Volodímir Zelenski durante su visita a Washington en diciembre de 2023.

Volodímir Zelenski durante su visita a Washington en diciembre de 2023. Reuters

LA TRIBUNA

A la UE le conviene aceptar a Ucrania y Moldavia como miembros

La UE debe negociar con Ucrania y Moldavia, prestar la ayuda militar necesaria en 2024 y elaborar el próximo presupuesto comunitario pensando en la ampliación.

Piotr Buras Engjellushe Morina
13 diciembre, 2023 13:21

La inminente cumbre de la UE puede ser la más importante de su historia reciente. Sobre todo, por el momento en que se produce.

La contraofensiva ucraniana se ha estancado. Por primera vez desde el estallido de la guerra, empieza a arraigar la sensación de que Rusia tal vez esté ganando.

La aclamada firmeza occidental en apoyo de Ucrania está debilitándose. Los Balcanes occidentales están en ebullición. Y las elecciones presidenciales del próximo año en Estados Unidos no presagian nada bueno para Europa.

Biden y Zelenski en el Despacho Oval de la Casa Blanca en Washington.

Biden y Zelenski en el Despacho Oval de la Casa Blanca en Washington. Reuters

Existen muchas presiones para que los líderes de la UE, que se reunirán en Bruselas esta semana, inicien las negociaciones para la adhesión de Ucrania y Moldavia, y aprueben un paquete de ayuda económica a Kiev por valor de 50.000 millones de euros. Dos decisiones cuya gravedad no deben pasar por alto. 

La UE debe enviar a Vladímir Putin una señal clara de que sus esperanzas de cambiar el curso de la guerra en su favor son prematuras. Deben exponer de forma inequívoca la posición europea sobre Ucrania y el compromiso de la UE de incorporar al país al bloque europeo.

En términos más generales, deben explicar a los europeos por qué trabajar para integrar a Ucrania y otros países es lo mejor para el futuro de la UE.

"Los políticos europeos repiten sin cesar que la ampliación de la UE es necesaria por razones geopolíticas. Pero aún no han conseguido convencer de ello a la sociedad"

Es más necesario que nunca actuar con decisión. Como muestra una nueva encuesta de opinión llevada a cabo por el Consejo Europeo de Relaciones Exteriores en seis Estados miembros de la UE (Alemania, Francia, Dinamarca, Polonia, Rumanía y Austria), muchos ciudadanos europeos creen que la adhesión de Ucrania al bloque debilitaría la seguridad de Europa (una media del 45%) en vez de reforzarla (25%).

Al preguntarles por los efectos para sus respectivos países, en Francia y Alemania solo el 15% y el 20%, respectivamente, prevén que la medida tendrá consecuencias positivas para la seguridad de su país. El 39% y el 47% creen que los afectos serán negativos.

Polonia es el único Estado miembro en el que predominan con claridad las opiniones positivas (41% frente al 30%).

A propósito de los países de los Balcanes Occidentales, las opiniones son igualmente pesimistas. Pocos europeos consideran que su posible adhesión entrañe ventajas para la seguridad de la UE (un 23%, frente a un 33% que opina lo contrario).

Estos resultados constituyen una dosis de realidad y una advertencia. Los políticos europeos repiten sin cesar que la ampliación de la UE es necesaria por razones geopolíticas. Pero aún no han conseguido convencer de ello a la sociedad.

La preocupación por que la entrada de nuevos miembros pueda arrastrar a la UE a un conflicto parece pesar más que la confianza en que su adhesión aislaría a Europa de la influencia rusa o china.

No obstante, la conversación sigue abierta. Una mayoría relativa (una media del 37%) de los ciudadanos de los seis países encuestados por el ECFR cree que debe permitirse a Ucrania que ingrese en la UE. Un porcentaje en el que muchas veces se incluyen personas conscientes de las consecuencias negativas que tendría.

