La evolución de Internet ha propiciado que sea muy común comprar libros, canciones o juegos digitales; sin embargo, ¿qué pasa con ellos si la plataforma digital en cuestión cierra? ¿A dónde van a parar esos archivos por los que hemos pagado?

¿Compramos o realmente alquilamos digitalmente?

Cuando compramos cualquier producto en una tienda física salimos con él de la tienda y pasa a ser de nuestra propiedad. Si por cualquier razón la tienda cierra sus puertas, a nosotros no nos afectará en absoluto, puesto que lo que hayamos comprado ya estará en nuestro poder.

La situación cambia completamente si hablamos de libros, canciones, juegos digitales o cualquier otra variante. Antes de pasar a explicar lo que pasa si una plataforma digital cierra es necesario comprender la importancia del DRM.

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El DRM (Digital Rights Management) es una medida creada para evitar la piratería de contenidos digitales; esto es, que alguien compre un producto y posteriormente cuente con la posibilidad de compartirlo con otras personas que no han pagado por él o directamente publicarlo en la red para que otros lo descarguen gratis.

De esta manera, la mayoría de archivos (al menos de servicios fiables) cuentan con protección DRM. Éstos solo pueden ser abiertos por un usuario en concreto y en un software específico. Por esta razón, los libros de Amazon solo pueden leerse desde los sitios que ellos deseen; como también ocurre con las canciones de iTunes, que no pueden reproducirse desde cualquier sitio.

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En pocas palabras, cuando compras un archivo de este tipo, realmente no lo estás comprando; solo te haces con una especie de permiso para reproducir el contenido. Así, estamos más cerca de un alquiler que de una compra al uso. Al fin y al cabo, el producto no es de nuestra propiedad.

Basta con echar un ojo al Acuerdo de Suscriptor de Steam para darse de bruces con la realidad. En éste se especifica que la licencia “no le concede la titularidad ni la propiedad de los contenidos y servicios”.

¿Y qué pasa si cierra el servicio digital?

Una vez comprendido el funcionamiento de la “compra” de archivos digitales nos toca hacer frente a la pregunta del millón. ¿Qué pasaría con mis archivos si cierra la plataforma digital?

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El último caso de cierre de un servicio digital ha estado protagonizado por Microsoft y sus libros electrónicos. La compañía anunció que cerraría el apartado relativo a la lectura a partir del día 2 de abril.

Desde esa fecha, los usuarios no pueden comprar libros nuevos; aunque, sí se les permite seguir leyendo los adquiridos con anterioridad. Eso sí, a partir de julio de 2019 ni siquiera podrán leerse los comprados. Es cierto que Microsoft ha asegurado que reembolsará completamente el coste; sin embargo, parece totalmente absurdo que al cliente le arrebaten algo que en teoría había comprado.

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Otro caso similar fue el de la tienda de juegos de Razer, que cerró sus puertas el pasado mes de febrero sin haber cumplido siquiera un año desde su nacimiento. En este caso, los usuarios pueden seguir disfrutando de sus compras si antes del cierre activaron los juegos en otras plataformas como Steam o Uplay.

El cierre del Canal Tienda Wii es otro ejemplo de lo que os acabamos de comentar. Nintendo avisó con antelación de ello; pero, como en los casos anteriores, siempre se deja en manos de los consumidores la tarea de preservar algo por lo que ya han pagado.

Compradores a los que no les garantizan nada

Pese a los beneficios de comprar en Internet, los usuarios están tremendamente desprotegidos ante situaciones como el cierre de servicios digitales. En este sentido, nadie nos garantiza que dentro de un mes podamos acceder a algo que hemos comprado (o al menos eso era lo que creíamos).

El DRM es una muy buena idea para que los vendedores luchen contra la piratería; sin embargo, también es el gran talón de Aquiles de los consumidores. Ojalá no tenga razón; pero, el día que una gran plataforma digital cierre, todos nos llevaremos las manos a la cabeza por algo que se veía venir.

Foto destacada: @usefulcollective en Unsplash