17 marzo, 2022 03:28

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Como todos los zares, Putin tiene un dukhovnik, un consejero y confesor, el padre Tikhon Shevkunov. Es tan temido por su influencia que el entorno del presidente le hace la ola para que les ayude a influir en el Kremlin. Pero el padre Tikhon no es la madre del cordero en las sinuosidades de la mente de Putin.

Cuando llegó al poder en 1999, el hombre que ahora ha iniciado una importante guerra en Europa mostró a Occidente una cara amistosa. Putin tenía 47 años y era un líder rodeado de consejeros que incluían a liberales prominentes.

Entonces eran eso, sovetniki; o sea, asesores. Ahora Putin no tiene asesores. Ninguno. Cero. Lo que tiene es un lobby de siloviki, que no es exactamente lo mismo. No hay palabra equivalente en español, pero podríamos llamarlos la camarilla, hombres fuertes en la órbita del presidente, halcones como él de los distintos cuerpos y agencias de inteligencia —KGB, GRU, FSB o SVR—; la mayoría pertenece al Consejo de Seguridad y determina la línea dura de la narrativa geopolítica del Kremlin. 

Tikhon Shevkunov, confesor de Putin, con el mandatario ruso.

Tikhon Shevkunov, confesor de Putin, con el mandatario ruso. Reuters

Un adagio entre los eruditos militares es que la guerra es un asunto demasiado serio para dejarlo en manos de los generales. Con Putin hemos visto que es aún peor dejarlo en manos de los exagentes del KGB.

Cuando lanzó su invasión de Ucrania, el presidente ruso parecía que sabía lo que estaba haciendo. En su sesión televisada con el Consejo de Seguridad, dio la impresión de que tenía un plan de guerra preciso y con objetivos claros.  Ahora sobran razones para pensar que el Gran Vladímir no sabe lo que está haciendo ni lo que quiere.

Sus desastrosos resultados están siendo uno de los grandes misterios de la guerra. ¿Qué ha ido mal? Todo indica que la competencia entre las diversas facciones oligárquicas dentro del Kremlin colapsa un propósito estratégico central.

El Parlamento (Duma) es una aldea Potemkin, una institución de cartón piedra, un simulacro del   debate democrático. Ciertos asuntos que deberían tratarse en la Duma se deciden de facto a puerta cerrada entre unos happy few: el politburó 2.0, el cogollo del meollo.

Sesión del pasado 10 de marzo de la Duma o parlamento ruso.

Sesión del pasado 10 de marzo de la Duma o parlamento ruso. Reuters

Son pocos y mal avenidos, pero no por casualidad. Putin aplica con éxito la estrategia del "divide y vencerás", que limita las posibilidades reales de que un individuo consiga tanto poder que eclipse a los demás. Así se asegura de que las distintas agencias de seguridad compitan entre ellas en lugar de concentrar sus esfuerzos contra él. "Quien da poder a otro —dice Maquiavelo— causa su propia ruina". Esta estrategia ha provocado numerosas divisiones en su camarilla, enfrentamientos y alianzas eventuales.

Los siloviki dominan la agenda, alimentan las ansiedades de Putin y provocan y aumentan la tensión. A lo largo de los años, Putin se ha encapsulado dentro de esa burbuja del Kremlin, un minúsculo grupo de consiglieri de confianza. La mayoría de ellos tienen —como él mismo— antecedentes en el KGB y, por ello, un sesgo paranoico que les hace ver hasta en la sopa siniestros complots occidentales. Todos están en las listas de sancionados de la Unión Europea, Estados Unidos o el Reino Unido.

Desde luego lo están los 12 personajes que forman estos cuatro círculos de poder que obedecen los designios del zar Putin y que, desde luego, influyen también sobre él. 

1. Círculo de finanzas y negocios

Círculo de finanzas y negocios

Círculo de finanzas y negocios Lina Smith

Cuando, en 2014, Vladislav Surkov dio una charla en la London School of Economics, comenzó afirmando: "Soy el autor del nuevo sistema ruso". Audaz declaración, pero no sin fundamento, porque  Surkov es un jugador detrás de escena que ejerce una enorme influencia. Es la réplica rusa del Frank Underwood de House of Cards, el titiritero y oculto guionista del putinismo. Lo llaman el "Cardenal Gris", el equivalente en el siglo XXI al Cardenal Richelieu. A pesar de esta reputación —o gracias a ella—, ha logrado mantener un bajo perfil público. Tan enigmático como excéntrico, cultivaba esa imagen en Twitter (@SurkovRussia) hasta que la red social le suspendió la cuenta. La foto de su perfil lo mostraba fumando un cigarrillo como si jugara con el estereotipo de Hollywood de chico malote.