Parece que el apoyo emocional a los ucranianos sigue siendo fuerte e influye más que las consideraciones racionales.

Por el contrario, hay menos entusiasmo respecto a los países de los Balcanes Occidentales. Sólo entre el 20% y el 30% de los europeos quieren que sean futuros miembros del bloque. Hay diferencias de opinión significativas dentro de la UE. En Dinamarca y Polonia, casi la mitad de la población (50% y 47%, respectivamente) apoya la adhesión de Ucrania.

En Austria, sólo está a favor el 28%, mientras que el 52% está en contra.

Ahora bien, en la mayoría de los países, entre el 20% y el 40% de los encuestados no tienen opinión o se muestran indiferentes sobre la posible adhesión de Ucrania y la ampliación en general.

Eso hace pensar que existe un gran grupo de europeos a los que aún es posible convencer de que su propio futuro depende, más que nunca, de que la UE se muestre decidida a utilizar su principal baza: la integración de sus vecinos europeos en la esfera de la paz y la prosperidad económica.

No hace falta explicar lo urgente que es avanzar de manera significativa en esta dirección. Si Ucrania pierde, además de una parte de su territorio, la fe en que el ofrecimiento de la UE es creíble, las consecuencias para Europa serán dramáticas. Para convertirse en un país estable y predecible, Ucrania necesita ganar la guerra.

Pero el criterio fundamental para valorar su victoria no será el restablecimiento de todo su territorio, sino el control de su futuro como país europeo, próspero y democrático. La UE es la única oportunidad que tiene Ucrania. Si la pierde, la UE no sólo tendrá que asumir la responsabilidad, sino también la obligación de lidiar con las enormes repercusiones geopolíticas de ese fracaso.

"La única manera de subrayar el compromiso de la UE con la ampliación como opción geopolítica crucial es adoptar una estrategia audaz, que ofrezca compromisos claros a Ucrania y otros países candidatos"

Y lo mismo sucede con los Balcanes Occidentales. Quizá sea la última posibilidad de evitar que esos países inicien una deriva hacia la órbita rusa o china.

Ni la opinión pública europea ni muchos de los propios dirigentes de la UE parecen ser plenamente conscientes de la gravedad de la situación. Parecen creer que es posible mantener el statu quo y que el debate sobre la reforma institucional es una respuesta suficiente ante los problemas geopolíticos.

Ese es un error peligroso.

En la cumbre de esta semana, es imprescindible que los líderes no eviten ni el lenguaje alarmista ni las decisiones difíciles. Deben entablar negociaciones con Ucrania y Moldavia, comprometerse a prestar la ayuda militar necesaria en 2024 y declarar que la UE va a elaborar el próximo presupuesto comunitario pensando en la ampliación.

También deben acordar que las disputas bilaterales entre los Estados miembros de la UE y los países candidatos se aborden al margen de la política de ampliación. De esa forma se garantizaría que, de aquí a 2028, los países candidatos que hayan cumplido los criterios exigidos por la UE y aceptado las estrictas condiciones del Estado de derecho puedan disfrutar, como mínimo, de los beneficios financieros y económicos de la integración.

La única manera de subrayar el compromiso de la UE con la ampliación como opción geopolítica crucial es adoptar una estrategia audaz, que ofrezca compromisos claros a Ucrania y otros países candidatos. También es necesario transmitir un mensaje claro a los ciudadanos de la actual UE y a todos los que aún no están convencidos de que la ampliación es necesaria. Tienen que darse cuenta de que está en peligro su propia seguridad y estabilidad.

Los líderes políticos no van a ganar la batalla de la persuasión con discursos insulsos. Tienen que pasar a la acción.

*** Piotr Buras es director de la oficina del Consejo Europeo de Relaciones Exteriores (ECFR) en Varsovia

*** Engjellushe Morina es investigadora principal en el ECFR.

*** Traducción de María Luisa Rodríguez Tapia.

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