Un simple tuit con apenas unas frases y algún hashtag, representa la esperanza de muchas personas enfermas. El desarrollo de tecnologías que permitan al ser humano controlar un ordenador con la mente, lejos de parecer el argumento de una película de ciencia ficción, podría ser de ayuda a las alrededor de 4.000 personas en España que sufren Esclerosis Lateral Amiotrófica (ELA) o para los millones de enfermos de párkinson que hay en el mundo.

Philip O'Keefe, australiano de 62 años, sufre desde hace años una parálisis ocasionada por la Esclerosis Lateral Amiotrófica o ELA. Sin embargo, esto no le ha impedido ser la primera persona en publicar un tuit simplemente pensándolo, sin usar las manos para teclear la frase "Hola, mundo. Un tuit escueto. Un progreso monumental".

Gracias a un diminuto implante en su cerebro y la interfaz cerebro-máquina de Synchron, este paciente puede llevar una vida online activa a pesar de su parálisis física. Esta tecnología le permite tuitear, enviar correos o comprar por internet, aunque este avance tecnológico persigue metas aún más ambiciosas para mejorar la vida de enfermos de ELA, párkinson o epilepsia, entre otras muchas patologías.

Tuitear con la mente

Los dos tuits publicados por O'Keefe el jueves 23 de diciembre a través de la cuenta del CEO de Synchron, Thomas Oxley, han conseguido miles de reacciones. Philip O'Keefe lleva desde abril de 2020 utilizando Stentrode, un pequeño implante neuronal y la interfaz de Synchron que conecta las señales recibidas por ese sensor con el ordenador en el que O'Keefe ha tuiteado recientemente.

Esta tecnología, aún en desarrollo, le sirve de herramienta para comunicarse con amigos y compañeros de trabajo a través de correos electrónicos. "Cuando escuché por primera vez sobre esta tecnología, supe cuánta independencia podía devolverme. El sistema es asombroso, es como aprender a andar en bicicleta: se necesita práctica, pero una vez que estás rodando, se vuelve natural", explica O'Keefe en el comunicado emitido por Synchron. Solo con pensarlo puede enviar un mensaje, consultar su banco o hacer compras online.

Oxley explicaba en 2018 en una ponencia de TedTalk los retos a los que se enfrentaba esta tecnología para alcanzar lo que hoy ya es una realidad. Esa comunicación cerebro-máquina se ha conseguido gracias al sensor Stentrode creado por la Universidad de Melbourne y el desarrollo de la inteligencia artificial de Synchron que ha analizado millones de datos para descifrar el lenguaje de las señales cerebrales recogidas por el implante. 

Phillip O'Keefe utilizando Stentrode Universidad de Melbourne

Stentrode

El primer escalón que debía conquistar la tecnología BCI (Brain-Computer Interface) o interfaz cerebro-maquina, era la creación de un sensor capaz de recoger las señales e impulsos cerebrales sin llegar a ser un dispositivo invasivo. Anteriores modelos y otros tratamientos para personas enfermas implican exponer el cerebro cortando el cráneo en una intervención delicada.

Stentrode, implante cerebral Universidad de Melbourne Omicrono

Sin embargo, Stentrode es una red cilíndrica que puede establecerse dentro del cerebro del paciente a través de los vasos sanguíneos junto a la corteza motora y solo realizando una pequeña incisión en el cuello. Un microcatéter se desliza por el torrente sanguíneo y deposita el sensor en la zona adecuada. 

Los médicos se guían con una "angiografía de contraste", una técnica especial de rayos X que permite ver el interior de los vasos sanguíneos. Allí donde se deja el sensor, este se despliega sin ocupar mayor espacio que el conducto orgánico.

Stentrode, implante cerebral Universidad de Melbourne

El dispositivo mide únicamente 4 mm de diámetro y está fabricado por nitinol, un tipo de aleación que se usa en medicina y en el espacio; es fuerte pero al mismo tiempo flexible. Una vez colocado Stentrode envía la señal recibida de la actividad cerebral a una antena inalámbrica instalada en el pecho, encargada de comunicarse con la máquina.

En 2016, el equipo a cargo de este sensor demostró que podía registrar señales neuronales en el cerebro. Con este avance ha estado trabajando la compañía Synchron para elaborar la siguiente fase, la interfaz entre el cerebro y el ordenador que reconoce lo que O'Keefe quiere escribir en sus tuits.

Dos años después de este avance, en 2018, Strentode consigue un nuevo hito que marca realmente la hoja de ruta hacia la que se dirigen estos proyectos tecnológicos. El sensor no solo puede escuchar las señales cerebrales, sino también responder, enviando corrientes directamente a áreas específicas del cerebro, los que se conoce como estimulación cerebral focal.

Contra el párkinson

"Los electrodos se colocan a lo largo de Stentrode, adyacentes a diferentes regiones del cerebro. Al suministrar corriente a través de estos electrodos, es posible estimular diferentes regiones del cerebro y observar las respuestas", explica Dr. Nick Opie, del Laboratorio de Biónica Vascular de la Universidad de Melbourne, en un artículo publicado por la institución académica.

Una hija posa su mano sobre la mano de su madre anciana. Pixabay

Este avance, publicado en la revista Nature Biomedical Engineering, abrió una puerta a un mundo lleno de posibilidades médicas. Confesaba en su momento el Dr. Opie que las aplicaciones eran tantas que posiblemente "no se hayan pensado todavía". "Algunas de las aplicaciones obvias incluyen ofrecer una alternativa a la estimulación cerebral profunda que se usa actualmente para tratar los síntomas de párkinson, y también como reemplazo de algunos medicamentos para tratar ciertos tipos de epilepsia", decía.

De esta forma, el dispositivo funciona tanto para contestar correos electrónicos o publicar tuits, como para provocar movimiento muscular en aquellas personas que están perdiendo esa capacidad. Ya no es necesario realizar una cirugía arriesgada para facilitar el estímulo cerebral que un cerebro necesita y así, paliar los síntomas de estas enfermedades.

brazo protesico darpa 2

Synchron, a su vez, trabaja con Stentrode en el desarrollo de una tecnología con triple objetivo. Por un lado, facilitar la neuroprótesis y que una persona pueda controlar su brazo o pierna protésica solo con los pensamientos, objetivo que motivó desde un principio la creación de esta rama de la investigación tecnológica.

Por otro lado, la neuromodulación podría mejorar los tratamientos de la epilepsia, alterando la actividad nerviosa al administrar estímulos terapéuticos. Y por último, está el neurodiagnóstico con el que será posible analizar las lesiones cerebrales de un paciente con mayor profundidad.

Así, tras un sencillo tuit se esconden décadas de desarrollo de una tecnología que podría cambiar la vida de millones de personas, dotando al ser humano de una telequinesis digital para navegar por internet con solo pensarlo u ofreciendo una vida más fácil a quienes conviven con algunas de las enfermedades más crueles de este tiempo.

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