Controles en la estación de tren de Wuhan

Controles en la estación de tren de Wuhan Reuters

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Trabajadores sin privacidad: el lado oscuro de las tecnologías de la desescalada

Muchas empresas están adoptando tecnologías para tratar de evitar el coronavirus que atentan directamente contra la privacidad de sus propios empleados.

26 mayo, 2020 02:56

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La vida tras el coronavirus será algo distinta a lo que estábamos acostumbrados, al menos a corto y medio plazo. Si bien los españoles se han caracterizado desde siempre por su cercanía respecto a otros ciudadanos del norte de Europa, la pandemia nos obligará a ser más distantes y a evitar aglomeraciones.

Unas medidas que también se verán reflejadas en multitud de entornos laborales, ya que corren el riesgo de convertirse en importantes focos de contagio si no se toman las precauciones necesarias. No olvidemos que no todos los oficios pueden disfrutar del teletrabajo.

Para lograrlo, cada día más empresas optan por integrar en sus puestos de trabajo tecnologías de control de la temperatura, cámaras, sistemas de rastreo y reconocimiento facial, etcétera. No cabe duda de que éstas facilitarán que no haya rebrotes, pero, ¿qué ocurre con la privacidad de los empleados? Defensores de la privacidad de todo el mundo están alarmados y no es para menos.

La nueva normalidad en el empleo

Miles de empresas de toda Europa comienzan a medir la temperatura de sus empleados mediante cámaras térmicas antes de que éstos ingresen en su lugar de trabajo. Otras acuden incluso a sistemas de monitorización capaces de seguir en tiempo real quiénes llevan mascarilla o si se respetan las distancias de seguridad.

Escáner térmico en el aeropuerto de Roma Fiumicino.

Escáner térmico en el aeropuerto de Roma Fiumicino. AdR Thomson Reuters

Del mismo modo, empiezan a popularizarse dispositivos para evitar contagios, como el Romware Covid Radius. Un brazalete que emite un sonido cada vez que dos empleados están demasiado cerca y que ya usan los estibadores del puerto de Amberes (Bélgica) o los trabajadores de Tata Steel, un fabricante de acero y aluminio, como explican en Bloomberg.

Hasta hace bien poco, a los europeos nos horrorizaba ver cómo China estaba usando la tecnología (cámaras, reconocimiento facial, Inteligencia Artificial) para controlar a sus ciudadanos. Sin embargo, el coronavirus parece haber hecho que nos olvidemos completamente de ello, abriendo la veda a que perdamos una parte de nuestra privacidad en beneficio de nuestra seguridad.

¿Y la privacidad de los empleados?

Debido a la inmediatez de la situación, "aún no hay una ley en España que regule específicamente" el uso de dichas tecnologías en caso de pandemia, aunque sí hay una norma europea según la que la salud pública prevalecería sobre la privacidad, explica Leandro Núñezabogado tecnológico especializado en protección de datos, propiedad intelectual y derecho publicitario, a OMICRONO.

Cámara termográfica de Siemens.

Cámara termográfica de Siemens. Izan González

En este sentido, la Agencia Española de Protección de Datos (AEPD) ha publicado un comunicado en el que "expresa su preocupación" por la toma de temperatura en centros de trabajo, comercios y otros establecimientos, ya que "supone una injerencia particularmente intensa en los derechos de los afectados y se está realizando sin el criterio previo de las autoridades sanitarias".

El sistema es capaz de reconocer personas con fiebre.

El sistema es capaz de reconocer personas con fiebre. Sensetime

Núñez asevera que las empresas "no necesitan el consentimiento de sus trabajadores para usar cámaras térmicas". Eso sí, éstas han de justificar bien las razones por las que adoptan dicha medida. El problema, tal y como explica la AEPD, es que hay firmas que están utilizando dichas tecnologías sin tomar las debidas precauciones, razón por la que piden en repetidas ocasiones que intervengan las "autoridades sanitarias".

Un futuro incierto

Según Núñez, emplear dichas tecnologías está bien visto en estos momentos para frenar la epidemia, pero cree que podrían generar conflictos relacionados con la privacidad si siguen utilizándose cuando todo pase.

Y ahí es precisamente donde reside el quid de la cuestión. ¿Acabará aprovechándose esta tesitura para el uso a gran escala de tecnologías que cercenan nuestra privacidad? Esperemos que los diferentes organismos dedicados a la protección de datos tomen cartas en el asunto o acabaremos imitando aquello que tanto criticábamos de China.