Entrar en casa chateando por el móvil y comprobar que al cruzar la puerta el teléfono comienza a cargarse por el aire, igual que el reloj y otros dispositivos, incluso el propio coche eléctrico solo con aparcarlo en el garaje. Este es un posible futuro al que aspiran quienes apuestan por la carga inalámbrica, una tecnología que no es del todo desconocida para los usuarios en España, pero cuyas capacidades están muy lejos de ofrecer esa vida libre de cables.

Cada vez son más los teléfonos de gama alta que incluyen la posibilidad de cargarse de forma inalámbrica: Apple, Oppo, Xiaomi o Samsung son algunas de las marcas que trabajan con ella. Sin embargo, cargadores y dispositivos siguen necesitando estar muy cerca unos de otros para funcionar, hasta se recurre a imanes para colocar las bobinas de carga en la posición correcta.

Todas estas incomodidades se resolverían al ser la propia habitación la que ofreciera desde el techo, suelo y paredes la energía para cargar por el aire cualquier producto electrónico. Investigadores de las Universidades de Michigan y Tokio trabajan en una sala donde no son necesarios los enchufes ni los cables; las lámparas, móviles y cualquier sensor recibirían la electricidad necesaria mediante el campo magnético que circula por la casa.

Sala con carga inalámbrica por el aire JST Erato

"Las personas pronto encontrarán sus entornos poblados de pequeños sensores y otros dispositivos que necesitan energía y comunicación. Tenemos una solución segura y elegante para esto, y también podría ayudar a que la tecnología se vuelva más invisible" explica Takuya Sasatani, investigador en Tokio y líder del proyecto. Sasatani se refiere de forma indirecta a la carga no solo de móviles, sino del conjunto de productos del Internet de las cosas en el que entran sensores e implantes médicos para el cuerpo y que también utilizan la carga inalámbrica.

Sin enchufes ni cables

Desde 2019, Sasatani y su equipo trabaja en una sala de carga inalámbrica con muebles para simular el salón de una casa. En ella, el campo magnético se distribuye por la habitación encontrando por el camino aquellos dispositivos equipados con bobinas espacialmente diseñadas para cargarse mediante este sistema.

Sala de carga inalámbrica U. Michigan y Tokio Omicrono

Los investigadores han utilizado una técnica denominada resonancia de cavidad cuaestática multimodo, basada en la construcción de paredes con superficies conductoras y condensadores agrupados por toda la instancia, con los que se puede regular la frecuencia de la resonancia. En la imagen superior se puede observar los nodos y la pila central repartidos por el espacio.

Desnuda de todo mobiliario, la sala parece más propia de una película de ciencia ficción. El cuarto mide poco más de 30 metros cuadrados y se ha revestido de planchas de aluminio que tapan los condensadores en paredes, techo y suelo. El resultado es un campo magnético que reverbera por toda la sala y que demuestra su eficacia encendiendo una pequeña luz LED sin batería ni cables, pero equipada con una bobina adaptada. Alason Sample, miembro del equipo y profesor de ingeniería de la Universidad de Michigan lo compara con una mariposa que revolotea sin rumbo y necesita algo que la atrape.

Sala para cargar el móvil por el aire Universidad de Michigan y Tokio Omicrono

En la imagen que encabeza este artículo se puede ver la sala construida por el equipo. Los trazos rojos no son otra cosa que un diodo de luz LED que han movido por la estancia y, utilizando la fotografía de larga exposición, la cámara ha capturado el camino que ha tomado el diodo de luz alimentado por el campo magnético de la habitación.

Del laboratorio a las casas

El proyecto, aunque lleva varios años de rodaje, todavía está en una fase inicial y tiene por delante solventar una serie de obstáculos que dificultarían la implementación de la tecnología en el mercado y la construcción. Por ejemplo, para que la habitación o el salón de estar pudieran cargar la nevera y el móvil al mismo tiempo sin depender de cables, es necesario que los dispositivos cuenten con bobinas en su interior, como las que se muestran en el vídeo y que se encuentran en muy pocos aparatos actualmente.  

Paredes de la sala con carga inalámbrica Universidad de Michigan y Tokio Omicrono

En cuanto a la instalación en hogares y edificios, el equipo ha explicado a Fast Company que el campo magnético trabaja bien con muchos materiales como el yeso, la madera y otros que se podrían poner en las paredes de una casa. "Algunos edificios comerciales, por ejemplo, ya tienen postes de soporte de metal, y debería ser posible rociar una superficie conductora en las paredes, tal vez de manera similar a como se hacen los techos texturizados", dice Sasatani.

A quienes pueda preocupar vivir rodeados por un campo magnético, Sasatani asegura que "la seguridad es nuestra principal preocupación y nos aseguraremos de que las implementaciones futuras de nuestro sistema cumplan con todas las regulaciones gubernamentales de salud y seguridad". El desarrollo de la carga inalámbrica se ha encontrado con serias restricciones en países como China o Estados Unidos, donde han aplicado por ley una limitación de 50W para los cargadores inalámbricos, socavando modelos como los que Xiaomi estaba impulsando de hasta 120W.

Bobina en el interior de un cargador para iPhone

Esta limitación, al menos sobre el papel, pretende evitar problemas de seguridad e interferencias con otros sistemas de radiofrecuencia de los que depende también la logística del país. La sala de estas imágenes entrega un máximo de 50W de potencia y, según los investigadores, no ha supuesto interferencias en la red WiFi

Alanson Sample dice que la potencia de la habitación es suficiente para cargar 10 teléfonos al mismo tiempo. Durante los experimentos se ha utilizado un teléfono chino, pero no han especificado marca y modelo. Los 50W es la misma potencia que usa uno de los cargadores MagDart que Realme presentó en 2021.

Cargar móviles de gran batería, ordenadores, televisores u otros electrodomésticos de gran consumo con un sistema de carga inalámbrica es aún muy complicado, pero una solución como esta parece interesante para otros sensores y dispositivos más ligeros como lámparas o los implantes medicinales a los que hace referencia la revista científica Nature Electronics en su artículo sobre este proyecto.

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