Robots tocando música en un estudio de grabación

Robots tocando música en un estudio de grabación I.M. / Gemini Omicrono

Tecnología

La nueva era de la música ya está aquí: cómo las canciones con IA ya amenazan a los músicos y plataformas que conoces

Los acuerdos de grandes discográficas con compañías de IA auguran un gran cambio en la industria, aunque por el camino se diluya la autoría humana.

Más información: ChatGPT jubila a los DJs: así es la primera radio musical hecha con inteligencia artificial

Publicada
Actualizada

La irrupción de la IA generativa lo está poniendo todo patas arriba, incluida la industria musical. Lo que hasta hace poco era casi una anécdota, como la canción hecha con inteligencia artificial que se hizo pasar con éxito por Drake y The Weeknd, ahora es un aluvión de proporciones bíblicas. Y ya no pasa tan desapercibido: dos temas 'sintéticos' se han colado en las listas de Billboard y entre las más escuchadas en listas virales de Spotify.

Y lo más sorprendente es que el fin del salvaje oeste parece un poco más cerca. Según una información de Bloomberg, las discográficas más importantes a nivel global, Universal, Sony y Warner Music Group, han cedido los derechos de sus obras a una startup llamada Klay, que está desarrollando un servicio de streaming que permitirá a los usuarios reinterpretar canciones utilizando herramientas de IA.

La total impunidad con la que hasta ahora se movían plataformas de IA como Suno y Udio, entrenadas con millones de canciones sin permiso, parece también cerca de su final. En los últimos días, tanto Warner como Universal han anunciado un acuerdo con Udio en el caso de infracción de derechos de autor por el entrenamiento de sus algoritmos con canciones protegidas.

La compensación económica, que se desconoce de momento, no es el único resultado del acuerdo: ambas compañías han firmado con Udio licenciar sus respectivos catálogos para una plataforma de creación musical con IA que se lanzará en 2026. El CEO de Warner, Robert Kyncl, ha explicado en su blog que una de las condiciones es que "los artistas y compositores tendrán la opción de aceptar cualquier uso de su nombre, imagen, semejanza o voz en nuevas canciones generadas por IA”, para suavizar un poco el golpe.

Su visión es que, ante la ley de la selva imperante y con varias de estas disputas legales todavía abiertas, ha llegado el momento de "dar forma a los modelos de negocio, establecer las medidas de seguridad y abrir camino hacia el futuro en beneficio de nuestros artistas y compositores". Realmente, lo que dicen entre líneas estos movimientos de las discográficas parece ser: "queremos ser los primeros y sacar tajada de esta nueva fiebre del oro desatada por la IA".

Pedro Fernández, abogado del bufete Sympathy for the Lawyer especializado en propiedad intelectual e industria musical, afirma en conversación con EL ESPAÑOL - Omicrono que este auge de los contenidos musicales sintéticos "es preocupante para todos. En muchos casos son obras que se han generado utilizando precisamente las canciones de estos artistas y sellos, y se está viendo cómo los contenidos con IA los desplazan del mercado prácticamente sin esfuerzo, quitándoles una parte importante del pastel".

Resultados indistinguibles

Día a día se conocen nuevos detalles que amenazan con hacer tambalearse la industria y afectar a su eslabón más débil, los músicos. Una reciente encuesta de Deezer e Ipsos reveló que un 97% de los oyentes no puede distinguir entre las canciones generadas por IA y las compuestas por humanos.

En otro estudio publicado recientemente, un equipo de investigadores brasileños realizó una serie de catas musicales ciegas. Los oyentes lograron una tasa de acierto de solo el 50%, un porcentaje similar al producido por simple azar, a la hora de identificar si una canción había sido creada por humanos o con versiones de Suno que ni siquiera son las más avanzadas disponibles actualmente.

