Hay algo peor que verse desbordado en el trance de hacerle una entrevista a Pedro Sánchez en horario de máxima audiencia. Que al día siguiente te toque hacer lo propio con Alberto Núñez Feijóo. Es uno de los motivos por los que no somos partidarios de cargar las tintas contra Pablo Motos. La entrevista política no es lo suyo. Ni siquiera cuando el entrevistado es un político.

Alberto Núñez Feijóo, este miércoles en El Hormiguero.

Alberto Núñez Feijóo, este miércoles en El Hormiguero. Tarek

De ahí que no tardara en aclarar que la del líder de la oposición sería más parecida a lo acostumbrado. Una charla que parte de una mezcla entre el meme del "¿usted quién es?" y el "¿a qué dedica el tiempo libre?" de Perales (llegó a formular la pregunta "¿cómo se divierte?").

Hubo espacio para que Feijóo hablara de la infancia en un internado de aires dickensianos, la reivindicación de la España rural o los encantos de la paternidad tardía. En lo puramente político, estuvo rápido con la respuesta del aborto, más allá de lo que se piense sobre el fondo de la cuestión.

El líder del PP acudía con algunos mensajes aprendidos (IRPF, grandes fortunas). También los que tenían forma de gag, como el relativo a Marruecos. Pero acomodó su lanzamiento a que encajaran, mal que bien, en las preguntas de Motos. Al contrario que la víspera, el presentador pudo ejercer su papel de un modo operativo ("se alargó en las respuestas" fue lo más parecido a una pulla en la boca del comunicador).

Motos hacía una pregunta, mejor o peor, y el invitado respondía, con mayor o menor tino. No podrán quejarse de aplausos. La lógica ha sido la misma que con los cantantes que acuden a promocionar sus trabajos. La grada es para los partidarios.

Alberto Núñez Feijóo suena a Rajoy. La manera de intercalar "oiga". El "no es un tema menor". El remache de que no ha ido antes al programa por falta de invitación. Más allá de esa comparación, el candidato popular sale a jugar la baza del tipo corriente.

El programa ha hecho un lema del "venir a divertirse", pero este invitado no le hace ascos a aburrirnos cuando habla de "trazabilidad", presume de una política de pactos más allá de Vox o se niega a revelar los nombres de una vicepresidenta y un ministro de Economía que ya tiene en la cabeza.

Desmontar el entusiasmo económico del Gobierno es más creíble si no se le añade la mortal segunda 'c' al término 'inflación'. Deprime escucharle hablar en femenino de los editoriales periodísticos (pero es una falta en la que incurren incluso periodistas). Hasta nos pareció captar un "más mejor".

Feijóo suele ser víctima de lapsus intrascendentes que los medios críticos suelen hinchar a la categoría de asunto de estado a base de mucho aspaviento. Cayó en eso mismo cuando parafraseó a su rival y predecesor en la silla hablando del "sanchismo" como si definiera el significado del término y no el uso del mismo. En el extremo contrario, se defendió bien en el tema de las elecciones veraniegas de Galicia en 2020.

Hablando de Galicia. El periodista José Luis Hornillos sostiene que las personas de fuera de Madrid que se trasladan a vivir a la capital eligen una zona orientada a la carretera que les devuelve a casa. Lo que más atrae a Feijóo de Moncloa es su salida inmediata a la A-6 con destino Coruña.

Trancas y Barrancas tienen que afinar sus preguntas. ¿Cómo demonios no va a conocer el palacio un tipo que ha sido trece años presidente autonómico?

Da la sensación de que ya se ve allí. Intercambia memes de Julio Iglesias con el propio Julio Iglesias y se le escapa que quiere un "vas a ganar y lo sabes". Pelotea a Motos atribuyéndole la popularidad callejera de Miguel Ángel Revilla. Según su relato, el cántabro va presumiendo por ahí de sus 26 hormigueros (daremos la cifra por buena).

¿Sacará Feijóo el mismo provecho? ¿Querrá ahora ser un habitual? Ya sólo le faltan 25.