En 2014 la Unión Europea lo acusó de ser el cerebro de la anexión de Crimea. Sancionado por Estados Unidos, declaró que era "un gran honor" ser señalado por el enemigo y que las únicas cosas que le interesaban en Estados Unidos eran Tupac Shakur, Allen Ginsberg y Jackson Pollock. Tras abrirse camino en el Salvaje Oeste de la Rusia de los 90, ingresó en el Kremlin durante los días crepusculares de la presidencia de Yeltsin.  Fue adjunto al jefe de Gabinete de Yeltsin y después asistente del presidente Putin.  Permaneció en su cargo cuando Dmitri Medvédev se convirtió en presidente en 2008 y lo nombró viceprimer ministro con Putin de primer ministro.

Surkov fue uno de los fundadores de 'Nashi', el movimiento juvenil de Rusia Unida

Fue uno de los fundadores de Nashi, el movimiento juvenil de Rusia Unida, el partido de Putin, réplica de las Juventudes Hitlerianas. Pero el Cardenal Gris es más venerado en su país por su teoría de la "Democracia Soberana". En la práctica, esta acuñación postula un Leviatán sin oposición. Por supuesto, para mantener la "Democracia" en la "Democracia Soberana", la oposición debe existir, pero estrictamente controlada. Lo brillante de este nuevo tipo de autoritarismo es que, en lugar de prohibir la oposición, se mete dentro de todas las ideologías y movimientos, los explota y los vuelve absurdos.  Una estrategia que confunde y cortocircuita a cualquier oposición.

Hay dudas sobre si Surkov es tan poderoso como lo fue. Él mismo se encarga de presentarse como irrelevante. Tal vez sea cierto para camuflar su condición de oligarca. Lo que es seguro es que el Kremlin sigue marchando al paso del sistema que creó. 

Soldados rusos durante la anexión de Crimea en 2014.

Soldados rusos durante la anexión de Crimea en 2014. Reuters

Socio de Putin

A sus 70 años, Gennady Timchenko ha amasado una fortuna de 18 mil millones de dólares y ocupa el puesto 85 en la lista de milmillonarios de Forbes. Una señal de su cercanía a Putin es que el presidente le regaló un cachorro de su perra Connie. Juegan juntos al hockey desde que, hace más de 20 años, empezaron a hacer negocios. Es natural que exhiba un estilo de vida lujoso, porque fue pobre. Su mujer contó que vivieron en un pequeño apartamento en San Petersburgo con "chinches y olor a sopa borscht". 

Nacido en la Armenia soviética y criado en Alemania Oriental y Ucrania, en 1997 fundó Gunvor, que vendía en el extranjero el petróleo de las empresas estatales. El Tesoro estadounidense reveló que las actividades de Timchenko en el sector energético estaban directamente relacionadas con Putin, que tenía inversiones en Gunvor y acceso a sus fondos. En 2007, fundó el fondo de inversión Volga Group. Según la revista Time, pertenece al estrecho círculo de amigos de judo de Putin y gestiona la cartera del presidente con grandes inversiones en el extranjero.

Una señal de la cercanía de Timchenko a Putin es que éste le regaló un cachorro de su perra Connie

The Economist vinculó el éxito de Timchenko con la corrupción y denunció que Gunvor se benefició del arresto de Mijaíl Jodorkovsky quedándose con sus acciones en la petrolera Yukos. En 2010, el ex viceprimer ministro y opositor Boris Nemtsov  sacó a la luz la corrupción del tándem Timchenko - Putin. Nemtsov fue asesinado a tiros en Moscú.

Sancionado por Estados Unidos en 2014, Timchenko tuvo que dejar su avión privado en tierra cuando Gulfstream se negó a repararlo.

