El Congreso de los Diputados es la representación de toda la ciudadanía española; es donde se decide el futuro del país. Y sin embargo, en muchos aspectos esta cámara aún vive en el pasado. Puede que los diputados tengan que tomar decisiones importantes sobre investigación, desarrollo, inversión tecnológica y nuevas tecnologías; pero irónicamente, lo hacen con tecnología obsoleta.

El tuit publicado por el diputado socialista Ignacio Urquizu ha levantado, sin quererlo, una nueva polémica sobre el uso de la tecnología por los políticos; y eso que es un tuit bastante inocente, centrado en el fin de la legislatura con la última sesión en el Congreso antes de las elecciones generales del 28 de abril. Con el mensaje “Si mis compañeros quieren [seguiré representando a Teruel]”, Urquizu publicó una foto de su puesto en el hemiciclo.

En la foto se muestra el sistema que los diputados tienen para votar, incluyendo un ordenador con una pantalla en la que pueden consultar documentos y vídeos. Como fondo de pantalla está el nombre del diputado y el grupo al que pertenece, para que no haya confusiones de coger el asiento equivocado. Pero nada de eso es lo realmente llamativo, sino la elección del sistema operativo que usa este ordenador.

Ordenadores con Windows XP en el Congreso, la imagen de la vergüenza

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Tus ojos no te engañan: eso es Windows XP. La barra de tareas, con el botón de inicio en verde, es fácilmente reconocible por cualquiera que haya usado un ordenador en las últimas dos décadas. No en vano este sistema ha llegado a estar en cientos de millones de ordenadores, y aún sigue siendo muy usado, especialmente en versiones “piratas” instaladas en Asia y África. Claro, que no es precisamente agradable encontrárselo a estas alturas, y menos en sistemas de tanta importancia como los del Congreso.

Porque el soporte de Windows XP terminó en 2014; ya han pasado cinco años desde que Microsoft decidió, de una vez por todas, abandonar un sistema que por aquel entonces seguía siendo uno de los más populares. Desde el lanzamiento de Windows XP, Microsoft ha lanzado cuatro sistemas operativos (cinco si cuentas Windows 8.1); estos sistemas son más modernos y seguros, y sobre todo, la mayoría siguen recibiendo actualizaciones de seguridad.

Usar Windows XP a estas alturas es un riesgo

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Que los ordenadores del Congreso usen Windows XP no es tan sorprendente. Los gobiernos en general tienen serias dificultades para migrar a sistemas modernos; normalmente eso supone una inversión y un gasto considerable, que los políticos ven difícil justificar porque no quieren la mala prensa de que se sepa que “han comprado ordenadores con el dinero de todos”. Pero la verdad es que mantener los ordenadores con Windows XP puede ser mucho más costoso, en varios sentidos.

La situación es tan mala, que de hecho Microsoft ofreció en su momento un soporte especial de Windows XP para gobiernos. No es barato; el gobierno del Reino Unido pagó 5,5 millones de libras (6,4 millones de euros) a Microsoft en 2014 para poder seguir recibiendo soporte oficial. Sin embargo, muchos gobiernos y cámaras prefirieron no asumir ese coste y seguir usando los equipos sin recibir soporte.

Usar Windows XP a estas alturas es todo un riesgo. Desde el fin de soporte, se han descubierto una gran cantidad de bugs y agujeros de seguridad, que permiten a un atacante robar información y obtener el control completo del sistema. Entonces, ¿está la información privada de nuestros representantes en peligro?

Las tablets y los móviles premium son los preferidos de los diputados

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La verdad es que cada vez es más común que los propios diputados se lleven sus sistemas informáticos al Congreso. Los ordenadores portátiles han dejado paso a las tablets, que permiten acceso a documentos e información en Internet; además, los diputados tienen derecho a un smartphone de categoría “premium”, como un iPhone. En 2017 se aprobó una partida de 1,6 millones de euros para renovar los móviles de todos los diputados, por ejemplo.

Con uno de estos móviles, es perfectamente posible leer documentos, buscar información, o incluso trabajar desde el hemiciclo. Claro, que algunos diputados también lo aprovechan para perder el tiempo mientras sus compañeros y compañeras sueltan sus broncas en el estrado. El caso más famoso es el de Celia Villalobos, que ha sido “pillada” en más de una ocasión con juegos en el móvil o buscando ropa que comprarse.

Con esa perspectiva, tal vez sea bueno que los ordenadores del Congreso sean unas piezas de tecnología obsoletas que nadie usa. Pero entonces cabe preguntarse porqué seguir pagando el mantenimiento de estos sistemas. Tal vez para la próxima renovación de móviles cuando salga el nuevo iPhone, los diputados podrían incluir una partida para algún equipo con Windows 10, por lo menos.

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