléctricas por falta de corriente, su propietario, Germán Iglesias, hizo uso de una antigua báscula mecánica con bandeja que soporta el peso de los alimentos e indica su peso con una aguja roja. Con el precio fijado por kilogramo, hubo que hacer cálculos mentales según los gramos de producto comprados.
"Esta báscula lleva aquí desde hace décadas", dice Iglesias junto a otra báscula de mayor tamaño, también antigua, para depositar mercancía en grandes cajas o paquetes. Ambas están en la trastienda y ya no se usan, solo las eléctricas, pero ante el mostrador, su empleada Susana Lama no podía utilizarlas por falta de alimentación eléctrica.