El amigo petrolero

Vaguit Alekpérov  tiene 71 años y ha amasado una fortuna de 22.000 millones de dólares, que lo coloca como cuarto hombre más rico de Rusia y en el puesto 54 del ranking de Forbes. Fue viceministro del Petróleo y Gas de la Unión Soviética. Cuando se desintegró la URSS, fue uno de los fundadores del consorcio petrolero Langepás-Urái-Kogalimneft, que Boris Yeltsin convirtió por decreto en Lukoil, la mayor petrolera rusa y una de las más grandes del mundo en reservas, sólo superada por Exxon Mobile.

Estadio del Spartak de Moscú, cuyo dueño es Alekpérov.

Estadio del Spartak de Moscú, cuyo dueño es Alekpérov.

Alekpérov se las apañó para ocupar la presidencia y quedarse con la parte del león de las acciones. Propietario del Spartak de Moscú y amigo personal de Putin, los hilos de su influencia llegan de Vladivostok hasta el puerto de Barcelona, donde utilizó una empresa pantalla británica para hacer negocios con el proyecto Marina Port Vell.

Veterano a la hora aguantar las sanciones impuestas por Occidente, se vio afectado por restricciones desde 2014 y durante los últimos días su fortuna ha mermado en 3.500 millones de euros a causa del desplome de los mercados bursátiles rusos.

Lukoil se propuso en 2008 unirse a Repsol para abrir 150 gasolineras. El trato fracasó, pero la policía española sugirió que gangs con vínculos tanto con Lukoil como con las agencias rusas de espionaje planeaban usar el acuerdo para lavar fondos ilícitos.  

2. Círculo militar

Círculo militar

Círculo militar Lina Smith

Desde que comenzó la invasión de Ucrania, Valery Guerasimov, jefe del Estado Mayor del Ejército, se ha convertido en figura central. Cuando Putin no está solo en la pantalla, por lo general están cerca Guerasimov y el ministro de defensa Shoigu, que son los rostros de la guerra. A los ojos de Putin, son los artífices de la campaña para anexionarse Crimea en 2014, la estrategia militar en Siria y el apoyo a los rebeldes prorrusos en el Donbás. 

Guerasimov ha alcanzado un estatus mítico. Militar de carrera, nació en 1955 en Kazán y sirvió en las divisiones blindadas del Ejército Rojo en la antigua Unión Soviética. Fue uno de los comandantes del Cáucaso Norte durante la segunda guerra de Chechenia (1999-2009).

La periodista Anna Politkovskaya, asesinada en 2006, lo describió como "un hombre que supo preservar su honor como oficial" durante esa guerra. Se refería a que arrestó y condenó a un soldado ruso acusado de violar y asesinar a una joven chechena. 

Su fama internacional, sin embargo, se basa en un malentendido. Se dice que es el inventor de la "guerra híbrida" rusa, que combina el uso de armas convencionales con métodos no militares, como la desinformación o los ataques cibernéticos, para preparar el terreno para los soldados. Incluso hay una "doctrina Guerasimov", cuya idea clave es usar el poder duro al servicio de fuerzas híbridas: aliados locales, unidades sin distintivos oficiales y mercenarios, todos respaldados por sobornos a gran escala de enemigos reales o potenciales y la propaganda de bandera falsa.

Guerasimov, creador de la doctrina que lleva su nombre.

Guerasimov, creador de la doctrina que lleva su nombre. Federación Rusa.

Imagen de Alepo destrozada.

Imagen de Alepo destrozada. Andoni Lubaki Europa Press

Las últimas dos semanas, sin embargo, han demostrado que la guerra de Putin no ha sido planeada de acuerdo con la "doctrina Guerasimov". De hecho, la perplejidad del general durante la sesión televisada del Consejo de Seguridad dio la impresión de que no tenía idea de lo que había planeado el Gran jefe.

En Ucrania, Putin no busca seducir corazones y mentes, lo que Guerasimov considera importante para la victoria. Su modelo es Grozny y Alepo: aterrorizar al enemigo. Su estilo de guerra, idiosincrático en Putin, mide el éxito por el tamaño de los escombros creados y las pilas de civiles muertos.

Compañero de caza

Serguéi Shoigu es el jefe político de Guerasimov. Ministro de Defensa desde 2012, ha mantenido la presión y reforzado el sentimiento de inseguridad en Occidente. Él fue el encargado de esgrimir la amenaza "técnico-militar", un eufemismo de la guerra lisa y llana, que no engañó a la inteligencia americana.

