7 abril, 2024 02:31

Una tarde soleada adorna el parque del madrileño barrio de Villaverde donde Miguel Ángel Cabrera (Madrid, 1972), el compositor y teclista de los éxitos que catapultaron a Camela a la cima de la escena musical de nuestro país, recibe a EL ESPAÑOL | Porfolio. Aquí, entre las raíces de un barrio que le ha visto crecer, se forjó el principio del fin de su trayectoria musical. Junto a él lo acompaña su característico teclado rojo, ahora oxidado, pero que le sirve de recuerdo de una gloria que acabó cuando decidió marcharse del grupo hace ahora 11 años.

También trae consigo los cuatro discos de oro que ganó siendo el tercer integrante de la banda formada por Dioni Martin y Ángeles Muñoz. Una muestra de un éxito mayúsculo que se traduce en nueve millones de discos vendidos en más de 30 años de historia, lo que les ha llevado a ostentar el segundo lugar en récord de ventas de grupos españoles en las últimas tres décadas —sólo superados por La Oreja de Van Gogh—.

Cada tarde, después del instituto, Miguel se sentaba en el mismo banco donde se celebra esta entrevista con un lápiz y un papel y "muchos sueños en la cabeza". Ahí anotaba las historias que percibía para convertirlas en canciones. Historias como la de aquella chica que se encontró llorando debido a una dolorosa ruptura y que le sirvió de inspiración para componer Ya no volverá, uno de los grandes hits de Camela. "Siempre me fijaba en las historias que yo veía aquí en el barrio, y así construía las canciones", dice.

En este mismo parque también asentó los cimientos de su relación con Dioni Martín, el líder de la banda. Se conocieron en el instituto, cuando tenían 15 y 16 años. Dioni ya había empezado a dar sus primeros pasos en la música junto a un amigo suyo, lo cual llamó la atención de Miguel, al que le propusieron que se comprara un teclado para poder unirse al grupo. "No lo dudé, así que le pedí 100.000 pesetas a mi hermana para poder comprármelo y así aprender a tocar. Solíamos quedar aquí para hablar sobre las canciones que íbamos a hacer", explica con cierta melancolía al tiempo que acaricia su deteriorado teclado, el primero que tuvo, y que nos presenta como "una reliquia".

Así, bajo el nombre de 'Los camelas', comenzaron a versionar canciones de artistas como Los Chichos, uno de sus máximos referentes, hasta que, en 1992, decidieron grabar su primera maqueta, 'Junto a mí', para la que tuvieron que reunir 200.000 pesetas. "Dioni trabajaba ayudando a su padre en los mercadillos, yo en ese momento me dedicaba a estudiar, pero logramos reunir el dinero para sacar adelante el primer disco", cuenta el músico.

Ángeles Muñoz, Dioni Martín y Miguel Ángel Cabrera, de Camela, en 2003.

Ángeles Muñoz, Dioni Martín y Miguel Ángel Cabrera, de Camela, en 2003. EFE

"Todas las noches íbamos a casa de Dioni para ensayar. Ahí es cuando Ángeles, que ya era cuñada de Dioni, se unió al grupo. Ella se encargaría de ser la vocalista", recuerda Cabrera, quien nunca imaginó que, en cuestión de días, iban a agotar todas las cintas de casete que grabaron. "Se agotaban enseguida, no sé cuántas pudimos vender en tan poco tiempo", asegura el compositor.

De esta forma, lograron firmar su primer contrato con una discográfica, Producciones AR. "Vendimos un millón de copias con el primer disco. Para nosotros fue una sorpresa increíble. De un día para otro empezamos a ver nuestras caras en todas las gasolineras de este país", dice. Así, aprovechando el tirón, se lanzaron a publicar su segundo disco, 'Sueños inalcanzables', que logró vender 850.000 copias.

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Debido al éxito repentino de este trío de amigos que habían creado un nuevo género, la tecno-rumba, inédito en nuestro país hasta entonces, los fichó la discográfica multinacional EMI Hispavox (actual Warner Music). Con este nuevo sello, en la primavera del año 2000 aparece en el mercado 'Simplemente amor', un proyecto en el que sus fans temían cambios demasiado drásticos, al ir de la mano de una multinacional. Sin embargo, no fue así.

"Nosotros fuimos fieles a nuestros principios porque inventamos un género musical que no se había escuchado antes, mezclamos lo que nos gustaba, la rumba, con sonidos más electrónicos. Y luego, la clave del éxito del grupo fue la conjunción de las voces de ellos y las composiciones de mis letras, que siempre estaban inspiradas en temas bonitos, con letras sencillas que calaran en la gente", comenta.

Miguel posa con el teclado y uno de los discos con los que empezó Camela.