Y es que las herramientas de IA para generar música han ido puliendo sus defectos iniciales hasta proporcionar capacidades que permiten a cualquiera y en cuestión de segundos generar una canción tan parecida a las producidas por profesionales que asusta.

Interfaz de Suno

Interfaz de Suno Suno Omicrono

Suno y Udio, las IA musicales más populares hasta la fecha, han sido entrenadas utilizando enormes bases de datos de música y texto, permitiendo que generen canciones completas, con melodía, letra y voces, a partir de simples descripciones de texto introducidas por el usuario. Un ligero cambio en el prompt, y ambas son capaces de ofrecer unos resultados asombrosos, ya no digamos en las versiones de pago, que facilitan un control exhaustivo sobre cada detalle de la canción.

Estas capacidades han permitido la entrada en las listas de éxitos de canciones como How Was I Supposed to Know?, que marcó un antes y un después hace solo unos meses al ser la primera generada por IA que se coló en el top 30 de Billboard. Creado por Telisha Jones con Suno, el hit sintético de R&B sirvió para que algunos sellos pusieran hasta 3 millones de dólares sobre la mesa para ficharla e intentar replicar el éxito bajo su avatar virtual Xania Monet.

Para Pedro Fernández, el momento actual es una encrucijada legal, ética y comercial con ciertas semejanzas con lo que ocurrió en su día con la piratería y la llegada de Spotify. "Las compañías discográficas se estaban viendo asfixiadas y al principio no veían el streaming con buenos ojos, porque podía acabar con la venta de discos. La paradoja es que al final fue su salvación", explica.

El caso parece similar, pero en lugar de la década que pasó entre la aparición de Napster y la irrupción de la compañía sueca, aquí han bastado solo unos meses que han servido para iniciar un terremoto de consecuencias todavía imprevisibles.

Imagen generada por ordenador de la artista de IA Xania Monet

Imagen generada por ordenador de la artista de IA Xania Monet Telisha Jones Omicrono

"Es muy parecido", señala Fernández. "Al principio había un fuerte rechazo, con amenazas de retirar de las plataformas de streaming grandes catálogos para que los bots no pudiesen acceder al contenido y alimentar los algoritmos, pero ahora todo parece conducir a que haya grandes acuerdos entre las discográficas y las compañías de inteligencia artificial para compensar a los autores, intérpretes y demás actores de la industria".

Modelo de 'jardín cerrado'

Más allá de esas compensaciones, los movimientos de la big three de la música apuntan a querer aprovechar el tirón de una tecnología tan disruptiva como la IA y no quedarse fuera. De ahí los acuerdos con Udio y con Klay, que está dirigida por el productor musical Ary Attie y también cuenta con antiguos ejecutivos de Sony Music y DeepMind, el laboratorio de inteligencia artificial de Google.

En todo caso, es necesario aclarar que está previsto que estas nuevas plataformas limiten las opciones de incluir las canciones resultantes en servicios de streaming como Spotify, Apple Music o Deezer para que puedan competir con los artistas 'humanos', ya que están basadas es sistemas de 'jardín cerrado'.

La idea es que estos temas sintéticos se queden dentro de cada plataforma, sin opción de descargarlas ni compartirlas a través de aplicaciones de mensajería. Lo que sí permitirán estas plataformas será remezclar, combinar y crear nueva música de los artistas que consientan la cesión de sus derechos y que, en contraprestación, recibirán algún tipo de ingreso, todavía por cuantificar.

Spotify

Spotify Spotify El Androide Libre

¿Y en qué lugar deja eso a Spotify, el actual gigante del streaming musical, con un 35% de cuota de mercado? A fecha de publicación de este artículo, la compañía ha declinado hacer declaraciones y nos ha remitido a dos entradas de su blog corporativo.

Por un lado, explica que en los últimos 12 meses ha eliminado 75 millones de pistas con contenido de spam de Spotify. "El futuro de la industria musical se está escribiendo, y creemos que proteger agresivamente contra los peores usos de la IA generativa es esencial para liberar su verdadero potencial en favor de artistas y productores", sostienen.