Shoigu, de 66 años, es de Tuva, una república budista en Siberia que limita con Mongolia. Putin y él cogen regularmente vacaciones cortas de caza y pesca en Siberia o en el Lejano Oriente para rastrear al tigre. Eso le da al amigo siberiano acceso sin obstáculos al líder. Putin le debe la modernización del Ejército, así como el éxito de la intervención militar en Siria.

No sirvió en el KGB ni en el Ejército, pero su papel como ministro de Defensa lo convierte tanto en un tecnócrata como en un silovik. Es una peculiaridad habitual bajo Putin, que suele mantener a los oficiales superiores fuera de este puesto. Sin embargo, Shoigu tampoco tiene ninguna experiencia con los servicios secretos, lo que es mucho menos común entre las personas cercanas a Putin. Gestor extraordinario, se rodó en el Ministerio de Emergencias, del que fue titular durante casi veinte años. Tiene un perfil de estadista, menos ideológico que otros miembros del Consejo de Seguridad.

Putin y Shoigu en sus vacaciones de pesca en Siberia.

Putin y Shoigu en sus vacaciones de pesca en Siberia. EPA

Evgeni Minchenko, analista político que elabora un ranking del poder en el Kremlin, dijo en enero: "En este momento, sólo hay un miembro del gabinete que está en el 'politburó 2.0'. Es Shoigu". En 2015, cuando el gasto en Defensa se disparó, su popularidad subió como la espuma y la prensa especuló que Putin podría elegirlo candidato a sucederlo.

El político Sergei Konvi lo describió como un "perfecto camaleón", capaz de transformarse a voluntad para complacer a su líder. Pero no es sólo un cortesano destacado, según The Guardian Shoigu supervisó el temido servicio de inteligencia militar ruso GRU, del que se sospecha que intensificó las operaciones de asesinato en Europa en la década de 2010, incluido el intento de envenenamiento en Inglaterra, en 2018, del exagente doble Sergei Skripal.  

3. Círculo de los 'segurócratas' 

Circulo de los 'segurócratas'

Circulo de los 'segurócratas' Lina Smith

Involucrado en asesinatos y otras operaciones siniestras, una investigación policial del Reino Unido en 2016 apuntó que la operación del Servicio Federal de Seguridad (FSB) para matar a Alexander Litvinenko probablemente fue aprobada por Nikolái Patrushev. The Guardian reveló que agentes rusos acusados del intento de derrocar al gobierno de Montenegro en 2016 salieron del país en el avión de Patrushev.

Oficial de inteligencia de carrera, este silovik conoce a Putin desde la década de 1970, cuando ambos trabajaban en el KGB. Halcón de halcones, sucedió a Putin como jefe del FSB y desde hace 14 años es jefe del Consejo de Seguridad, donde se ha revelado un conspiranoico convencido de que las potencias occidentales traman la destrucción de Rusia. 

Su retórica sobre Ucrania, a la que llama "protectorado" de Occidente, se parece a la de Putin como un huevo a otro huevo. Hace unos meses predijo esta guerra. En realidad —ahora lo sabemos—, no era una profecía, sino un designio. 

Patrushev

Patrushev

Furibundo antioccidental, dice en las entrevistas cosas como esta: "Quieren dar a los niños el derecho a determinar su propio sexo, y en algunos lugares han llegado a legalizar el matrimonio con animales". Un mes después de soltar esta perla, Putin la repitió, aunque omitió lo de la zoofilia. Patrushev fue determinante a la hora de convencer a Putin de acometer la campaña en Siria. Su cercanía a Putin y, por lo tanto, su influencia, la ilustra el nombramiento de su hijo como ministro de Agricultura. 

Verdugo de la oposición

Alexánder Bórtnikov, jefe del FSB, es clave en el mantenimiento del control del país.  Su aparato de seguridad emplea a cientos de miles de personas y tiene ojos para todo, desde la lucha contra el terrorismo hasta la seguridad fronteriza, la contrainteligencia y la vigilancia electrónica. Extraoficialmente, se encarga de aterrorizar a la oposición. Como tantos otros siloviki, también conoce a Putin desde los 70, cuando ambos servían en el KGB de Leningrado. Como Patrushev, colocó a su hijo en la nomenklatura de Putin, que lo nombró presidente del banco estatal VTB. 

