10 diciembre, 2022 03:13
Lima (Perú)

Pedro Castillo Terrones se convirtió, en los 16 meses y 9 días que gobernó el Perú, en un presidente más que terminó con final infeliz. Es decir, es el quinto mandatario que tuvo el país en solo seis años, y cuyo trabajo no pasó de defenderse de las denuncias por corrupción vinculadas a él, visitar diversas regiones de Perú, lanzar bonos para familias pobres, designar o cambiar más de 90 ministros y viceministros cuestionados, o repetir un mensaje donde manifestaba complot y racismo en su contra por ser, por ejemplo, un profesor de la sierra peruana.

Pedro Castillo, quien profería claras ideas radicales como el cambio de constitución, la castración química para violadores, la renegociación o nacionalización de grandes yacimientos mineros o gasíferos en favor del pueblo, se caracterizó en los primeros meses de su gobierno por usar un amplio sombrero de paja en sus actividades oficiales, aunque pronto lo dejó; e incluso era víctima de memes o videos virales en redes sociales sobre su manera de hablar poco oportuna o incoherente en ciertos momentos, como la historia que quiso contar de un pollo, pero que jamás se entendió. Son detalles que anunciaban algo.

En junio de 2022, el expresidente Castillo renunció a la militancia de Perú Libre, el partido político de tendencias de izquierda dentro del cual se postuló como candidato y ganó las elecciones presidenciales de 2021 en segunda vuelta nada más y nada menos que a Keiko Fujimori, la favorita contrincante. Lo curioso es que, extrañamente, él no aparecía dentro de los favoritos candidatos para el sillón presidencial cuando los medios de comunicación lanzaban las encuestas o los sondeos. Pedro Castillo era uno más y de pronto se convirtió en presidente. 

Seis años y seis presidentes

Pero todo este contexto no parece más que una trágica tendencia con los jefes de Estado peruanos. Todo comenzó el 2016, sin duda alguna. Pedro Pablo Kuczynski (más conocido como PPK), con sus casi 80 años, tuvo una brutal oposición en el fujimorismo -liderado por Keiko Fujimori- con mayoría en el Congreso y que, innegablemente, lo llevaron a una mansa y triste renuncia pública en que aducía obstaculización para gobernar, todo esto en el marco de una pesquisa por el Caso Odebrecht. Actualmente sigue investigado y con libertad provisional, esperando juicio.

Su sucesor, el vicepresidente Martín Vizcarra, también protagonizó una tormentosa relación con el Congreso de la República, hasta el punto de cerrarlo el 2019 por el inesperado y rápido argumento de negarle de facto una cuestión de confianza.  Perú estuvo en vilo otra vez, si bien esta medida fue luego validada por el Tribunal Constitucional y las calles se llenaron de manifestantes en pro y contra, y cuya mayoría fujimorista era, de alguna manera, vencida a la mala.

Martín Vizcarra.

Martín Vizcarra. EFE

Pero eso no duraría mucho. El coronavirus llegó a Perú en el 2020 y el presidente Vizcarra sufrió una moción de censura en noviembre del mismo año por incapacidad moral debido a serias acusaciones de corrupción cuando era gobernador de la región Moquegua, y pronto se vio envuelto en lo que se conoció como el “Vacunagate”, donde se conoció que el presidente recibió irregularmente vacunas contra el coronavirus. En aquel tiempo, Pedro Castillo no asomaba en las páginas periodísticas, salvo como sindicalista docente perteneciente al Comité de Lucha de las bases regionales del Sindicato Único de Trabajadores de la Educación del Perú (SUTEP).

Al caer Martín Vizcarra, tomó posesión presidencial el entonces presidente del Congreso, Manuel Merino, el 10 de noviembre, pero solo duró 6 días, irónicamente, porque se originaron protestas sangrientas y mortales (dos jóvenes fallecieron y decenas quedaron heridos) en las calles del centro histórico de Lima entre manifestantes y Policía. Esto obligó a Merino a renunciar, que acusó a Vizcarra de brujería: un gallinazo medio muerto y con las patas quebradas apareció en su despacho un día después de asumir como presidente.