Miguel posa con el teclado y uno de los discos con los que empezó Camela. José Verdugo EL ESPAÑOL

Con la llegada del nuevo milenio, comienzan a hacer giras internacionales, como la que hicieron en Perú, que Miguel recuerda "como un sueño inalcanzable" —como reza una de sus canciones— que consiguieron alcanzar. Y eso que nunca contaron con el respaldo de la prensa ni la radio musical, ya que no encajaban con los cánones tradicionales. "Todo nuestro éxito se lo debemos al cariño del público, que nos ha llevado a lo más alto, convirtiéndonos en uno de los grupos más queridos. Los medios nos dieron la espalda, pero el público nos abrazó", dice Cabrera.

Salida del grupo

Sin embargo, cuando el éxito y la fama inundó las vidas de los tres integrantes del grupo, todo cambió, y esa unión, a priori indivisible, comenzó a desgastarse por la mala relación que comenzó a generarse entre ellos. "Nos empezamos a llevar mal. Nos enfadábamos y dejábamos de hablarnos. Yo con Ángeles me llevaba muy bien, era como mi hermana. Pero Dioni, a veces, se cabreaba y viajaba aparte del resto del grupo cuando íbamos a tocar a algún sitio", revela Miguel. "No había un motivo claro de los enfados, al final eran niñerías de chavales de veintipico años que habían conseguido la fama y no sabían gestionarla", apunta.

Conflictos que fueron infectando heridas incurables y que afectaban enormemente al estado anímico de Miguel. "Íbamos de gira y la relación ya no era la misma, y yo me derrumbaba y rompía a llorar. Recuerdo ponerme las gafas de sol para que la mánager no se diera cuenta. Lo disimulaba, no quería que eso afectase al grupo", relata el exteclista. Sin embargo, esas guerras internas terminaron desembocando en una ruptura.

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Así, el 23 de febrero de 2013 Cabrera anunció que dejaba el grupo por discrepancias con los otros dos miembros. En el libro 'Camela por Camela', Dioni explicó que el principal motivo fue porque no hubo acuerdo con las canciones introducidas en uno de los discos. "Se acordó dividir la composición del disco entre los tres. Miguel aportó ocho canciones, Ángeles cinco y yo dos que había escrito con mi hijo Rubén (...) La discográfica no quiso saber el autor de cada una y las escuchó a ciegas. Escogió las dos mías, tres de Miguel y todas las de Ángeles. Algo que molestó a Miguel", explicó Dioni en el libro.

Años más tarde, en un programa de televisión, tanto Ángeles como Dioni, quienes no se habían querido pronunciar demasiado sobre este tema, afirmaron que el motivo por el que Miguel había abandonado el grupo era porque ya no quería componer. Sin embargo, Cabrera se defendió a través de sus redes sociales alegando que eso no era del todo cierto. "Yo nunca he dicho que no quisiera componer, yo no tocaba porque no querían que tocara, yo no componía porque no querían cantar mis canciones", aseveró entonces el ex integrante de Camela.

Miguel Cabrera junto a su teclado.

Miguel Cabrera junto a su teclado. José Verdugo EL ESPAÑOL

Ahora, Miguel da su versión de lo sucedido a este periódico. "Lo que contaron en el libro sobre la discográfica es cierto. Pero lo que pasó es que después de haber logrado un pelotazo tremendo de ventas con 'Simplemente amor', sacamos 'Amor.com', el último disco que yo compuse íntegramente, y no funcionó tan bien como el anterior, en parte por la piratería", explica.

Ese bajón de ventas, según Cabrera, fue el detonante que hizo estallar una relación ya herida. "Vinimos Dioni y yo a este parque, como siempre hacíamos, y tuvimos una discusión. Él me dijo que yo no aportaba al grupo lo mismo que ellos, y acordaron que ellos también iban a empezar a componer. Y yo, con el ego de haber compuesto todos esos éxitos anteriores, dije que no estaba de acuerdo. Mis canciones eran bonitas y habían funcionado. No entendía esa decisión", revela Miguel.

"Es como si ganas cinco Champions y después quedas en semis y te echan. Pues no es justo. Así que me sentí dolido. Les dije que o cantaban mis canciones o yo no aportaba ninguna canción. Y Dioni, cabreado también, juró que él no iba a cantar ninguna canción mía… Eso fue lo último que nos dijimos", explica el compositor. Tras su salida, llegaron temas como 'Cuando zarpa el amor' o 'Sueño contigo', ambos compuestos por Ángeles, que son "auténticos himnos de Camela", reconoce Cabrera.

PREGUNTA.– Después de su salida del grupo, ¿qué sintió al ver que ellos seguían triunfando y usted no?

RESPUESTA.– Lo he pasado muy mal, he sentido mucha envidia, aunque siempre sana. He llorado mucho en soledad, no me da vergüenza decirlo. Y no me da coraje pensar lo que me estoy perdiendo por haberme ido, sino que siento tristeza por ver todo lo que he creado y que ya no me pertenece. Al principio me sentía enfadado por lo que había pasado, pero luego sentí desilusión hacia ellos. Ángeles, al poco de irme, me seguía mencionando en cada entrevista. De hecho, ella me dijo en una ocasión que si me iba yo ella también se iría. Mi relación con ella era fabulosa, hasta que un día, no sé muy bien por qué, también me dejó de hablar.