Putin necesita a los 'siloviki', pero sólo mientras los necesita

Putin necesita a los siloviki, pero sólo mientras los necesita. Cuando deja de ser así, puede ser cruel. Quienes lo dudaban se cayeron del guindo en vivo y en directo. En un debate televisado, a sabiendas de la que escena se iba a ver en todo el mundo, Putin humilló a su jefe del Servicio de Inteligencia (SVR), Serguéi Naryshkin, cuando el Consejo de Seguridad debatía el reconocimiento de los dos territorios prorrusos del Donbás. 

El gran timonel interrumpió varias veces a su subordinado, lo acorraló, lo intimidó y consiguió que dijera lo que quería oír. Naryshkin entró en pánico y sólo a trancas y barrancas entendió que al líder no le importaba su criterio sino su asentimiento pastueño. El vídeo de un Naryshkin acongojado y balbuciente confirma que los procesos de toma de decisiones del presidente, más allá de declaraciones y ukases, es el de Juan Palomo.   

Yevgeny Prigozhin,a la izquierda, sirve la comida a Putin.

Yevgeny Prigozhin,a la izquierda, sirve la comida a Putin.

Aun así, el zar necesita a sus boyardos. Suele escucharlos antes de preparar su siguiente golpe para teatralizar su decisión con aparato operístico. A Yevgeny Prigozhin lo llaman "el chef de Putin" por los negocios de catering con los que hizo su fortuna.  Sus intereses incluyen una "fábrica de trolls" de internet en San Petersburgo y el grupo mercenario Wagner, una organización paramilitar que actúa sobre todo en el este de Ucrania, en África y en Siria. 

Nacido en Leningrado hace 60 años, a los 18 años fue sentenciado por robo y a los 21 condenado a doce años de prisión por fraude y prostitución de adolescentes. Tras nueve años tras las rejas, en 1990 montó un negocio de comida rápida, que se convirtió en un imperio. Los restaurantes de Prigozhin tenían éxito entre la élite política y criminal de San Petersburgo, por lo que se asoció con Putin, que era entonces el Señor Lobo, el hombre que solucionaba todos los problemas del alcalde corrupto Sobchak. 

Siguiendo a Putin, se mudó a Moscú y se hizo con el 90 % de los contratos de catering para escuelas públicas y cuarteles. No tardó en meterse en la construcción y en los medios de comunicación a gran escala. En 2014, Prigozhin creó la Agencia Federal de Noticias, una factoría de desinformación pro-Kremlin.

La BBC encontró una conexión entre los medios de Prigozhin y las palizas a miembros de la oposición. Una de sus webs publicó datos personales de más de 800 opositores que recibieron amenazas de muerte.

4. Círculo del Gobierno

Círculo del Gobierno

Círculo del Gobierno Lina Smith

Serguéi Lavrov, de 72 años, ha estado echando horas extras desde antes de estallar esta guerra. Es el inoxidable ministro de Exteriores, que ha multiplicado reuniones y llamadas. Es la voz del Kremlin para el mundo, un diplomático que no ha dejado de estar bajo el foco desde su nombramiento en 2004. Es el decano de los ministros de su ramo. (El mandato más largo en ese cargo lo ostenta el difunto príncipe Saud al-Faisal de Arabia Saudita, que ocupó el Ministerio de Exteriores durante 40 años).

Lavrov —tan abierto como seco, tan hostil como amistoso— además del ruso, habla al menos otros cuatro idiomas, incluido el cingalés, uno de los idiomas que se hablan en Sri Lanka, el dhivehi, el idioma oficial de las Maldivas, el inglés y el francés. A pesar de tener un padre armenio de Tiflis, la capital de Georgia nunca menciona si habla el idioma nativo paterno y eligió usar el apellido de su madre rusa en lugar del de su padre, Kalantaryan.  

El diplomático se sabe los temas al dedillo. Impresiona con su conocimiento y memoria, talento y resistencia. Ante el ascenso de los belicistas, seguramente habría visto disminuir su influencia en estas semanas ante la creciente influencia de quienes abogan por una guerra total. Mientras que algunos creen que no es parte del círculo íntimo de Putin sino un leal funcionario, otros aseguran que es parte de la planificación asertiva de la política exterior del presidente ruso, así como de su conducta desde Siria hasta Ucrania. 