El Covid 19 dejó a Perú muy dañado moralmente. Fue uno de los países en el mundo con más mortalidad. En ese escenario, quien tomó la presidencia peruana fue Francisco Sagasti, un político que apareció como presidente del nuevo Congreso elegido tras el que cerró Vizcarra. La figura de Sagasti, quien se calificaba como “un centrista” y no de izquierda, transmitía más tranquilidad y decisión certera para enfrentar el coronavirus ante una economía peruana tambaleante e informal que trataba de subsistir como sea: vendedores ambulantes (en su mayoría peruanos y venezolanos), emprendimientos digitales, reactivación progresiva del turismo, incentivo al empresariado, eliminación de restricciones, aceleración de la vacunación… La economía peruana llegó a funcionar apenas en su 40%, aproximadamente.

Es entonces cuando, tras finalizar el gobierno de Francisco Sagasti, empieza a aparecer la figura y genio de un tal Pedro Castillo Terrones, como parte de la lista de personajes políticos que se lanzaban a la aventura de ser presidente de Perú. Como ya se dijo, Castillo no aparecía en las encuestas o sondeos de poder, pero era innegable que tenía amplio respaldo de las bases de docentes en la sierra y de las organizaciones de las rondas campesinas. Era visto como una persona identificada con el pueblo con explícitas ideas radicales.

Pedro Castillo en su toma de posesión como presidente.

Pedro Castillo en su toma de posesión como presidente.

De ese modo, en apenas 6 años, para sorpresa de todos, Pedro Castillo Terrones se convirtió en su quinto presidente, sin saber quizás que se gobernaría solo un poco más de 16 meses hasta lanzarse en una decisión de autogolpe que aún necesita una seria explicación y responsables intelectuales. Los analistas, diversos periodistas, políticos o congresistas no le auguraban un buen futuro a Castillo, no solo por sus desaciertos al momento de hablar o vestir con el famoso sombrero de paja, sino por sus elecciones de ministros o viceministros, muchos de los cuales tenían acusaciones de corrupción, terrorismo o simple falta de experiencia para el cargo, y también por sus enfrentamientos con la prensa o la clase política.

La economía y su inflación

Sin embargo, pese a todos los cambios de jefe de Estado y a la crisis política -social activa, existe un personaje clave: Julio Velarde, presidente del Banco Central de Reserva (BCR). Y no se trata de un halago, sino de una realidad que se sostiene con el tiempo, pues es sencilla la pregunta: ¿cuál es la explicación para que la economía peruana no colapse ante tanta crisis desde los tiempos de PPK?

Para César Flores, periodista económico y director de la plataforma Infomercado, existe un BCR independiente y sólido que ha sabido mantener todos los intentos de populismo que ha existido en los últimos gobiernos; además, el presidente del BCR se mantiene desde el 2006 hasta la actualidad, los presidentes nunca lo han cambiado, ni con Ollanta Humala ni con Pedro Castillo, calificados como “populistas”.

“Existen reservas internacionales bastante generosas que permite al Perú ser un país fiable. A pesar de la coyuntura internacional y los conflictos internos, se mantiene una economía todavía sólida en el punto de vista macroeconómico”, sostiene Flores.

Pedro Castillo, en rueda de prensa.

Pedro Castillo, en rueda de prensa. EFE

Hace unos días, Julio Velarde dijo, durante una exposición Cámara de Comercio Americana del Perú, que el BCR estima que a partir de marzo de 2023 la inflación actual muestre una fuerte baja y llegue a un estado de entre 1% y 3%. Pero existe el riesgo de no ocurrir. En las últimas semanas, la inflación llegó al 8,64% a nivel nacional, afectando la economía de las familias peruanas, según el Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI). Es decir, subió el precio del pan, del pollo o de productos diarios como los limones.

En pocas palabras, la nueva presidenta del Perú, Dina Boluarte, recibe un país con una alta inflación y con actuales protestas en el sur del país que, se espera, no lleguen a mayores efectos para una economía que intenta volver a tener los niveles pre-pandemia COVID. Por ejemplo, los centros comerciales y grandes eventos de música ya no tienen restricciones, las fiestas en los locales cunden y la informalidad empresarial aún se mantiene sobre niveles del 70% u 80%.

Si bien este 2022 Perú cierra con su sexto presidente en solamente seis años, en 2023 se verán las verdaderas caras de los congresistas ante el Poder Ejecutivo, que aún no define un gabinete ministerial que debe ser avalado por el parlamento. Las verdaderas caras de los congresistas que celebraron juntos la salida de Pedro Castillo Terrones.