También han anunciado un acuerdo con Sony, Universal, Warner, Merlin y Believe para desarrollar "productos de IA responsables que empoderen a los artistas y compositores a los que representan". Eso incluye la construcción de "un laboratorio de investigación y un equipo de producto de vanguardia en IA generativa", porque con su posición de dominio en el mercado, la llegada de competidores como la propia Klay puede ser todo un desafío.

Lo que piden los artistas es transparencia. Y no sólo con respecto a ellos, sino también para los usuarios, a modo de un etiquetado claro sobre si el contenido que escuchan ha sido creado por humanos, por IA o de forma híbrida. En ese sentido, el gigante del streaming ha anunciado recientemente en su blog que está ayudando a desarrollar "el nuevo estándar de la industria para declaraciones de uso de IA en los créditos musicales", para indicar de forma clara dónde y cómo la IA intervino en la creación de una pista.

La cuestión es que la declaración responsable de este etiquetado queda en manos de sellos, distribuidores y socios musicales, y hasta que no sea obligatoria no resolverá el problema de fondo. En el momento en el que esa información esté disponible, desde Spotify aseguran que comenzarán a mostrarla en la aplicación.

Artistas indefensos

En este caso, como en el de herramientas de vídeo como Sora de OpenAI, la tecnología va muy por delante de la normativa y arrasa con todo. "Como ocurrió cuando cuando se empezó a regular la protección de datos... las grandes tecnológicas ya los tenían. Ahora se están buscando soluciones a posteriori y eso es más complicado", asegura Fernández.

El problema es que "estos algoritmos ya están entrenados, la gente los usa y les saca partido. Además, son compañías radicadas en otros países, y desde Europa es difícil competir o restringir usos malintencionados cuando en EEUU la normativa es mucho más permisiva".

En esta ley de la selva en la que nada parece imposible, incluido el uso de la voz de artistas ya fallecidos sin el consentimiento de sus herederos o los propietarios de los derechos, hay quien está alzando la voz para intentar detener la avalancha que se nos viene encima.

En Reino Unido, la reciente aprobación de la UK Data Act ha despertado un importante debate. En el caso de los músicos y artistas británicos, la principal preocupación es impedir a las tecnológicas entrenar modelos de IA con sus creaciones sin su consentimiento y sin pagar derechos de autor.

Y la respuesta ha sido abrumadora, con más de mil músicos, incluyendo figuras como Paul McCartney, Elton John, Kate Bush o Hans Zimmer, organizando acciones de protesta como el lanzamiento de Is That What We Want? (¿es eso lo que queremos), un 'álbum silencioso' que pretende exigir protección y colaboración por parte del gobierno británico para afrontar los retos que plantea la IA generativa.

Para Pedro Fernández, que se encarga de asesorar y negociar contratos en la industria musical, tanto para sellos discográficos, agencias de management, promotores de eventos como para los propios artistas, uno de los pasos más importantes es precisamente el etiquetado.

"Así la gente podrá decidir si escuchar esa música o no por convicciones éticas, para no fomentar que estos ingresos vayan a parar a las compañías que hay detrás de estos falsos artistas".

Edición en vinilo de Is This What We Want?

Edición en vinilo de Is This What We Want? The state51 Conspiracy Omicrono

En ese sentido, es fundamental que se desarrollen varios aspectos incluidos en la Ley de Inteligencia Artificial de la Unión Europea, como una marca de agua universal para los contenidos generados con IA que las plataformas de streaming estén obligadas a utilizar.

Así, aunque los músicos sigan teniendo la sensación de estar vendiendo su alma al diablo al ceder sus derechos para que se cree contenido con su voz o su estilo, los propios usuarios serán los que decidan si apuestan por el respeto a los verdaderos artistas o por la deshumanización definitiva de la industria musical.