Miguel Cabrera durante la entrevista.

Miguel Cabrera durante la entrevista. José Verdugo EL ESPAÑOL

P.– ¿Siente que le han intentado borrar de la historia de Camela?

R.– Totalmente. Hicieron un documental repasando la historia del grupo y me vetaron. Me han borrado de todos sitios. Y yo no me he podido defender nunca, por eso agradezco mucho esta entrevista, para que quede constancia de mi versión de los hechos. Aunque quiero aprovechar esta ocasión para decir que yo sin ellos no hubiese sido nada, aunque ellos nunca han reconocido públicamente que ellos sin mis canciones tampoco. Yo reconozco todo. Y yo parí a Camela junto a Dioni, es también mi hija, y parece que no me pertenece. Como si yo no existiera.

Miguel recuerda apenado aquella vez que sus excompañeros le invitaron al Wizink Center a un concierto, poco antes de la pandemia. "Me dijeron que me daban dos entradas para que fuera entre el público. Evidentemente no quise ir, creo que no me merecía ese trato", expresa.

P.– ¿Se arrepiente de algo?

R.– Creo que me equivoqué, me culpo también de que el ego me cegó, quizá tenía que haber cedido y aceptar lo que ellos me propusieron.

La muerte de su hijo 

Sin embargo, el 28 de febrero de 2022, Miguel sufriría el mayor varapalo que le ha dado la vida. Aquel día, su hijo Rafa falleció a los 18 años de edad en un trágico accidente de tráfico. "Estuvo cuatro días en coma hasta que se murió", relata emocionado. Una pérdida que sirvió para que, tras casi una década sin entablar relación, Dioni y Ángeles regresaran a su vida para ofrecerle todo su apoyo. "Aparecieron en el tanatorio. Ellos lloraban y me arroparon muchísimo, y siempre lo agradeceré", cuenta. "Al final me quedo con eso", dice.

"Ahora tenemos una muy buena relación, solemos hablar a menudo. Incluso le hicieron un homenaje a mi hijo en el Wizink Center. Dioni me prometió que todo lo que teníamos atrás queda enterrado, y hace poco hemos llorado los dos de la mano en el cementerio, ante la tumba de mi hijo. Gracias a este reencuentro me he vuelto a sentir Camela", expresa.

Cada día, desde hace más de dos años, Miguel visita "el enorme palacio", como él lo llama, en el que descansan los restos de su hijo. "No hay ni un sólo día que no vaya a verle", dice. "Desde que me fui del grupo lo he pasado muy mal, pero nada comparable con lo que he pasado al perder a mi niño. No lo supero", revela a este diario.

Miguel junto a su hijo.

Miguel junto a su hijo. Cedida

Alejado de la música, comenzó un nuevo proyecto llamado Camelogiavlogs, un podcast sobre divulgación tecnológica, su otra gran pasión. "Siempre me ha interesado mucho la informática y la tecnología", dice Cabrera. Sin embargo, su verdadera motivación es empezar a componer de nuevo. "Quiero escribirle una canción a mi hijo que cantará Camela. Ellos me han dicho que adelante, me prometieron que la cantarían. La idea es que se grabe a finales de año. Para mí será un honor y un orgullo que la canten ellos", dice el exteclista de la banda.

P.– ¿Se puede considerar un regreso?

R.– Bueno, de alguna manera nos uniremos de nuevo. Aunque esto no será una vuelta al grupo. No les hago falta. A ellos ya les va muy bien sin mí.

P.– Y a usted, ¿le gustaría volver si se lo propusieran?

R.– Ahora ya no. No podría por mi hijo. No puedo dejar de ir a verle todos los días. Sé que él quizá querría que volviera al grupo, pero no puedo. Siento que si no voy al cementerio es como si dejara de cuidarle. Esa es mi única dedicación en la vida, cuidar de mi hijo fallecido y, por supuesto, de mi hija viva, y de mis nietas. Me separé de mi mujer hace años y ellas son lo más importante para mí.

P.– ¿Qué le pide ahora a la vida?

R.– Si te soy sincero, se me ha pasado muchas veces por la cabeza irme con mi hijo, porque no le veo sentido a la vida. Pero luego pienso en mi hija y en mis dos nietas, y ellas se merecen que yo esté aquí con ellas. Y a Camela le pido que dejen el legado muy alto, como lo están dejando, porque eso me hace sentir orgulloso. Y ahora creo que estoy saliendo del túnel, ya veo la luz, y tengo ilusión de poder componer de nuevo para ellos. Será una forma de cerrar el círculo. No puedo mirar hacia atrás.

Cae la tarde. Los últimos rayos del sol del día no logran impedir que el frío comience a calar. Por ello, Miguel se despide con un cálido abrazo. Acto seguido, se dirige hacia el cementerio Sur de Madrid, el cual se encuentra a escasos minutos andando. No puede regresar a casa antes de acudir a su cita diaria.