El que le guarda la silla

Dimitri Medvédev era un perfecto desconocido cuando Putin lo llevó a la presidencia de la Federación Rusa en 2008. Expresidente y exprimer ministro, ahora es el segundo del Consejo de Seguridad. Es de San Petersburgo, como Putin, y trabajó con él para el alcalde Anatoly Sobchak a principios de los 90. Cuando su viejo amigo se mudó a Moscú y se convirtió en primer ministro, Medvédev lo siguió y fue nombrado subjefe de gabinete de Yeltsin.

En 2008, él y Putin se conchabaron para alternarse en la cúspide en un controvertido relevo. Putin ya había cumplido dos mandatos como presidente y constitucionalmente no podía aspirar a un tercer mandato consecutivo. Medvédev le guardó la silla y nombró a Putin primer ministro. Cuatro años después, volvieron a intercambiarse los papeles.

Impopular en la prensa, aunque nunca ha sido repudiado por su mentor, su influencia como siloviki es cada vez más marginal.

El depredador cauteloso

Igor Sechin tiene 61 años, fue colaborador de Putin cuando era teniente de alcalde de San Petersburgo y viceprimer ministro en el gabinete de Putin de 2008 a 2012. Su influencia no disminuyó cuando dejó su cargo en el Gobierno. El periódico Nezavisimaya Gazeta  realiza una encuesta mensual que clasifica a los 100 rusos con mayor influencia política. Igor Sechin siempre ha estado en el top ten. Y ahí sigue como eminencia gris del presidente.

Pasa por ser la segunda persona más influyente del país después de Putin. Lo llaman Darth Vader y es sospechoso de numerosos delitos económicos, abuso de cargo oficial, corrupción y crimen organizado. En 2018 los medios lo acusaron de injerencia en asuntos geopolíticos por financiar el régimen de Nicolás Maduro. 

Igor Sechin.

Igor Sechin.

Fiel entre los fieles a Putin, dice que "mejor ser fusilado por lealtad que ahorcado por traición".  Al frente de la petrolera pública Rosneft, a la que ha convertido en un gigante mundial, es el capo di tutti siloviki, el intocable. Puede atacar a ministros sin inmutarse. Al de Economía, Alexei Ulyukaev, lo acusó de intentar sobornarlo con dos millones de dólares para que adquiriera el grupo petrolero Bashneft. De nada le sirvió al acusado alegar que era un ajuste de cuentas; a pesar de las muchas áreas grises que rodeaban el affaire, fue sentenciado a ocho años de cárcel y una multa de dos millones de euros. Los siloviki  se cobraron así las ínfulas liberales de Ulyukaev, que sigue tras las rejas de un penal a 180 kilómetros de Moscú.

Sechin cultiva un perfil bajo, no da entrevistas y lleva a los tribunales a periódicos que se interesan demasiado en su vida privada. Despreocupado por complacer, tiene una biografía de negociador correoso y adicto al trabajo. Inspira más miedo que admiración, saben que es un cazador cauteloso que tiene cuidado con los que se interponen en su camino. Sobre todo, cuando no son osos o jabalíes, sino eventuales depredadores de su misma especie.  

Putin anima a sus asesores a competir en testosterona y radicalidad viril

Putin lee los discursos que le escriben sus asesores, a quienes anima a competir en testosterona y radicalidad viril. Le gusta escuchar posiciones más reaccionarias aún que las suyas propias. "Putin no tiene ideología", dice Konstantin Remchukov, editor de un periódico moscovita próximo al Kremlin; tal vez por eso azuza a la élite de seguridad de Rusia a que le amalgamen una contraideología, una cosmovisión ultranacionalista, belicista e imperialista que alejen al Kremlin de Occidente.

Escoltado y jaleado por su camarilla, el líder no sólo no se ata al mástil para vencer la tentación de arrojarse a las sirenas de la destrucción, sino que las encorajina a cantar con voces cada vez más tenebrosas. Los hombres que le susurran al oído sólo tienen futuro si dicen lo que Vladímir Vladimirovich quiere oír.